Obama pone en jaque a los republicanos

Al anunciar la acción ejecutiva migratoria, el presidente Barack Obama abre la puerta a varios desarrollos.

Primero, comienza a labrar su complicado legado en el frente migratorio balanceando su récord de más de dos millones de remociones con los 5 millones que podría amparar de la deportación de manera temporal.

Segundo, ayuda a su Partido Demócrata y, sobre todo, al próximo nominado presidencial Demócrata, pues marca una distinción entre Demócratas y Republicanos en el manejo del tema migratorio, además de consolidar el apoyo del voto latino al bando demócrata, sufragio cada vez más vital para ganar la Casa Blanca.

Tercero, ha colocado a los Republicanos contra las cuerdas obligándolos a encarar la lucha interna que por años han librado sobre cómo abordar el tema migratorio, lucha que hasta ahora va ganando el bando antiinmigrante.

El presidente de la Cámara Baja, John Boehner, ya afirmó lo sabido: los Republicanos ven la acción de Obama como una declaración de guerra y pelearán como gato boca arriba para bloquear su implementación. Lo que no dicen es cómo lo harán.

Boehner no ha dicho ni siquiera qué hará la Cámara Baja para bloquear las medidas indicando solamente que están analizando sus alternativas, pero tampoco dijo por qué los Republicanos no impulsaron una reforma por la vía legislativa.

Ciertamente los Demócratas controlaron ambas cámaras del Congreso en 2009 y 2010 y optaron por impulsar, junto a la Casa Blanca, la reforma sanitaria y no la migratoria. Eso ya se sabe, pero ya pasó. Alguien, por favor, debe decirle a los Republicanos que actualicen el ‘talking point’. Ya no es efectivo porque en junio de 2013 el Senado aprobó un proyecto de reforma migratoria amplia, el S.744, lo envió a la Cámara Baja hace 18 meses, y el liderazgo Republicano, encabezado por Boehner, decidió ignorarlo pero tampoco permitió que se presentara una versión Republicana o bipartidista que pudiera conciliarse con el proyecto del Senado.

Su estrategia fue dejar la reforma migratoria agonizar y morir, pensando que las amenazas de Obama de acción ejecutiva serían sólo eso, amenazas, y que de algún modo el Partido Republicano podría capitalizar en las promesas incumplidas del presidente para atraer así a votantes latinos desafectos sin levantar un dedo y sólo ir cambiando el tono de su retórica antiinmigrante.

Pero Obama actuó y las acciones ejecutivas son legales por estatuto y por precedentes: en 60 años 11 presidentes, republicanos y demócratas, han girado 39 órdenes migratorias diferentes.

Boehner y los republicanos deberían dejar de lloriquear y si quieren eliminar las órdenes ejecutivas, pues que legislen. Les quedan unos días en esta sesión próxima a concluir, y si no pueden, a partir de enero controlarán ambas cámaras del Congreso. Si no les parece que Obama gire órdenes ejecutivas para hacer el trabajo que ellos no han hecho, que presenten, debatan y aprueben un proyecto, pero uno que de verdad aborde qué hacer con los 11 millones de indocumentados.

Los republicanos saben que requieren cuando menos 40% del voto latino para ganar la Casa Blanca, no el 27% que obtuvieron en 2012 con su propuesta de autodeportación, y la forma en que manejen esta nueva etapa del debate migratorio terminará de definirlos ante el voto latino.

Pero por ahora, de cara a las presidenciales de 2016, Obama ha puesto en jaque a los republicanos

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