El asesinato del periodista
La decapitación del periodista estadounidense James Foley es una muestra de los riesgos que corren los valientes corresponsales de guerra y otro poderoso argumento que toca muy de cerca del por qué es necesario frenar al Estado Islámico de Siria e Irak (ISIS).
Las guerras no son cuestión de estrategia decididas en una mesa, sino es el sufrimiento humano y la muerte que acarrean esas decisiones. Esa suele ser la historia detrás del reportaje desde un frente de batalla ya sea en Ucrania, Gaza o Siria, como era el conflicto que cubría Foley.
Sin esta estirpe de periodistas, sería imposible descifrar el impacto y las consecuencias reales de un conflicto armado más allá de la propaganda de los militares, los políticos y las facciones involucradas.
En los últimos dos años, 33 periodistas murieron en Siria, reportando la tragedia de una guerra que ya dejó 177 mil muertos en tres años.
Foley, quien estuvo dos años secuestrado por ISIS, pagó con su vida el ser periodista de guerra y estadounidense. Trágicamente, los asesinos de Foley tienen a otro colega estadounidense, Steven Sotloff, bajo amenaza de muerte a menos que Estados Unidos deje de bombardear las posiciones de ISIS. Un chantaje que lamentablemente para Sotloff no tendrá éxito.
La guerra que ISIS lanzó en Siria e Irak excede los límites del horror con masacres y decapitaciones de quienes no se unen a su interpretación extrema incluso para Al-Qaeda del islamismo.
Hay serios aspectos geopolíticos, económicos y humanitarios que requieren la contención de ISIS. Los ataques estadounidenses, combinado con una ofensiva kurda e iraquí están dando resultados. De ahí que este sea el momento elegido para presionar a la Casa Blanca para que cese los ataques a cambio de la vida de estadounidenses.
De la misma manera, la amenaza sin fronteras de ISIS tiene que aumentar el respaldo europeo a las acciones contra los extremistas y su estado islámico. Hasta hoy las decapitaciones son algo normal en la conducta de ISIS, ojalá que la de Foley haya servido al menos para marcar una diferencia.