Pugna entre republicanos

El verdadero dilema ante sus ojos es seguir apoyando a Bush o virar hacia la propuesta de Trump

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Donald Trump no ha sido el único populista en la carrera política. Crédito: Archivo | EFE

No queda la menor duda, hay un conflicto interno dentro del Partido Republicano.  Es una pugna política entre dos facciones disímiles que no logran aglutinar a todo el grueso de sus seguidores.

A un lado se encuentra la vieja guardia o el llamado establishment, misma que ha apoyado la candidatura de Jeb Bush, pensando que su condición de político moderado, su historial cristiano y su bilingüismo permitiría réditos políticos en las elecciones presidenciales.

En el otro lado está la nueva facción liderada por Donald Trump. Su base política está compuesta por los miembros del Tea Party. A ellos se han conjuntado otros grupos de extrema derecha, como los anti inmigrantes, los segregacionistas, nativistas y creyentes en la doctrina aislacionista de Estados Unidos con respecto a temas internacionales.

Los “trumpistas” ya no son ese grupo amarillista sin convicciones políticas.   Su agenda de gobierno ya la conocemos todos.  Es descabellada porque atenta contra los derechos civiles.  Es machista debido a que su líder, Donald Trump, es uno de los individuos más sexistas del planeta.  Es contraproducente a la democracia porque apoyan a un dirigente con características autoritarias.

A pesar de toda esta irracionalidad, Trump crece dentro de su partido político.  Los votantes moderados (swing voters), a diferencia de los republicanos y demócratas, no tienen una base ideológica establecida.  Pueden llegar a ser presa fácil de Trump.

Así, hoy los dirigentes republicanos tienen un verdadero dilema ante sus ojos. Seguir apoyando a Bush o virar hacia la propuesta de Trump.

Si es que Bush gana las elecciones primarias de su partido, es muy probable que los seguidores radicales de Trump no le brinden su apoyo.  Entonces insistirán en una tercera alternativa, tal como sucedió en las elecciones de 1992 con Ross Perot.  Trump sería el llamado a levantar esa bandera.

Por su parte, el electorado latino está sumamente resentido con Bush.  Nunca supo dar la cara en el momento en que Trump instigó a los latinos de violadores y delincuentes. Por el contrario, Bush hizo utilidad de la misma retórica racista de su contrincante, al referirse como “anchor babies”a los hijos de los migrantes latinos.

Irónicamente, Trump se ha convertido en una propuesta real, aunque escalofriante, de los republicanos.  Es difícil creer que un personaje prejuicioso, machista, autoritario y explotador de trabajadores pueda tener opciones de llegar a la Casa Blanca.

En las elecciones primarias de los republicanos todo puede suceder; nada está excluido. Las dos facciones siguen en pugna. Si los nativistas anti inmigrantes ganan y eligen a Trump, a los latinos solo nos queda rezar o movilizarnos como nunca para votar por una propuesta más incluyente.

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