La criatura que esconde el secreto de la inmortalidad

Viven por años en los océanos y no muestran signos del paso del tiempo. Y, aunque no lo parezca, tienen mucho en común con los humanos. ¿Pueden las anémonas de mar ayudarnos a encontrar el secreto de la eterna juventud?

Antes se pensaba que las anémonas de mar eran plantas.

Antes se pensaba que las anémonas de mar eran plantas.  Crédito: SPL | BBC

Con los años, el cuerpo humano comienza lentamente a encogerse y los músculos empiezan a aflojarse a medida que las células mutan y mueren. Nuestros sentidos, la agilidad mental… todo entra en una paulatina decadencia.

Éste es un proceso que afecta a todos los seres vivos, excepto a las anémonas de mar, un animal frecuentemente ignorado que hasta hace no mucho tiempo se pensaba que era una planta.

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Las anémonas de mar son animales de cuerpo blando que se adhieren a las rocas y arrecifes de coral en aguas superficiales.

Y aunque no lo parezca, tienen mucho en común con nosotros.

Pero ello, científicos creen que entender cómo logra mantenerse siempre joven podría ayudarnos a comprender mejor –y eventualmente hacer más lento– el envejecimiento en los humanos.

“Animales inmortales”

Hay más de 1.000 especies de anémonas. Su tamaño varía: unas miden unos pocos centímetros, otras cerca de un metro. Se las encuentra en todos los océanos del mundo, desde los más cálidos hasta los más fríos.

Hay más de mil especies de anémonas de mar.

Se valen de sus tentáculos para inyectar veneno en los pequeños peces y camarones que se les acercan, y guían a las víctimas paralizadas hasta un orificio en su cuerpo que hace al mismo tiempo de boca y ano.

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En las condiciones adecuadas su vida puede ser muy extensa.

“Hasta donde sabemos, estos animales son inmortales”, le dice Dan Rokhsar, profesor de genética de la Universidad de California, Estados Unidos, a Mary Colwell, de la BBC.

Viven en todos los océanos del mundo, tanto en aguas cálidas como frías.

“Viven por mucho tiempo. Hay registros de una que vivió por 100 años. No tienen vejez. Viven para siempre y proliferan. Simplemente se van volviendo más grandes”, añade el investigador.

Efectivamente, si a las anémonas les cortas un tentáculo, les crece otro. Y si le cortas la boca, la remplazan con una nueva. Mientras que no las envenenen o se las coman, como ocurre muchas veces, continúan viviendo.

Ancestro común

Las anémonas de mar parecen evitar los efectos adversos del paso del tiempo.

Con el paso del tiempo, las anémonas de mar crecen, pero no envejecen.

“Pueden tener tumores, pero hemos visto muy pocos casos. Están constantemente reponiéndose sin tener cáncer”, señala Rokhsar.

En vez de envejecer, se mantienen siempre jóvenes y en pleno funcionamiento.

Cómo lo hacen no está claro. “Nos gustaría encontrar al gen o el mecanismo que les permite evitar el envejecimiento”, explica el científico, que está investigando el secreto de la eterna juventud de las anémonas de mar.

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Pero incluso si lo encuentran, ¿arrojaría esto nueva luz sobre el proceso de envejecimiento en los humanos?

El hecho es que anémonas y humanos tenemos mucho en común.

Según explica Rokhsar, tienen un ancestro común con los seres humanos.

“Las anémonas de mar son los animales más simples que tienen un sistema nervioso”, dice Rokhsar.

“Y aunque éste no está organizado de la misma manera que el nuestro, las anémonas tienen una red de neuronas que les permite responder a los estímulos y ser depredadores muy activos”.

Sus tentáculos pueden dejar a una presa inmóvil, su boca puede abrirse y cerrarse voluntariamente y tienen un aparato para digerir alimentos. Todo esto apunta a un ancestro común con los seres humanos.

Similitudes

“Hemos encontrado muchas similitudes que no hemos visto al comparar humanos con moscas de la fruta o nematodos”, comenta Rokhsar.

Hay paralelismos en la forma en que están organizados los genomas y en las formas en que los genes están estructurados, lo que revela “un vínculo que se remonta a 700 millones de años”.

Pero también hay reflexiones filosóficas.“¿Hasta qué punto la inmortalidad de una anémona de mar y la de un ser humano son la misma cosa?”, se pregunta Rokhsar.

Una anémona de mar vive sencillamente el momento. La gente, por otro lado, tiene pensamientos, conciencia y recuerdos que quiere retener.

Y mantener esto intacto en un cuerpo que se regenera no es algo en lo que nos puedan ayudar las anémonas.

“Esto está en otro orden de cosas”, concluye Rokhsar.

Hay muchos paralelismos entre los humanos y las anémonas, por raro que parezca.

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