El gran problema de la corrupción

Mientras las drogas sigan generando grandes fortunas, siempre habrá un político aprovechado

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Crédito: EFE

Durante las últimas dos semanas me he dedicado a preguntar a algunas personas, cuál creen que sea el principal problema que tiene México en la actualidad. La mayoría opinó que es la corrupción en las altas esferas del gobierno.

Mencionaron además dos puntos muy interesantes:

El primero es que piensan que la honradez no se vulnera con las ocasionales faltas en que incurrimos todos los mexicanos. Consideran que las “mordidas” que damos para evitar que se nos penalice o para hacer que se mueva la pesada maquinaria burocrática, es más una costumbre que una deshonestidad. Le aclaro que no es necesario que usted esté de acuerdo con ello, pero me parece que muchos de nosotros hemos caído en esa costumbre en alguna ocasión.

El segundo punto se relaciona con el endeudamiento de muchos municipios en el país como consecuencia de los malos manejos de sus presidentes municipales. Percibí una gran preocupación por esa situación en esos niveles de Gobierno donde no se ve como puedan salir adelante con el pago de sus deudas además de hacer lo que deberían de hacer con los ingresos con los que cuentan.

Estaba yo preparando notas para lo que hoy les platico cuando en la televisión
apareció el presidente municipal de Huixquilucan para contarnos que acababa de tomar posesión y que encontró el municipio endrogado y sin recursos para seguir adelante. Y lo peor de todo es que tenía una manifestación en su contra, frente a su oficina, por haber corrido a cerca de 500 “aviadores” que el presidente municipal anterior mantenía sin que hicieran trabajo alguno.

Cabe aclarar que ese municipio rodea en parte a la ciudad de México, que en su crecimiento lo ha invadido, por lo que ahora se considera como un municipio“rico” debido a todas las inversiones que se han hecho en su territorio. Si un municipio “rico” tiene esta problemática, ¿que será de los municipios “pobres” que son la mayoría?

En dos de mis novelas, La Jugada, escrita hace mas de 20 años, y Los Farsantes, más reciente, aparece el mismo fenómeno como estafeta: hay un gobernante que acaba con el capo de su zona pero llama a sus segundos y les dice que ahora él quiere participar en el gran negocio de las drogas. Parece ser que eso mismo ha estado pasando en algunos lugares en México en que cada vez que cae alguno de los grandes capos, los políticos se “arreglan” con los “nuevos”para participar en el negocio.

En tanto las drogas sigan generando grandes fortunas, siempre habrá un político interesado en aprovechar su posición para obtener una parte de ellas.

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