La culpa no es de los musulmanes
La secuela de muerte sirve para que las aves de rapiña vuelquen toda su voracidad en contra de la religión musulmana y de los inmigrantes
El terrrorismo se hace presente nuevamente dejando una estela de muerte. Los ataques terroristas ocurridos en Paris nos llenan de tristeza, de frustación, de enojo y hasta de temor. Pero lo que es dolor y tragedia para la mayoría es también caldo de cultivo para los cínicos.
El candidato republicano multimillonario y anti inmigrante, Donald Trump, con total desatino y falta de prudencia, aprovechó lo ocurrido para lanzar un mensaje de twitter señalando que Francia era un país con una de las legislaciones mas restrictivas en materia de armas. Después lo borró, pero queda claro que este sujeto está blindado a cualquier sentido de compasión por los demás.
Y la secuela de muerte sirve además para que las aves de rapiña vuelquen toda su voracidad en contra de la religión musulmana y de los inmigrantes.
¿Es justo acaso culpar a los musulmanes por la acción criminal de un grupo de enfermos radicales que de manera oportunista han mal entendido los preceptos del Corán para poder justificar su actividad terrorista?
¿Es justo culpar de las acciones criminales de ISIS a los refugiados sirios que han buscado amparo en el auto exilio para salvar sus vidas y la de sus familias?
La respuesta a estas dos preguntas es un rotundo no.
El Islam es una religión que promueve la paz entre los seres humanos y entre las naciones.
Encasillar a millones de personas, desde la comodidad de nuestros prejuicios, en la categoría de terroristas es irresponsable y cobarde.
Los acusadores olvidan que ISIS ha dado muerte a más de 200,000 musulmanes en los últimos años.
Pero como no basta con demonizar a una religión, los cañones se enfilan también en contra de los exiliados sirios, y de los inmigrantes en general. La pobre gente que ha dejado atrás sus hogares, familias y cultura ahora son señalados como agentes infiltrados o en el mejor de los casos como semilla mala que hará germinar el fruto del terrorismo en el futuro.
Son tiempos malos para practicar la religión musulmana y para ser extranjero.
Y al final, los ganadores absolutos son los terroristas que siembran muerte y miedo. Una nación pierde su relativa paz y estabilidad. Mas de un centenar de familias lloran por la perdida infame, injustificada e irracional de sus seres queridos. Y como daño colateral quedan aquellos que por profesar una religión diferente, muchas veces incomprendida; o por ser distintos, ahora van a caer víctimas del arrebato social y quizás de autoridades que se verán abocadas a tomar medidas represivas en contra de gente que están muy lejos de las acciones criminales de unos pocos.