Una enfermedad puede ser el camino para la residencia permanente

Inmigrante indocumentada con cáncer fija sus esperanzas de vida en un proceso migratorio al que es elegible gracias a sus hijos ciudadanos

11/18/15 /LOS ANGELES/Ana Lilia Martinez with daughters Ana (R), 17, and Ashley, 8, relates how the cancer that claimed her eye is now spreading to her brain.  (Photo by Aurelia Ventura/La Opinion)

11/18/15 /LOS ANGELES/Ana Lilia Martinez with daughters Ana (R), 17, and Ashley, 8, relates how the cancer that claimed her eye is now spreading to her brain. (Photo by Aurelia Ventura/La Opinion) Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinion

La vida de Ana Lilia Martínez dio un dramático vuelco hace cuatro años cuando un cáncer fulminante le provocó la pérdida de un ojo. Y cuando aparentemente ya todo parecía volver a la normalidad, el tumor canceroso regresó con fuerza hace 10 meses.

Ahora toda sus esperanzas para recibir un mejor cuidado médico las tiene puestas en que aprueben su petición de residencia permanente, gracias a un proceso especial al que es candidata gracias a sus cuatro hijos nacidos en Estados Unidos.

La petición es muy poco conocida por los inmigrantes y está destinada para los padres de estadounidenses que padecen ciertas enfermedades o condiciones médicas. La solicitud de residencia se baja en el argumento de que los hijos enfrentarían a un sufrimiento extraordinario y excepcional en caso de que sus padres fueran deportados.

“Mi esposo y yo vamos a cumplir 20 años de vivir sin papeles. Somos de Acapulco, México. Y aquí nacieron nuestros hijos: Ana Karen de 17 años; Luis Julián de 15 años; Jacqueline de 13; y Ashley Cristina de 8 años”, dice Martínez.

El calvario de esta madre de familia comenzó en el 2011 cuando a sus 36 años comenzó con fuertes sangrados, dolores de cabeza y mareos.

“Me decían que era una infección, sinusitis, no le atinaban. Hasta que empecé a perder la vista y fui al oculista, y éste me mandó a urgencias. Tras 12 horas de estudios me dijeron que era cáncer en el ojo”, recuerda.

Ana Lilia perdió su ojo por un cáncer fulminante. /Aurelia Ventura
Ana Lilia perdió su ojo por un cáncer fulminante. /Aurelia Ventura

Martínez cuenta que tras ser operada y perder su ojo, pensó que el cáncer había quedado atrás, pero hace unos meses volvió. “Me operaron de nuevo y removieron parte del tumor en el cerebro. Dicen que no pueden hacer mucho, porque si lo eliminan todo, dañarían una vena que se conecta al corazón y puedo morir”, precisa.

Debido a que no ve ninguna mejoría y no se le calman los dolores de cabeza  y huesos, decidió dejar las radiaciones.

Lo peor del caso es que  ha sentido que por ser indocumentada no le han dado un buen cuidado médico.

“Yo lo he visto cuando me han tenido hospitalizada. Cuando llamo a una enfermera desde mi cama, tardan mucho en venir, pero si es un anglosajón, corren a atenderlo. Siento que no les importo a los médicos”, observa.

Su esposo Federico Barajas quien trabaja como pintor de tejas en una fábrica, confirma que no les ve a los médicos ningún interés por ayudar a su esposa y darle una mejor atención.

Alivio en base al sufrimiento

El abogado, experto en migración Alex Gálvez dice que está por presentar una solicitud de residencia para Martínez con base en el sufrimiento que provoca su enfermedad a sus cuatro hijos ciudadanos.

“Vamos a usar el sufrimiento psicológico y emocional de los niños para obtener la residencia, aunque la persona de la enfermedad es el indocumentado. Normalmente se solicita la residencia para los padres indocumentados que tienen hijos ciudadanos enfermos pero aquí es al revés. Son peticiones contempladas dentro de la Corte de Migración que no se dan con frecuencia pero que otorgan la residencia permanente”, explica.

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Tras 20 años de vivir sin papeles, una inmigrante de Acapulco, podría regularizar su estado migratorio debido a que es enferma de cáncer y tiene hijos ciudadanos. /Aurelia Ventura

Gálvez expone que se tomará como dos años conseguirle la residencia. “Cada octubre salen como 4,000 visas para este tipo de casos en el país pero ella puede tener un permiso de trabajo en cinco meses”, observa.

Explica que el argumento aquí es que los hijos dependen mucho de ella.

En lo esencial, la familia depende física, emocional y económicamente de la madre”, expuso.

En términos técnicos, lo que van a pedir es una cancelación de remoción, basado en que ha pasado en el país más de diez años y tiene hijos ciudadanos menores de 21 años y tiene buena conducta moral, nunca ha sido deportada.

El pronóstico de vida es incierto para esta madre inmigrante. “Nunca se sabe pero el saber que va a obtener la residencia permanente puede ser una motivación muy fuerte para ella”, considera el abogado Gálvez.

Martínez dice que su sueño es obtener la residencia para conseguir un cuidado de salud más equitativo. “También sueño con llevar a mis hijos a conocer Acapulco. En estos 20 años que he estado fuera, murió mi padre, mataron a dos de mis hermanos”, dice mientras se seca las lágrimas.

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Ana Lilia Martinez dice que su sueño es obtener la residencia para conseguir un cuidado de salud más equitativo. /Aurelia Ventura

Urgencia económica

La familia de Ana Lilia Martínez se encuentra en una situación económica muy precaria. La madre pidió a quienes puedan ayudar con donativos económicos o incluso ropa para su familia enviarlo a la oficina del abogado en migración Alex Gálvez ubicada en el 510 del oeste de la calle 6 de Los Ángeles, 90014, suite 410. También pueden llamar al teléfono 213-623-2358.

Residencia permanente para padres indocumentados enfermos

El abogado en migración, Alex Gálvez explica que la petición de residencia permanente para los padres indocumentados enfermos se da cuando hay hijos ciudadanos como en el caso de  Martínez que los solicitan bajo el argumento de que se enfrentarían a un sufrimiento extraordinario y excepcional en caso de que fueran deportados.  “Ya de si por si al ver a la madre enferma de un cáncer recurrente sufren demasiado”, puntualiza.

Precisa que no es una visa sino una residencia permanente, solicitada tanto para beneficiar a los padres indocumentados con hijos con ciertos tipos de condiciones o enfermedades que son ciudadanos estadounidenses, como para padres indocumentados enfermos que tienen hijos nacidos en el país.

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Con la residencia a los padres se garantiza que no los vayan a deportar y lo que se trata es de proteger a los menores de esta nación.

“Es uno de los alivios más fuertes que se obtienen a través de las cortes de migración, y los jueces ven estos casos con muy buenos ojos. Por lo general los aprueban”, observa.

Como residente permanente Martínez va a poder ser elegible para recibir más opciones médicas para atenderse porque ahora ha sido víctima hasta de bullying al solicitar la cobertura médica.

“Por ser indocumentada, ella se siente inferior cada vez que va a pedir o recibir servicio de salud”, anota.

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