Editorial: La explotación política del miedo

Es un grave error confundir toda una religión con los extremistas que apelan al terrorismo

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Crédito: Captura de pantalla | Impremedia

Los atentados de París y de San Bernardino dejaron a los estadounidenses con un sentido de vulnerabilidad que no se ha visto desde el 9/11. También con un resentimiento hacia los musulmanes que es alimentado desde la primaria presidencial republicana gracias a la popularidad de Donald Trump y compañía. Las reacciones agresivas y gratuitas contra este grupo religioso es una victoria de los terroristas que explotan los sentimientos de odio hacia ellos como propaganda para reclutar adeptos.

Los reportes de amenazas y agresiones contra musulmanes surgen a lo largo de la nación. Hay  mezquitas vandalizadas, atacadas con disparos o incendiada como en Coachella, California, o con manifestantes armados hasta los dientes como en Irving, Texas. Al mismo tiempo, las agresiones individuales contra las personas percibidas como musulmanas siguen en aumento.

Desde los ataques las Torres Gemelas hasta hoy ha existido un permanente sector xenofóbico contra los musulmanes. Por eso los delitos contra los ellos son el único crimen de odio hacia una minoría que no ha bajado entre 2002 y 2014, según el FBI. La desconfianza se diseminó con los atentados recientes, haciendo que el discurso nativista gane un espacio público con el temor a los musulmanes atizado por varios candidatos. El punto más alto parece ser la propuesta de Trump para prohibir el ingreso al país de cualquier musulmán hasta que se aclare el panorama.

¡Qué victoria para ISIS!

Las encuestas muestran que la mayoría de republicanos respaldan las ideas de Trump de prohibir el ingreso y a tener en una base de datos a todos los musulmanes. Los extremistas lograron que se confunda un grupo radicalizado religioso con millones de personas pacíficas que profesan la misma fe. Hoy están más cerca de lograr el conflicto ansiado.

Es trágico que esto pase en una sociedad abierta y multicultural como la nuestra. El miedo es una mala guía que condujo, por ejemplo, al encierro de más de 100 mil ciudadanos y residentes legales de origen japonés en la Segunda Guerra Mundial.

El miedo, ya sea a los inmigrantes o al ébola, es un poderoso instrumento abierto a la manipulación de los políticos, que apelan a los instintos primarios de los votantes. Es un arma peligrosa que beneficiará la ambición del político de turno pero dañará tanto la paz interna como el papel de Estados Unidos en el mundo.

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