Hay más de un problema con la última campaña anti racismo de Starbucks

Desde hace un par de décadas que las empresas deben, casi obligatoriamente, tener algún plan o actividad de responsabilidad social y eso, nos parece excelente. Pero ¿qué pasa cuando una compañía que vende autos quiere hacer una campaña para tener dientes más blancos? Bueno, esa misma reacción tuvimos cuando leímos sobre la última campaña anti racismo de Starbucks y USA Today llamada #RaceTogether.

Vamos al análisis.

Primero que todo, la iniciativa consiste en que tú, como consumidor de café, converses con los Starbucks partners (aka trabajadores) sobre racismo y que finalmente, abandones el local con un vaso que tiene escrito el hashtag #RaceTogether.

Nos parece perfecto que las empresas se involucren y formen parte de temas de contingencia o directamente, se sumen a la lucha a nivel mundial que existe por luchar por igualdad para todos sin discriminación de género, raza o religión. ¡Clap clap para ellos! Pero por más que vemos el video de Howard Schultz, CEO de Starbucks, no logramos captar el fin de esta campaña ni menos, entendemos su modus operandi.

Pensemos como consumidoras: vas atrasada, pides un café, se tardan más de lo normal, te lo entregan (que muchas veces no es lo que pediste), escriben tu nombre mal y te vas rápido del local. ¿En qué minuto de esta realidad agregamos la parte de conversación sobre el racismo que existe en Estados Unidos con el barista?

Ok, supongamos que es un día tranquilo y que tienes tiempo. Que el local de Starbucks que entraste no tiene una fila eterna y que de verdad, te pones a conversar con el barista mientras prepara tu pedido. Si él es afroamericano y tu blanca, ¿le preguntarías qué piensa de la discriminación racial? Yo no lo haría.

Veamos este otro escenario: digamos que eres afroamericana, que tienes tiempo para conversar y que el barista que te atiende también es afro descendiente pero su manager no. ¿Se podrán a conversar sobre la discriminación de raza que viven muchos afroamericanos mientras ella los mira desde una esquina? I don’t think so.

La discriminación existe en este país. Es enorme aunque digan que no. Por eso es que un gigante que está a nivel nacional se involucre y forme parte de la discusión, nos parece genial. Pero desde nuestra perspectiva, Starbucks no es la compañía idónea para hablar de discriminación sólo por esta sencilla razón: no todos tienen la capacidad de pagar más de $7 por un café. Ese es el sueldo que muchas personas reciben en este país por hora. El simple hecho de que no todo el mundo pueda acceder a sus productos los hace ser parte de este círculo vicioso.

Para qué hablar sobre la directa relación que existe entre la llegada de un nuevo Starbucks y la gentrification, un buen punto que desarrollaron en Mic y que en Nueva York, hemos vivido en carne propia.

No Starbucks, no estamos con ustedes. Y las redes sociales tampoco.

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