Editorial: Un cambio para América del Sur

Los votantes apostaron por un giro de 180 grados en Argentina y en Venezuela

La oposición venezolana ganó las elecciones.

La oposición venezolana ganó las elecciones. Crédito: EFE

Este fue un año significativo para América del Sur con dos elecciones que golpearon a gobiernos populistas después de mantenerse en el poder por más de una década. Los votantes de Venezuela y Argentina eligieron un cambio de 180 grados, cansados de los problemas económicos y la corrupción, respectivamente .

Las elecciones legislativas de Venezuela dieron una rotunda derrota al gobierno de Nicolás Maduro al ganar las dos terceras partes de la Asamblea Nacional, la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD). Esto significa que con esa diferencia de curules, 112 para la MUD y solo  55 para el oficialista Partido Socialista de Venezuela, la oposición tiene una mayoría que le permite prácticamente hacer lo que desee, desde aprobar la puesta a referendo popular de reformas constitucionales a designar miembros del Poder Judicial y convocar a una Asamblea Constituyente.

El gobierno autoritario de Maduro, asediado por la crisis económica, se resiste a conceder la derrota por lo cual cuestiona 22 curules del MUD y trabaja rápidamente para hacer reformas que quiten autoridad a la nueva Asamblea que debe asumir el 5 de enero. Principalmente quiere instalar un “Parlamento Nacional Comunal” que dispute el poder a la nueva Asamblea, mientras que la actual apura el paso para nombrar jueces cercanos al chavismo.

En cambio en Argentina, la victoria del conservador Mauricio Macri fue por un margen mucho más reducido y reconocida de inmediato por el oficialismo. El gran desafío de Macri es gobernar sin mayoría en el Congreso, por lo cual sus primeras acciones han sido decretos, un método que contradice su discurso electoral de respetar las formas democráticas.

Ambos ganadores deberán controlar sus impulsos de deshacer todo lo hecho por sus predecesores. Sería un grave error repetir la miopía y la arrogancia, pero con otra visión ideológica, de los derrotados.

Después del neoliberalismo de la década de los noventas, lo siguieron gobiernos de izquierda confrontativos y divisorios que hoy sienten el desgaste político. Hay otros como Rafael Correa en Ecuador que siguen reformando constituciones para estar indefinidamente en el poder.

Las lecciones de Venezuela y Argentina es que el poder está en el pueblo, que se puede decir  mucho en su nombre, pero eso no quiere decir que se represente a las mayorías. Es el votante el quien tiene la última palabra.

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