La elección y la economía

La frustración de los estadounidenses con la economía llevó a los conservadores a las urnas, dejó a los liberales en su casa y condujo a los Republicanos a que ganaran la mayoría en el Senado.

En el debate sobre la economía durante esta elección salió triunfante la visión republicana de crear empleos a a través de la construcción del oleoducto Keyston XL, mediante la desregulación de normas federales sobre el sector privado, la reducción de impuestos y los cambios significativos en la red de seguridad social para achicar el presupuesto e inutilizar el Obamacare.

La victoria e implementación de esta agenda tendrá un impacto devastador entre los latinos y las comunidades de ingresos bajos.

El Obamacare, por ejemplo, ya está siendo implementado con un éxito considerable —después de un mal inicio- pero su financiamiento a través de un impuesto a instrumentos médicos ahora está en peligro.

La baja de impuestos también estará orientada en el próximo Congreso a disminuir las tasas más altas con el impacto real de reducir el ingreso a las arcas federales. Esto causará un déficit que, siguiendo la teoría republicana, se soluciona con su otra prioridad, la de reducir los gastos sociales.

Esto perjudicará a los individuos con salario mínimo, que deben suplementar su entrada con ayuda federal, ya que las posibilidades son ínfimas de que el nuevo Congreso eleve el ingreso federal. Es irónico que pese a la oposición republicana a elevar el salario mínimo, en varios estados considerados Republicanos los votantes aprobaron medidas para elevar el ingreso mínimo estatal.

La agenda económica republicana no resolverá las dificultades de empleo. Una mayor demanda, por ejemplo, es lo que alienta la contratación de empleados en el sector privado, no la reducción de gravámenes, la cual es pieza central para crear empleos del GOP.

Todo dependerá del Congreso republicano y de la Casa Blanca para hallar soluciones a la inquietud de los votantes.

De lo contrario, la frustrante paralización legislativa no tendrá ningún impacto positivo en la economía, aumentando el descontento con el status y con la posibilidad de convertir en una derrota en 2016 lo que fue una victoria en 2014

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