¿Y si un día empezaras a hablar con acento francés?
Existe una condición de la que no se sabe mucho, en la que repetinamente una persona puede comenzar a hablar como extranjero: el síndrome de acento extranjero
En la Pascua de 2011, Julie Matthias se levantó de su cama hablando con acento francés, a pesar de que había vivido toda su vida en Reino Unido. “El día antes, sin saberlo, había sido la última vez que escuché mi propia voz“, me dijo Matthias por teléfono. Ella es parte de un puñado de personas en Reino Unido que sufre del síndrome de acento extranjero.
Aunque habla inglés de forma fluida, su voz tiene una extraña característica: suena como si hubiera nacido en otro país. Matthias cree que su experiencia puede vincularse con un accidente automovilístico del pasado, que estuvo seguido de migrañas con pérdida de visión y acompañado por dolores corporales intensos y recurrentes.
“Después del accidente sentía que mi cabeza iba a explotar. Mis articulaciones se debilitaron, algunas veces creía que me quedaba sin aire. Prefiero parir nuevamente y sufrir ese dolor antes que pasar por aquel dolor otra vez“, dijo. Fue justo después de ese ciclo de dolores cuando comenzó a hablar de forma extraña: con acento francés.
Hablar otro idioma
“Yo trabajo en un salón de belleza y algunos clientes me hablaban como si yo no comprendiera el inglés, que es mi lengua materna”, relató. Es allí donde comienza el misterio para los médicos. Todavía no queda claro cómo el accidente puede haber causado ese cambio en su comportamiento.
Hasta ahora, a pesar de las constantes visitas a médicos y hospitales –incluidos varios neurólogos-, ningún especialista ha logrado relacionar el accidente o los dolores posteriores de Matthias con su nuevo acento.
Para ella ha sido un proceso doloroso, especialmente por la falta de un diagnóstico definitivo que, para algunos, podría traducirse en que su condición es algo meramente imaginario: “La gente piensa que estoy de broma con esto. Simplemente les parece algo divertido que tenga un acento”.
Fuera de broma
Pero el caso de Matthias está lejos de ser motivo de diversión. “Pensemos por un minuto: te vas a dormir y cuando despiertas no suenas como la persona que realmente eres. Y no puedes hacer nada al respecto”, le dijo a la BBC la científica Sheila Blumstein, de la Universidad de Brown. Y añadió: “Esto tiene un profundo impacto en los pacientes”.
Lo cierto es que no hay muchas certezas sobre las causas de esta condición. De hecho, no hay una respuesta sobre la causa natural de los acentos en el ser humano. Pero, ¿estas personas están hablando realmente con un acento extranjero o simplemente nos engaña un cambio en el tono de la voz?
“Cuando hablamos, lo hacemos con una melodía y un ritmo. Y es allí donde estos pacientes experimentan los cambios”, opinó Blumstein. Al parecer la entonación de la voz al hablar es fundamental para aclarar el misterio.
La tonalidad y el ritmo
En 2012, la científica Anja Kuschmann, de la Universidad de Glasgow, en Escocia, halló pequeñas diferencias en la manera que las personas con el síndrome de acento extranjero enfatizaban algunas palabras a la hora de hablar.
“Ellos utilizan las mismas tonalidades que las personas sin el síndrome, pero lo que observamos es que lo utilizaban más a menudo. En vez de resaltar algunas palabras, ellos resaltaban la mayoría”, explicó Kuschmann.
“La gente piensa que está hablando un idioma, pero realmente es una ficción creada para el que escucha”, afirmó Johan Verhoeven, de la Universidad de Londres. Eso lo noto al hablar con Matthias. Ella pronuncia las frases de forma tal que me recuerda a mi profesor de francés en la escuela. Pero a la vez, me parece que también suena como algunos chinos que he conocido cuando éstos hablan inglés.
A menudo, esas pequeñas diferencias pueden conducir a identificar un daño neurológico. Hace poco la científica de la Universidad de Údine, en Italia, Bárbara Tomasino, examinó a una paciente con un tumor cerebral.
“Hablaba italiano con un acento que parecía de a ratos inglés y otras veces sudamericano, que son dos formas muy raras y distintas de sonar”, dijo Tomasino. Durante la evaluación previa a una operación, Tomasino descubrió que el tumor había presionado la zona del cerebro que controla la laringe y la lengua, lo que podría ser una de las razones de su extraño acento.
Soledad y aislamiento
A pesar de que a la paciente se le realizó la operación de manera exitosa y recobró su capacidad de hablar sin acentos extraños, lo cierto es que el caso de Matthias continúa sin tener una razón biológica clara. Y la confusión puede alterar la percepción que la mujer tiene de sí misma.
“Esto trastorna por completo tu identidad. Pierdes de alguna manera lo que eres”, dijo Mathhias. Y añadió: “Es duro mirarse al espejo y hablar, porque esa no es mi voz”.
Pero ésta no es una conclusión sorprendente, dado el rol que tiene la voz en darnos un lugar en el mundo. “La forma en que hablamos es una ventana a nuestro interior”, explicó Nick Miller, académico de la Universidad de Newcastle, en Inglaterra. “Marca nuestra educación, clase social, el lugar del que vienes. De una forma inconsciente o consciente usamos el acento para evidenciar quiénes somos”, señaló.
No poder hacerlo se convierte, así, en una pesadilla. Miller, junto a Jack Ryalls de la Universidad Central de Florida, en Estados Unidos, publicaron el libro “Síndrome de acento extranjero: las historias que la gente tiene que contar“. En este documento, la percepción de la alteración de la propia personalidad fue recurrente en las historias recopiladas.
“Me sentí tan solo, aislado, asustado. Era como si me hubiera abandonado un buen amigo”, escribió una de las personas que contribuyó con su caso.
Abuso y racismo
Pero no solo era la percepción interior, sino la respuesta exterior que experimentan las personas afectadas. Muchos de los testimonios del libro de Miller y Ryalls se sentían como “extranjeros en su propio país”.
“Un día un taxista trató de cobrarme el doble por una carrera que había tomado dos días antes. Los conductores de buses me trataban como si estuviera sordo o fuera estúpido”, relató Kath Lockett, otro de los contribuyentes del libro.
A pesar de la situación, Mathhias ha tratado de conservar una actitud positiva. “Yo trato de ver el lado bueno: esta condición no es una sentencia de muerte. Podría ser algo peor. Y por eso tenemos que estar agradecidos”, dijo.
“Lo único es aprender a pelear todos los días y tratar de salir adelante“. Hablando, eso sí, con un acento distinto al que conocen.
– David Robson