Los hispanos exigen respeto, ante todo

Hay unos 54 millones de hispanos en Estados Unidos, lo que representa un 17% de la población estadounidense

El Mes de la Herencia Hispana es el momento del año en que las corporaciones, las instituciones y universidades hacen una pausa para mostrar lo importante que son los hispanos. Entre el 15 de septiembre y el 15 de octubre, organizan almuerzos, tocan música y sirven tortillas con salsa en mesas decoradas en rojo, blanco y verde —los colores de la bandera mexicana.

Qué triste es que, este año, la celebración ocurra cuando ambos partidos políticos han recordado a los hispanos que, después de todo, no son tan importantes.

En primer lugar, toda la idea del Mes de la Herencia Hispana debe ser modificada. “Hispano” no significa sólo mexicano. Hay unos 54 millones de hispanos en Estados Unidos, lo que representa un 17% de la población estadounidense. Unos dos tercios son mexicanos o mexicano-americanos. En el tercio final, encontramos puertorriqueños, cubano-americanos, dominicano-americanos y gente de otros orígenes.

Al menos los motivos detrás de la celebración son claros. Las corporaciones quieren una tajada de los miles de millones de dólares que se calcula que gastan los hispanos todos los años. Las universidades, ansiosas por producir los líderes del futuro, deben comenzar por reconocer la composición actual de la población de Estados Unidos.

Lo que comenzó como una mirada hacia el pasado —una apreciación de la “herencia” de un grupo de estadounidenses— se convirtió en una mirada hacia delante, para ver lo que el futuro guarda para la mayor minoría de Estados Unidos.

¿Cómo comenzó todo? La experiencia hispana en los Estados Unidos se define por el crecimiento. La población crece constantemente, y con ella su poder adquisitivo. Qué apropiado que la Semana de la Herencia Hispana, que el presidente Lyndon Johnson proclamara en 1988, fuera alargada por el presidente Ronald Reagan para abarcar un período de 30 días. Esos hispanos. Les das una semana y se toman un mes.

En los últimos 25 años, los partidos políticos aceptaron la charada de convencer a los hispanos —debido a su número— de que eran especiales e importantes. La Casa Blanca generalmente tiene una recepción. Más tortillas con salsa.

Este año es diferente. Resulta que los hispanos votan según un único tema, y ese tema es el respeto. Si se nos niega eso, no prestaremos atención a los demás asuntos. Es de sentido común.

Como los manipuladores de ambos partidos les dirán, a los hispanos les importan otros temas aparte de la inmigración; los puestos de trabajo, la educación, la economía la asistencia médica encabezan la lista. Pero el asunto de la inmigración es como un volcán que entra en erupción cada tanto. Y cuando empieza a correr la lava, muchos hispanos mueven el tema hacia arriba en la lista.

No miren, pero la lava está corriendo. Los republicanos de la Cámara insultaron a los hispanos cuando se negaron a considerar la propuesta de inmigración del Senado, mientras fingían que querían aprobar algún tipo de reforma. Después, el presidente Obama nos insultó otra vez, cuando prometió adoptar una acción ejecutiva para fines del verano, pero se echó atrás fingiendo que acababa de descubrir las consecuencias políticas.

¿En serio? Esta Casa Banca se alimenta y respira política. Obama y sus asesores han sabido durante meses que establecer algún tipo de reforma ejecutiva, antes de noviembre, que permita a los inmigrantes permanecer en Estados Unidos pondría en peligro la reelección de media docena de demócratas del Senado que representan estados rojos. Sospecho que nunca fue intención de Obama apretar el gatillo antes de las elecciones. Sólo quiso engañar a los electores hispanos para que pensaran que él lo haría, y fueran, así, a votar.

Es lamentable. Con esta Casa Blanca, el énfasis siempre se coloca en lo que los hispanos pueden hacer para ellos, y nunca sobre cumplir las promesas de hacer algo para los hispanos.

No es de sorprender que los “soñadores” —esos jóvenes inmigrantes indocumentados a quienes se otorgaron permisos de trabajo y que ahora quieren lo mismo para sus padres— viajen por el país con un nuevo tipo de política de guerrilla. Están acorralando a futuros candidatos presidenciales para 2016, como Hillary Clinton y Rand Paul, en estados como Iowa y tratando de obligarlos a expresar su posición sobre la promesa que Obama quebró y sobre lo que ellos harían para encarar el problema de la inmigración. Graban los encuentros en video y los ponen en YouTube. Al menos para este grupo, los días en que los hispanos apoyaban ciegamente a los demócratas porque desprecian a los republicanos se han acabado.

Qué fantástica manera de celebrar el Mes de la Herencia Hispana. En lugar de concentrarnos en comercializar productos, deberíamos concentrarnos en vender a los hispanos el valor de la independencia y de defendernos a nosotros mismos. En política, hay que saber lo que uno vale, de lo contrario, siempre darán menos por uno.

Las tortillas con salsa no satisfacen demasiado cuando lo que uno realmente desea es dignidad y respeto.

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