¿A quién le pertenece el yoga?

La industria global del yoga es un mercado que se estima en $10,000 millones anuales

El yoga es practicado por 20 millones de personas en Estados Unidos.

El yoga es practicado por 20 millones de personas en Estados Unidos. Crédito: BBC

Todos hemos escuchado alguna vez que los brasileños son los dueños del fútbol, o que el tango pertenece a Argentina. Pero, en realidad, ¿puede un país pretender que les “pertenezca” algo así, en el sentido legal? Pues es lo que pretende el gobierno de India.

El mes pasado, el primer ministro Narendra Modi lanzó una campaña que busca lograr un reconocimiento oficial a India como la cuna del yoga.

Con la misión de encabezar la campaña, nombró con rango ministerial al dirigente político Shripad Yesso Naik, al que algunos han dado a llamar “Ministro del Yoga“.

Según reporta el sitio de noticias estadounidense The Atlantic, los esfuerzos por obtener esta especie de “denominación de origen” para el yoga pueden tener que ver con lo económico.

India estaría buscando obtener réditos financieros de la enorme industria global del yoga, un mercado que la publicación estima en US$10,000 millones anuales, con 20 millones de clientes solamente en Estados Unidos.

La de “patentar” el yoga como un producto cultural intrínsecamente indio es una idea que tiene simpatizantes en el país donde se originó.

El Instituto del Yoga de Bombay es el centro organizado de práctica de yoga más antiguo en el mundo, fundado en 1918.

El programa Business Daily de la BBC habló con Hansaji Yogendra, su directora.

Mucho de lo que en Occidente se considera yoga, en realidad no es tal”, le dice a la BBC.

“Si las personas están haciendo apenas algunos ejercicios físicos, eso no se llama yoga, pues el yoga comprende el cuerpo y el alma“, asegura.

Y entonces, ¿deberían dejar de llamar yoga a las demás prácticas que se apartan de la versión original creada en India?

“Eso estaría muy bien, pero ¿quién nos hace caso?”, le dice Yogendra a la BBC.

Y analistas legales en Estados Unidos parecen compartir esas dudas frente a la posibilidad de que India pudiese exigir derechos legales sobre el yoga.

“Es una idea loca”, puntualiza Christopher Sprigman, profesor de la facultad de leyes de la Universidad de Nueva York y especialista en propiedad intelectual.

En conversación con BBC Mundo, el experto encuentra muy poco probable que India pudiese reclamar en Estados Unidos el derecho de decidir qué es yoga y qué no.

“Entendemos que el yoga se originó hace un par de milenios en lo que hoy llamamos India, y que eso es parte de la cultura india. Pero por supuesto el yoga se ha extendido por todo el mundo y lo ha hecho por mucho tiempo”, alega Sprigman.

“La gente hoy escucha la palabra yoga, y no es que piense inmediatamente, ‘esto que está pasando en un estudio de yoga en Los Ángeles se originó en India’“, le dice Sprigman a BBC Mundo.

“De ninguna manera la palabra yoga sugiere una fuente geográfica para lo que ocurre en ese estudio de Los Ángeles”, agrega el catedrático.

“En Estados Unidos la gente ve una botella de vino con el nombre de Burdeos impreso, y piensa en un producto que se originó en esa región francesa. Por eso hay una cierta justificación de protección al consumidor para exigir que sólo el vino producido en esa zona pueda llevar dicho nombre”, dice Sprigman.

“Esta situación es inexistente en el caso del yoga. Nadie piensa que la conexión del yoga con India es tan relevante”, alega el catedrático.

Además en Estados Unidos, asegura el abogado, el no poder llamar yoga a una práctica determinada sin la aprobación de India podría convertirse también en un caso de violación al derecho a la libre expresión.

Sprigman recuerda que en Estados Unidos un empresario de origen indio, Bikram Choudhury fundador de un sistema de estudios de yoga, ocasionalmente emprendía demandas contra exempleados que se habían independendizado de su firma para fundar sus propios negocios, argumentando que violaban su derecho de propiedad intelectual sobre una secuencia particular de ejercicios de yoga.

“La oficina de patentes dijo hace poco al respecto que sus secuencias de yoga no son sujetas a derechos de autor”, indica Sprigman.

Por lo que el consenso parece sugerir que, al menos en los estrados judiciales, el yoga no pertenece a nadie. O, si lo prefieren, nos pertenece a todos.

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