Informar mata en México, dicen fotógrafos y periodistas
La corrupción y la impunidad son los catalizadores de la violencia, reflexionan los comunicadores
Ciudad de México, 10 de agosto (SinEmbargo).- El asesinato del fotorreportero Rubén Espinosa en el Distrito Federal, donde llegó en busca de refugio merced a las amenazas que recibió del Gobierno de Javier Duarte en Veracruz, se suma a las 106 muertes violentas de profesionales de la comunicación, en un país donde la libertad de expresión es cuestionada por organismos de derechos humanos de todo el mundo.
El cruento homicidio del colaborador del semanario Proceso y la agencia Cuartoscuro, el de la activista chiapaneca Nadia Vera, junto a otras tres mujeres que estaban en el departamento de la Colonia Narvarte el pasado 31 de julio, cometido con todo lujo de violencia y saña, originaron además de desazón, miedo y rabia, un sinnúmero de preguntas que todavía flotan, funestas, en el ambiente enrarecido de una nación maniatada por la sinrazón de la violencia, la corrupción y el Estado fallido.
¿Informar mata en México?
¿Históricamente ha sido el PRI un agresor activo y tenaz de la libertad de expresión?
¿Por qué la sociedad civil no reacciona con más efectividad contra las vejaciones y homicidios a profesionales de los medios de comunicación?
¿Qué hacer: dejar de informar para preservar la vida?
¿Ha dejado de ser el DF zona liberada y esto, como se dice en el interior del país, recién empieza?
¿Deberían todos los organismos defensores de los derechos humanos unirse para crear una alerta internacional de poder efectivo y acudir a los tribunales internacionales para que frene el genocidio en México?
Periodistas y fotorreporteros responden.
MAGALI TERCERO, PERIODISTA, ESCRITORA, AUTORA DE CUANDO LLEGARON LOS BÁRBAROS
“¿QUIÉNES SON REALMENTE LOS MIEMBROS DEL CRIMEN ORGANIZADO”
–¿Informar mata en México?
–Sí, si pensamos que tan solo entre 2003 y 2013 fueron asesinados 80 periodistas mexicanos, sin contar los decesos de los últimos años, sin contar tampoco a los 15 periodistas asesinados en Veracruz desde 2010, cuando Javier Duarte se convirtió en gobernador. Y Rubén Espinosa y Nadia Vera recibieron amenazas directas como ya sabemos.
–¿Históricamente ha sido el PRI un agresor activo y tenaz de la libertad de expresión?
–El golpe al Excelsior no fue otra cosa que limitar la información de manera abierta y sin temor a la imagen gubernamental. Afortunadamente Julio Scherer tuvo la visión y el valor civil para fundar junto con su equipo otra publicación (Proceso).
–¿Por qué la sociedad civil no reacciona con más efectividad contra las vejaciones y homicidios a profesionales de los medios de comunicación?
–Me haces pensar en dos escenas de la película, La fórmula secreta: Coca Cola en la sangre, dirigida en 1964 por Ruben Gámez. Hace poco la proyectaron en un cine de la ciudad de México. En una de ellas aparece el Zócalo plagado de borregos. Metafóricamente somos nosotros, los mexicanos de los que se decía en décadas pasadas que tenemos sangre de atole. La realidad no se nos presenta en blanco y negro pero mucho de lo que denunciaron Gámez, Juan Rulfo y Jaime Sabines (éstos últimos guionistas del filme), sigue vigente. En otra escena vemos un cerro desde donde se despeñan decenas de cadáveres de campesinos asesinados. Eso es México hoy también: un país donde la muerte es la solución rápida y bárbara ante el desacuerdo.
–¿Qué hacer: dejar de informar para preservar la vida?
–No, aunque también se trata de una decisión personal. Pero sería un retroceso. El asesinato del periodista gráfico Rubén Espinosa –junto con la activista Nadia Vera, la diseñadora de imagen Yesenia Quiroz, la empleada doméstica Alejandra Negrete y la presuntamente modelo Virginia Martín, un nombre que aún no está confirmado–, habla de un periodista digno decidido a defender la libertad de expresión hasta sus últimas consecuencias. Leí que él prefería morir trabajando en México que refugiado en otro país. Y más provocador que la portada de Proceso, me parece su liderazgo y su denuncia en el caso de Regina Martínez, asesinada en Veracruz en 2012.
–¿Ha dejado de ser el DF zona liberada y esto, como se dice en el interior del país, recién empieza?
–Es muy duro para todos ver estos sucesos atroces en una zona céntrica de clase media en el DF, la “burbuja” de seguridad de los últimos años. Es un mensaje para todo el país, no sólo para el gremio, un “éstate quieto” brutal. Con el dólar en 17 pesos, con una canasta básica carísima, con la futura alza de impuestos y con todos los graves problemas que tenemos –muertos de la llamada guerra del narcotráfico, migrantes desaparecidos, daños colaterales, etc.– parecería oportuno. También deberíamos contextualizar a México. Ya no estamos en el siglo XX. Este es un país globalizado como todos. Debemos estar conscientes de que la derecha está imponiéndose en todo el mundo. Hay renacimiento de fascismos diversos y España es un ejemplo de ello; Gran Bretaña está hostilizando a los migrantes; Francia se luce con los cinturones de miseria de París, por ejemplo; Grecia e Italia están quebradas económicamente; el crimen organizado campea a lo largo y ancho del orbe; en Rusia, Putin tiene bien sujeto al ciudadano; en China ni se diga y, sin ir tan lejos, en USA asistimos a asesinatos constantes de afroamericanos con lujo de cinismo policíaco, así como a los asesinatos de mexicanos por los Rangers de Texas. Contactos norteños del Facebook se burlaron amablemente de los chilangos cuando surgieron los posts sobre los asesinatos de la Narvarte. “No lloren. Apenas empieza”, decían. En cuanto a la llamada guerra del narcotráfico, sigo pensando que el DF tiene otro trazo urbano que no facilita la lucha directa.
–¿Deberían todos los organismos defensores de los derechos humanos unirse para crear una alerta internacional de poder efectivo y acudir a los tribunales internacionales para que frene el genocidio en México?
–Estoy de acuerdo contigo, y seguramente están en ello así ongs como Artículo 19 y colectivos como Periodistas de a Pie, que han hecho su mejor esfuerzo para apoyar a los periodistas obligados a desplazarse de su Estado dentro de México o a Estados Unidos. Pero también hay que pensarlo todo a nivel internacional y las organizaciones podrían unirse con las de todo el mundo porque nos están matando en todas partes, y no sólo a los periodistas. ¿Qué se esconde detrás de los asesinatos de afroamericanos en Estados Unidos? Subir costos de vivienda en Londres, en Manhattan, Brooklyn y el Df, la famosa gentrificación es una forma de neutralizar a la población civil. Es una violencia soterrada. La clase media o media baja no puede pagar rentas feroces y va dejando libre el campo. ¿Cuál es el plan? ¿Sobramos todos? ¿Quiénes son realmente los miembros del “crimen organizado”?
ALEJANDRO MELÉNDEZ, FOTORREPORTEROSMX @FotoReporMX
“LOS PERIODISTAS SOMOS TODOS”
–¿Informar mata en México?
–Sí, claro, por supuesto. Las garantías para un periodista en México no están dadas. Esto es ya una masacre. Informar en México cuesta la vida.
–¿Históricamente ha sido el PRI un agresor activo y tenaz de la libertad de expresión?
–Por supuesto y también el PAN. También puede ser el PRD. Se trata de un sistema de Gobierno al que no le gusta que hablemos, que digamos las cosas, que critiquemos. Para el Gobierno es muy fácil matar callando. Han vendido la idea de que estamos en un sistema democrático, pero la democracia no existe en México.
–¿Por qué la sociedad civil no reacciona con más efectividad contra las vejaciones y homicidios a profesionales de los medios de comunicación?
–Creo que hay mucha indignación en la gente. La sociedad civil no está activa, pero ha estado diciendo por diferentes lugares que hay feminicidios, atrocidades, por todo el país. Han silenciado a la sociedad civil pagando a muchos medios de comunicación para que no se hable de esto. Creo que ahora más que nunca la sociedad civil ha demostrado su rabia, caminando junto a los periodistas y fotorreporteros en todas las marchas. Más bien creo que son los medios de comunicación en general los que les deben cosas a la sociedad civil. Los medios vieron ya la muerte de cerca y son ellos los que tienen que solidarizarse con la sociedad.
–¿Ha dejado de ser el DF zona liberada y esto, como se dice en el interior del país, recién empieza?
–Pues es eso lo que estamos diciendo los que vivimos en el Distrito Federal. Nos estamos planteando qué margen tenemos para decir las cosas, porque al parecer ya ningún resquicio de la ciudad está libre. Después de lo de Rubén mataron a una señora en una taquería. Finalmente eso es lo que importa, no sólo la cuestión de los periodistas, sino la garantía que tenemos todos los habitantes de este país para vivir y expresarnos con plena libertad.
–¿Deberían todos los organismos defensores de los derechos humanos unirse para crear una alerta internacional de poder efectivo y acudir a los tribunales internacionales para que frene el genocidio en México?
–Tocas un punto muy importante. Es lo más importante. Tienen que empezar a solidarizarse con nosotros. El mundo tiene que sacar a México del aislamiento en que se encuentra y donde se produce a diario el mayor genocidio contemporáneo en un país en presunto estado de democracia. Esto ha sido peor que las masacres en una guerra y los organismos internacionales deben tomar cartas en el asunto.
LOLITA BOSCH, PERIODISTA ESPAÑOLA EXPERTA EN TEMAS DE VIOLENCIA EN MEXICO, AUTORA DE CAMPOS DE AMAPOLA (Novela reportaje sobre el narco, la guerra y la paz), FUNDADORA DE “NUESTRA APARENTE RENDICIÓN”
“LA IMPUNIDAD ES MÁS GRANDE”
–¿Informar mata en México?
–La valentía de informar y querer estar informado ha sido un riesgo históricamente en México. Pero desde que comenzó la mal llamada guerra contra el narco, es un riesgo todavía peor. El tiradero es más grande, la impunidad es más grande y la crueldad es más grande. Como dijo recientemente la alcaldesa de Madrid Manuela Carmena: cuando se comprende cómo funciona la corrupción política se entiende perfectamente que hay dos mundos, el aparente y el real. Difundir qué está sucediendo en el mundo real en México se considera una afrenta. Y la afrenta al poder es un riesgo de muerte, sin duda.
–¿Históricamente ha sido el PRI un agresor activo y tenaz de la libertad de expresión?
–Claramente. El PRI es un sistema que se sujeta compacto, las oposiciones las absorbe y las pervierte, y contar los hilos que cosen este sistema es un acto que siempre, siempre, es castigado. Es claramente totalitario, hábil en su espectáculo pero totalitario.
–¿Por qué la sociedad civil no reacciona con más efectividad contra las vejaciones y homicidios a profesionales de los medios de comunicación?
–No lo sé. En este caso dudo que puedan recurrir al “algo habrán hecho” con el que se condena a menudo a todas las víctimas del país. Pero también sucede que la gente no sabe qué hacer, a quién ayudar, con quién colaborar, de qué modo, para qué sirve… Somos el resultado de una dictadura y desembarazarnos de esa estructura social que ha sometido en la apatía o la pobreza o la comodidad vergonzante a una gran parte del país será sumamente difícil.
–¿Qué hacer: dejar de informar para preservar la vida?
–No. Desde hace ya unos años venimos buscando recursos para informar y preservar la vida. Hay que encontrar cómplices con acceso a la voz internacional, hay que hacer comprensible el conflicto fuera de México, hay que seguir esforzándonos para concienciar a los ciudadanos y ciudadanas de México. Hay que seguir. Esta guerra, en dignidad, la debemos ganar nosotros.
–¿Ha dejado de ser el DF zona liberada y esto, como se dice en el interior del país, recién empieza?
–Sí. De hecho ya se podía prever que esto llegaría al DF de un modo tan contundente como lo ha hecho ahora. Pero ya había llegado. El impacto de estos cinco asesinatos ha sido brutal, sobre todo, porque dos personas que se vinieron a refugiar aquí han sido, presuntamente, perseguidas hasta la capital del país. Pero en el DF ya hemos visto muchos actos relacionados con esta guerra que seguimos catalogando como crimen habitual. No lo es. Es parte de una estructura tremenda y poderosa que tiene al país sometido. Cuando esto suceda con esta magnitud contra los habitantes del DF o contra el capital extranjero, el conflicto que estamos viviendo en México se hará internacional. Tristemente es así.
–¿Deberían todos los organismos defensores de los derechos humanos unirse para crear una alerta internacional de poder efectivo y acudir a los tribunales internacionales para que frene el genocidio en México?
–Deberíamos todos los defensores trabajar en red, como ya lo venimos haciendo desde hace mucho tiempo, y lograr que la sociedad civil, dentro y fuera del país, sea consciente de lo que estamos viviendo. Pero ir todos a una es una utopía. Lo hemos intentado muchas veces y trabajamos juntos en muchas cosas. Pero una guerra es una urgencia constante y tenemos poco margen de tiempo para pensar estratégicamente. No hay cuando parar y respirar tantito. Necesitamos que más gente se involucre en este camino común por la paz.
ALEJANDRO ALMAZÁN, PERIODISTA, AUTOR DE EL MÁS BUSCADO. PREMIO GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ DE PERIODISMO
“QUÉ LOCURA, ¿NO?”
–¿Informar mata en México?
–A ojo de pájaro, a la mayoría de los colegas los han asesinado por su trabajo periodístico y, casi siempre, está involucrado un político, un policía, alguien de las fuerzas armadas y, rara vez, el narco, como sucedió con José Alfredo Jiménez Mota. Quiere decir que los reporteros corremos más riesgo con los narcopolíticos, narcopolicías y narcomilitares que con los narcos-narcos. No digo que los narcos-narcos son los buenos de esta película. No. Esos también son unos asesinos y ojalá se oxiden en el infierno. Lo que digo es que hoy les tememos más miedo a esos por los que votamos. Qué locura, ¿no?
–¿Históricamente ha sido el PRI un agresor activo y tenaz de la libertad de expresión?
–Sí. Eso de plata o plomo no sólo es aplicable para los narcos-narcos. Es aplicable a las administraciones priistas. El PRI ha corrompido a todas las instituciones. Al periodismo también. Lo mismo hacen los demás partidos, sólo que su doble moral los lleva a ser menos cínicos. Todos los partidos tienen a sus sicarios en las redacciones. Mancera, Graco, los Duarte, Padrés, Alfaro, AMLO… quienes me digas tienen su estrategia de comunicación y todos van en contra de la transparencia y de la información. Hoy, lamentablemente, el PRI que nos gobierna es el más salvaje que nos ha tocado. Es un PRI al que no le importa el costo político. Puede hacer lo que dé su regalada gana y los medios que viven de su bolsillo lo aplauden. Hoy esos medios dicen que lo mejor que le podía pasar al PRI es que Beltrones lo dirija. Imagínate qué tan jodidos estamos en la libertad de expresión.
–¿Por qué la sociedad civil no reacciona con más efectividad contra las vejaciones y homicidios a profesionales de los medios de comunicación?
–La sociedad está cansada de que los medios le mientan y, en su hartazgo, mete a todos los reporteros en un solo costal. Prensa vendida es algo que nos hemos ganado a pulso por gente que tú y yo conocemos, y eso termina afectándole al gremio. También creo que la sociedad ya tiene demasiada difícil la vida como para preocuparse por alguien que ni de su familia es. Hay un sector que entiende que no todos somos iguales y se manifiesta en las redes sociales. Pero necesitamos más que eso. La sociedad debe entender que están matando a su mensajero.
–¿Qué hacer: dejar de informar para preservar la vida?
–Yo siempre digo que no hay nota que valga la vida. Pero hay notas donde ni siquiera hubieras imaginado que se te iría la vida. Quienes decidan ya no escribir de equis o ye asunto, para mí son igual de valientes que quienes sigue haciéndolo. No somos héroes y no creo que quien se precie de ser un reportero quiera ser un héroe. Me han preguntado por qué sigo en asuntos de violencia y les respondo que, como muchos de mis colegas que cubren estos temas, debo de estar loco. Sólo así me explico que sigamos en esto.
–¿Ha dejado de ser el DF zona liberada y esto, como se dice en el interior del país, recién empieza?
Desde hace tiempo el DF volvió a ser la ciudad del crimen: vimos cómo “levantaron” a jóvenes de una disco de la Zona Rosa, supimos del cadáver de una mujer, en pedazos, que dejaron dentro de una maleta en el metro… Mi teoría es que a Mancera no le gusta ni sabe ni quiere gobernar, así que le dejó todo el poder a Héctor Serrano, un tipo que viene de las cañerías del PRI. Él, Serrano, era (aún es) quien gobernaba el DF desde la Secretaría de Gobierno. Serrano dejó entrar al crimen. Es corrupto y, si la cabeza es corrupta, el resto tiene permiso para hacer de las suyas. El PRD capitalino es el mejor ejemplo de corrupción y el crimen es lo que busca para alimentarse. Mancera destruyó lo que el chilango y el propio gobierno construyeron en 12 años: una ciudad más o menos segura. En esa ciudad, refugiados o desplazados podían tomar un respiro. Hoy eso ya no es posible.
–¿Deberían todos los organismos defensores de los derechos humanos unirse para crear una alerta internacional de poder efectivo y acudir a los tribunales internacionales para que frene el genocidio en México?
–Sí. Pareciera que hoy sólo los tribunales internacionales pueden ayudarnos. Aunque, lo hemos visto con la Casa Blanca, Ayotzinapa, Apatzingán, etc, a Peña Nieto no le importa lo que se diga o se publique en el exterior. Como te decía antes, el costo político ya no es un freno para este PRI. El Grupo Atlacomulco creó un nuevo concepto de impunidad y todos los políticos, como Javier Duarte, creen que pueden salir sin ningún rasguño.
JAVIER VALDEZ CÁRDENAS, PERIODISTA Y ESCRITOR, FUNDADOR DE RIODOCE, PREMIO DEL COMITÉ PARA LA PROTECCIÓN DE LOS PERIODISTAS DE NUEVA YORK, AUTOR DE LOS MORROS DEL NARCO
“SI SE CALLA A UN PERIODISTA, SE CALLA A MUCHAS VOCES”
–¿Informar mata en México?
–Creo que sí, que ya no se teme a la información de carácter policial o referente al crimen organizado. Ahora se teme más a los políticos, por su intolerancia, por su cercanía y complicidad con el crimen organizado, pero también por su falta de cultura democrática y de medios. Creo que nada nos salva, a los periodistas y a la ciudadanía, de los cañones oscuros y fogosos de los criminales. El buen periodismo, ético, honesto, profesional, puedo ayudar un poco, mitigar acaso, tal vez sacarte de la mirilla de los fusiles automáticos, pero todo es provisional. Los callejones sin salida ahí están siempre, en espera, en un país de impunidad, corrupción y violencia, en el que mandan los malos que están dentro y fuera del gobierno.
–¿Históricamente ha sido el PRI un agresor activo y tenaz de la libertad de expresión?
–Creo que sí, que ha sido el PRI quien ha encabezado gobiernos represores, intolerantes y peligrosos para el ejercicio periodístico. Ya no es el PRI de los ochenta y noventa, que se preocupaba por las críticas, usaba mano izquierda, hacía relaciones públicas, buscaba granjear a los comunicadores o entenderse con ellos –con o sin billete de por medio-, para enfrentar críticas, denuncias. Ahora, la clase política es cínica. No les importa si los criticas, pero si vas más allá jalan el gatillo. Pero también incluyo en esto al PAN, cuyo anterior presidente, Felipe Calderón, fue sumamente intolerante con los medios de comunicación. Creo que también fue el de Calderón un gobierno peligroso para los periodistas, que se estrenó en la represión. La escuela, sin embargo, viene del tricolor, que dejó de ser solo un partido, para convertirse en una escuela de intolerancia, represiva y violenta.
–¿Por qué la sociedad civil no reacciona con más efectividad contra las vejaciones y homicidios a profesionales de los medios de comunicación?
–Son muchas razones. Creo que ante todo, de fondo, es un acto de sobrevivencia: ha cundido la idea de que criticar, protestar, va a tener como respuesta la represión, el acoso oficial, el asesinato y la desaparición. Es una señal enviada, insistentemente, por Fox, Calderón y ahora Peña Nieto. Los convoyes de militares y marinos por las calles, con los fusiles apuntando a la gente, tuvo, en parte –o es parte– de este fenómeno. Lo otro es la indiferencia, la apatía, la comodidad, de la sociedad mexicana. A eso se agrega la fórmula del no veo, no oigo, que es igual a no sufro y no me comprometo. Creo que la ciudadanía no ve a los medios como aliados, a menos que los necesite y eso ocurre cuando tiene un problema, una queja, una denuncia. Ve a los medios como reproductores del discurso oficial, corruptos y distantes. Debo agregar que la cobertura mediática sobre la violencia es de cuentamuertos, del llamado ejecutómetro, y eso abona a la deshumanización. Nosotros mismos hemos deshumanizado la cobertura y creemos que hacer periodismo es besar las huellas del poder y los poderosos. Además, no veo que la ciudadanía le dé la lectura adecuada a los asesinatos y amenazas contra periodistas: no alcanza a ver el impacto multiplicador que tiene en el ejercicio de la libre expresión: si se calla un periodista, un medio, se callan muchas voces. Y todos perdemos.
–¿Qué hacer: dejar de informar para preservar la vida?
–Creo que no, que el silencio es muerte y complicidad. Y ni tú ni yo estamos muertos ni somos cómplices. Creo que hay que aprender a medir las coyunturas, el momento, en tiempos de arenas movedizas: en Ríodoce, por ejemplo, hemos aprendido a ubicar quién manda en la región, cómo opera, con quién se entiende, y debatimos y podemos guardar información en espera de mejores tiempos. Guardarla, no cancelarla. Hay que ubicar qué información no se debe publicar, aprender a administrar la información, para administrar y disminuir los riesgos. Esto depende de coyunturas, pero también de la calidad, del peso, de la historia. Nosotros, en Ríodoce, discutimos, debatimos, en casos de este tipo, y es bueno tener un equipo para confiar, para analizar y decidir. Creo que muchos medios no lo tienen, lo cual es una desventaja. No basta con ser valiente, hay que agregar fuertes dosis de prudencia, humildad y responsabilidad a cada una de estas historias. De lo contrario, el reportero, solo y sin brújula y sin información de contexto, de la coyuntura, se desboca y se ubica en la mirilla de los cañones oscuros de narcos y políticos.
–¿Ha dejado de ser el DF zona liberada y esto, como se dice en el interior del país, recién empieza?
–Creo que sí, que el DF dejó de ser un santuario, una guarida. Y que las ejecuciones se están dando cada vez con más frecuencia en esa región del país, donde, por supuesto, está y estaba el narco, pero no se expresaba tan violentamente. Hay que buscar, entonces, nuevas formas y mecanismos, pero también nuevas regiones que sirvan como escondites ante casos de agresiones y amenazas.
–¿Deberían todos los organismos defensores de los derechos humanos unirse para crear una alerta internacional de poder efectivo y acudir a los tribunales internacionales para que frene el genocidio en México?
–Sí, deben reunirse, trascender al ámbito nacional, hacer un pronunciamiento conjunto, fuerte, contundente, pero también deben -y todos- revisar qué pasó en este caso, en qué se falló. Muchos organismos nacionales e internacionales no pasan de sobar las espaldas de las víctimas. Por eso creo que hay que hacer un ejercicio de autocrítica sobre lo que pasó con el caso de Rubén, la activista y las otras mujeres asesinadas. Creo que hay que mirar también para adentro, hacia nosotros mismos, y preguntarnos: por qué, si estaban amenazados, el reportero y la activista mantuvieron una vida pública, y encima –al menos el reportero- siguió publicando y creo que ambos siguieron dando declaraciones a los medios, por qué los organismos no lo guarecieron y tampoco lo hicieron los reporteros, que pudieron, por su cuenta, llevarlo a una casa y a otra y a otra, ayudando a mantener un perfil bajo, mientras la situación se calmaba. Yo digo, ahora, como una reflexión adicional, que queda hueca, ante estos asesinatos, el grito ese que parecía llenarnos tanto de esperanza y energía y sobredosis de amaneceres: cuando gritaban No están solos, qué estaban diciendo, porque ahora yo digo Sí estamos solos. Y mucho, muy solos.
ARTURO LARA “FLAMA”, FOTORREPORTERO FREELANCE
“LOS MÉTODOS PARA RECLAMAR SON CADUCOS”
–¿Informar mata en México?
–Desde hace mucho informar aquello que el aparato gubernamental no quiere escuchar y que salga a la luz, siempre ha sido motivo de censura, los métodos son variados, pero el más efectivo es el de callar en forma permanente a las voces opositoras.
–¿Por qué la sociedad civil no reacciona con más efectividad contra las vejaciones y homicidios a profesionales de los medios de comunicación?
–Hablar de la sociedad civil y su papel para cuestionar y exigir es un tema que debe ser visto desde distintas perspectivas, ya que hasta donde tengo memoria, sólo aquellos afectados directamente por alguna problemática son los encargados de encarar y protestar, pero son puñados de gente, a pesar que la problemáticas al final nos afectan a la mayoría de forma indirecta. Estamos acostumbrados a protestar sólo por lo que nos compete, aquello que no nos afecta a nosotros o a nuestros cercanos lo dejamos pasar por alto. La solidaridad cada vez se ha visto disminuida y sobre todo apabullada por los métodos de violencia con los que se toma revancha hacia la protesta gubernamental ,Y si no lo hacemos con nuestros cercanos, menos la sociedad arriesgará algo por alguien de algún medio de comunicación. “Al final los medios sólo dicen puras mentiras”.
–¿Qué hacer: dejar de informar para preservar la vida?
–Qué hacer?, cada comunicador debe responder a esa respuesta, ya que está en juego, su voz, su labor, su pasión, su sustento, pero también su vida. Yo te diría que no hay que bajar los brazos y seguir firmes en difundir la situación de las cosas, pero es fácil decirlo cuando no tienes llamadas o correos que te amenazan a ti y a tu familia.
–¿Ha dejado de ser el DF zona liberada y esto, como se dice en el interior del país, recién empieza?
–La toma del bastión que representa el DF viene desde hace pocos años planeada por el PRI, sin embargo y por fortuna no se ha podido concretar, sin embargo el mecanismo desde por lo menos año y medio o dos antes de las pasadas elecciones, la ciudad se volvió a convertir en aquella urbe llena de secuestros, asaltos e inestabilidad que había logrado erradicar, aunque no por completo, pero lo suficiente como para que extranjeros y gente de provincia quisiera venir a radicar acá. Yo digo que la inestabilidad la ha orquestado el PRI, primero para derrocar al PRD y que la opinión ciudadana lo cuestionara y segundo para entrar con todo y apoderarse por completo del país.
–¿Deberían todos los organismos defensores de los derechos humanos unirse para crear una alerta internacional de poder efectivo y acudir a los tribunales internacionales para que frene el genocidio en México?
–Las ONG e institutos de derechos humanos, son como de chocolate en el país, sus pinches recomendaciones que hacen hacia las fuerzas armadas no sirven pa ni puta madre, pero bueno tienen que hacer que trabajan, ¿no? Internacionalmente funcionan sólo para vitalizar globalmente la situación, pero los hechos son claros, cuántas naciones en conflicto no han podido ser ayudadas por décadas por estos organismos, o sea valen igual pa pura chingada. Pienso que los métodos de la sociedad civil para reclamarle al gobierno son caducos, ya no sirven, se requieren de nuevas estrategias para hacernos escuchar, quizá se tenga que subir el tono. Lo que sí es un hecho es que nos faltan líderes, gente con visión clara que decida arriesgar a encabezar un movimiento. Somos muchos los que estamos cansados e indignados, y por lo tanto listos para que esto se lleve a otro nivel de exigencia, cuál?, ya lo veremos.
GABRIEL BAUDUCCO, PERIODISTA, ESCRITOR. CONDUCTOR DEL PROGRAMA LA PURA VERDAD EN TV AZTECA
“EL DOLOR DE SIEMPRE, LA INDIGNACIÓN DE SIEMPRE”
–¿Informar mata en México?
–Sí, algunas veces sí. O, mejor dicho, los que matan o mandan a matar son los autoritarios que no soportan la información fluyendo con la naturalidad de hoy. “En la venganza, el más débil siempre es el más feroz”, decía Honoré de Balzac. Y no es que quiera poner a los más feroces en el lugar de los más débiles; porque la única debilidad que veo en los autores intelectuales de los asesinatos de periodistas, es la debilidad moral.
–¿Históricamente ha sido el PRI un agresor activo y tenaz de la libertad de expresión?
–No hay ningún partido que se sostenga setenta años en el gobierno si no es agrediendo de muchas maneras. Coartar la libertad de expresión es una de ellas. Las preguntas a contestar por millones de personas es si el partido está preparado para un cambio profundo o si la población está dispuesta a la ausencia de ese cambio.
–¿Por qué la sociedad civil no reacciona con más efectividad contra las vejaciones y homicidios a profesionales de los medios de comunicación?
–Quizá porque no se ha hecho evidente que cuando los periodistas son asesinados y los casos no son resueltos y los autores no son castigados, es que hay un enorme sistema de poder operando para que eso no sea posible. Hace unos días alguien me puso un comentario en Facebook que decía que “todos los días muchas más personas son asesinadas, pero no son periodistas y no hacen tanto ruido”. Cierto, ciertísimo. Pero sucede que los periodistas son asesinados por mostrar lo que quiere ser ocultado, por decir aquello que desea ser callado: los actos de corrupción, la amigable y hasta beneficiosa convivencia del poder institucionalizado con las organizaciones criminales, los miles de asesinatos… por ejemplo.
–¿Qué hacer: dejar de informar para preservar la vida?
–No. Aunque el miedo es incuestionable. Y si un periodista decide cambiarse de fuente, comenzar a reportar sobre asuntos menos preocupantes y resignar sus ideas en pos de su integridad y la de sus compañeros y familia, también en comprensible.
–¿Ha dejado de ser el DF zona liberada y esto, como se dice en el interior del país, recién empieza?
–El DF no es una zona liberada desde hace mucho tiempo. Durante el sexenio de Felipe Calderón eso se hizo evidente. Los grupos criminales operan en las confusiones que propician la multitudinaria población del Distrito Federal. Se ocultan a la vista de todos.
–¿Deberían todos los organismos defensores de los derechos humanos unirse para crear una alerta internacional de poder efectivo y acudir a los tribunales internacionales para que frene el genocidio en México?
–Sí, deberían. Son decenas de miles de muertos en cada gobierno. Antes y ahora. Llevamos diez años de un horror al que muchos parecen haberse acostumbrado. Yo no me acostumbro, a mí me da el dolor de siempre, la indignación de siempre.
FEDERICO MASTROGIOVANNI, PERIODISTA ITALIANO RADICADO EN MÉXICO. AUTOR DEL LIBRO Y DOCUMENTAL NI VIVOS NI MUERTOS
“SI SE DEJA DE INFORMAR, NO SE PRESERVA LA VIDA”
–¿Informar mata en México?
–No mata informar. Mata un Estado que no cree en la libertad de prensa como valor democrático y que permite impunemente que se maten los periodistas. O, con siempre mayor frecuencia, que participa activamente en las amenazas, desapariciones y asesinatos de periodistas. Es un Estado cómplice que ya no defiende a la prensa ni siquiera formalmente, como demuestra la criminalización de las victimas como práctica constante de las instituciones, también en el caso de Rubén y de las otras cuatro personas asesinadas el 31 de julio.
–¿Históricamente ha sido el PRI un agresor activo y tenaz de la libertad de expresión?
–Yo no estuve en México en la “época de oro” del PRI. No la he vivido. Lo que puedo decir es que en estos años de regreso “en gran estilo” del PRI se ha agudizado la agresión a periodistas y la impunidad es prácticamente total. Recuerdo la campaña electoral de 2012 y supuestos “periodistas” (que aquí si no me equivoco se llaman “chayoteros”) afirmando descaradamente que era un “nuevo PRI” y que había que “darle una oportunidad”. El resultado está frente a todos.
–¿Por qué la sociedad civil no reacciona con más efectividad contra las vejaciones y homicidios a profesionales de los medios de comunicación?
–Creo que la sociedad civil, o sea todos nosotros, tenemos una enorme responsabilidad en lo que está pasando, en la aceptación de la violencia como algo normal y aceptable. Hemos aceptado todo, decapitaciones, homicidios, matanzas, feminicidios, desapariciones forzadas, agresiones a migrantes, asesinatos de periodistas. Sin embargo es cierto que después de décadas de dieta de “pan y circo”, con una clase política que habla a través de las telenovelas de Televisa (si no me equivoco la misma Primera Dama salió de alguna telenovela) y que regala pantallas de televisión mientras quita recursos a la educación pública, resulta bastante difícil desarrollar un sentido de responsabilidad en la ciudadanía. Pero esto no puede ser una justificación. Tampoco la pobreza lo es, porque hay movimientos de gente pobre, “guarachuda”, como me dijo una vez Omar García de Ayotzinapa hablando de sí y de sus compañeros, que siendo pobre no se deja engañar, y no se deja alcanzar ni rebasar por la deshumanización. Por esto los estudiantes normalistas entre otros muchos movimientos sociales, deben ser un ejemplo y una referencia.
–¿Qué hacer: dejar de informar para preservar la vida?
–Si se deja de informar no se preserva la vida. Es una ilusión barata. Si se deja de informar gana la violencia. Más periodistas son asesinados, más fuerte tenemos que gritar. Más fuerte tenemos que escribir y levantar la cabeza, porque si existe una posibilidad de convivencia pacifica y democrática pasa a través de la información honesta y libre, no a través del miedo, si no se llama dictadura.
–¿Ha dejado de ser el DF zona liberada y esto, recién empieza?
–Creo que el mensaje es claro, parafraseando lo que escribía hace un par de días Jenaro Villamil: si haces periodismo cuestionando el poder (lo que es redundante, porque esto es justamente el papel del periodismo) tienes que tener miedo adonde sea, en una fiesta, en una reunión de amigos, hasta en el DF, donde todos nos sentíamos seguros. O simplemente si piensas libremente y dices lo que piensas. Esto ya no está permitido. La respuesta es: ni madres. Tienen que matarnos a todos antes de que nos callen.
–¿Deberían todos los organismos defensores de los ddhh unirse para crear una alerta internacional de poder efectivo y acudir a los tribunales internacionales para que frene el genocidio en México?
–Lo que ha pasado en México en los últimos años se parece dolorosamente a un genocidio. Creo que sería oportuno que el frente de defensa de derechos humanos fuera común, fuerte y en comunicación con organismos internacionales, para que se empiece a ver México como lo que es: la tumba de los derechos humanos.
MARCELA TURATI, FUNDADORA DE “PERIODISTAS DE A PIE”, PREMIO GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ DE PERIODISMO. PREMIO FUNDACIÓN NIEMAN DE LA UNIVERSIDAD DE HARVARD
“NO HAY COSTO POLÍTICO, NO HAY COSTO JUDICIAL”
–¿Informar mata en México?
–Desde hace años vemos que sí, que México es uno de los países donde más periodistas son asesinados. Estamos desde hace varios años en rankings nada honrosos: entre países no libres para la prensa, en la lista de los 12 con más impunidad en crímenes contra periodistas, en los más mortíferos algunos años al lado de Irak cuando estaba en plena guerra. Informar mata porque no existe justicia, los crímenes siempre quedan impunes, nadie paga por silenciar a un periodista y eso alienta a que se siga silenciando a más. No hay costo político, no hay costo judicial.
–¿Históricamente ha sido el PRI un agresor activo y tenaz de la libertad de expresión?
–Con el PRI comenzó la relación perversa entre la prensa y el poder, el “no te pago para que me pegues”, el disciplinamiento de los medios, el chayo, la corrupción. Pero veo que políticos de todos los partidos copiaron la fórmula.
–¿Por qué la sociedad civil no reacciona con más efectividad contra las vejaciones y homicidios a profesionales de los medios de comunicación?
–La gente común generalmente no reacciona ante los crímenes contra periodistas. Esto es por la histórica y perversa relación entre la prensa y el poder, en gran parte a través de la asignación publicitaria y el intercambio de favores, de la mayoría de los medios (y muy especialmente las televisoras). La mayoría de los medios defienden los intereses de los gobernantes, traicionan a los ciudadanos. Otra razón es que falta conciencia sobre el papel del periodista. No se entiende que cuando se silencia a un periodista se silencia a la sociedad entera y que donde se instala el silencio gana la muerte.
–¿Qué hacer: dejar de informar para preservar la vida?
–Al contrario: Hay que hacer más y mejor periodismo que antes, pero de manera distinta. En algunos lugares sería bueno trabajar en equipo haciendo investigaciones grupales, crear estrategias de publicación que difuminen los riesgos, aprender a cuidarse de manera distinta y leyendo mejor el contexto. En otros momentos habrá que aprender a esperar el momento exacto para publicar o pasar información a quien pueda publicarla sin exponerse. Estoy convencida de que donde se instala el silencio gana la muerte y que la lucha contra el silencio es una lucha por la vida.
–¿Ha dejado de ser el DF zona liberada y esto, como se dice en el interior del país, recién empieza?
–Antes hubo amenazas a reporteros defeños. También acá varios periodistas han recibido amenazas cuando sus notas incomodan aunque quizás más sutiles: visitas de narcoabogados a sus redacciones, llamadas advirtiendo que hay temas que no se tocan, seguimientos, etc. Pero nunca como ahora se había tenido esa sensación generalizada de que se rompió la burbuja. Con el asesinato de Rubén ese fue el mensaje.
–¿Deberían todos los organismos defensores de los derechos humanos unirse para crear una alerta internacional de poder efectivo y acudir a los tribunales internacionales para que frene el genocidio en México?
–Creo que se requieren muchas cosas. La más importante es que la justicia funcione y se investiguen y castiguen crímenes contra periodistas, y esa es la solución más efectiva para prevenir otros crímenes. Creo que eso se lograría si en México funcionara una CICIG como la de Guatemala, un órgano de expertos internacionales dedicado a revisar el funcionamiento de la justicia y que tiene como misión acabar con la impunidad en los crímenes contra periodistas o, mejor aún, en los crímenes contra cualquier ciudadano. Urge por ahora analizar por qué no funcionan las leyes y los mecanismos de protección a periodistas. Otra urgencia es ayudar a los periodistas que han huido para salvar su vida a que tengan las condiciones para que puedan continuar con sus investigaciones, porque si sólo sacamos a periodistas perseguidos los silenciadores ganarán la batalla. Este es un momento de ver qué sirve, qué no sirve y replantearnos todos cómo apoyar para que los periodistas podamos seguir publicando sin exponer la vida.
CECILIA GONZÁLEZ, PERIODISTA, CORRESPONSAL DE MÉXICO EN BUENOS AIRES. AUTORA DEL LIBRO NARCOSUR / LA SOMBRA DEL NARCOTRÁFICO MEXICANO EN LA ARGENTINA
“HAY MUCHO MIEDO”
–¿Informar mata en México?
–Sí, por supuesto, las evidencias están a la vista. Ya tenemos a 88 compañeros asesinados.
–¿Históricamente ha sido el PRI un agresor activo y tenaz de la libertad de expresión?
–Sí, durante décadas controló a los medios de comunicación en el país, evitó la libertad de expresión, y en los feudos provinciales que nunca dejó de controlar, las intimidaciones a la prensa que no se dejaba sobornar siguen siendo cotidianas.
–¿Por qué la sociedad civil no reacciona con más efectividad contra las vejaciones y homicidios a profesionales de los medios de comunicación?
–No lo sé. Quisiera saberlo.
–¿Qué hacer: dejar de informar para preservar la vida?
–Para algunos de los compañeros esa ya es la única opción. Hay mucho miedo.
–¿Ha dejado de ser el DF zona liberada y esto, como se dice en el interior del país, recién empieza?
–Me parece que hay un problema de concepto. El DF no era una “zona liberada”, porque eso implicaría que acá los criminales actuaban como querían. Era lo que muchos llamaban “un oasis” porque las agresiones se multiplicaban en los estados, no en el DF. El quíntuple asesinado de la Narvarte fue el aviso de que ya llegaron a operar también en la capital.
–¿Deberían todos los organismos defensores de los derechos humanos unirse para crear una alerta internacional de poder efectivo y acudir a los tribunales internacionales para que frene el genocidio en México?
–Es un buen deseo, pero es sólo eso: un deseo, porque ponerlo en la práctica es muy difícil, ¿cómo se lograría un efecto real? No lo sé. Si bien es cierto que necesitamos más apoyo internacional, ya ha habido pronunciamientos de organismos como la ONU, pero no se llega a nada. Me gustaría ser más optimista, decir, como siempre, que pese a todo el trabajo colectivo es lo que nos va a salvar, lo que va a permitir que haya cambios. Pero esta semana ha sido particularmente dura, como muchos de mis compañeros no tengo respuestas, no sé qué se puede hacer, porque ellos desde allá se han esforzado mucho durante los últimos años, organizándose, denunciando, protestando, pero la tragedia continúa.