Madre pasó 17 años en la cárcel por un crimen que no cometió
Su hijo fue criado por su madre y hermano mientras ella luchaba contra los cargos en su contra desde prisión
Chicago – Kristine Bunch no puede contener las lágrimas al recordar el día en que abandonó la prisión para mujeres de Indiana en la que pasó más de 17 años encarcelada por un crimen que no cometió, convertida en una víctima más de los errores cometidos por el sistema judicial de Estados Unidos.
Era el 22 de agosto de 2012, y habían transcurrido 17 años, un mes y 16 días de su condena a 60 años por la responsabilidad en la muerte de su hijo Anthony, de 3 años, al incendiarse el tráiler donde vivían en el condado de Decatur.
Las autoridades consideraron que el incendio fue intencional y que Kristine, madre soltera de 22 años y embarazada, había provocado el incendio.
“Salí de la prisión y vi a mi segundo hijo Trent, de 16 años, y lo primero que pensé era que ahora sí podría verlo dormir por las noches, algo que soñé durante todos esos años”, recuerda Bunch.
Trent nació en la prisión y el niño fue criado por la madre y el hermano de Kristine, mientras ella cumplía su condena y luchaba para probar su inocencia con la ayuda del Centro de Condenas Injustas de la Escuela de Derecho de la Universidad Northwestern de Chicago.
Después de mucho litigio, los abogados lograron que la corte de apelaciones de Indiana autorizara en 2011 un nuevo juicio para presentar testimonios técnicos que probarían que el incendio fue accidental y no provocado por Kristine, como habían afirmado los expertos presentados por la Fiscalía.
La Corte Suprema estatal aceptó el dictamen al año siguiente y ocho meses después la Fiscalía retiró los cargos sin que se repitiera el juicio.
“Siempre tuve mucha fe en el centro y en la ayuda de dios, que me hizo encontrar mi propósito y dirección para continuar con mi vida”, comenta Kristine, quien trabajó en la biblioteca de la prisión para ayudar a otras mujeres con sus casos.
Al mismo tiempo obtuvo licenciaturas en inglés y antropología de la Ball State University de Indiana, y ahora piensa en estudiar derecho en Chicago.
Después de la exoneración de Kristine, el centro de Chicago creó el Proyecto Mujeres, una rama especial para tratar los casos de inocentes acusadas de crímenes horrendos, que en su mayoría se relacionan con daños físicos o muertes de hijos, niños a su cargo o familiares.
Además de Kristine, el centro logró exonerar de culpa a otras cuatro mujeres que pasaron entre cuatro y ocho años en prisión. Hoy continúa trabajando en casos en Arizona, Kentucky, Texas y Oklahoma a través del Registro Nacional de Exoneraciones.
El Innocence Project, una organización nacional que se dedica a la exoneración de personas condenadas injustamente, estima que hay unos 20.000 inocentes recluidos en el sistema penitenciario de Estados Unidos, entre ellas muchas mujeres como Kristine Bunch.
Este proyecto trabaja solamente con pruebas de ADN y desde su creación en 1992 estuvo involucrado en la libertad de 325 personas, de las cuales 20 habían sido condenadas a muerte.
Según su propios datos, en el 75% de los casos revertidos hubo errores de testigos, 50% fueron invalidados por errores de los médicos forenses, 25% confesiones falsas y 15% debido a informantes policiales poco fiables.
El Centro de Condenas Injustas de la Escuela de Derecho de la Universidad Northwestern tuvo gran influencia en el fin de la pena de muerte en Illinois en el 2003 y en la aprobación de reformas del sistema criminal implantadas el mismo año.
Entre ellas, una ley que obliga a los departamentos de policía de todo el estado a grabar en audio y vídeo los interrogatorios de sospechosos de homicidio, una práctica que luego fue adoptada por otros doce estados.
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