Con un beso en la frente y un “abuelita, ya llegué” regresa ‘DREAMer’ a México
Comparten y se reconectan con familias que dejaron hace años para emigrar a Estados Unidos
Entre lágrimas, Yuritzii Galarza abrazó a su abuela en México después de 12 años de no verla.
“Abuelita, ya llegué”, Galarza, de 23 años, le dijo a su abuela mientras le daba un beso en la frente y la abrazaba bajo un llanto de alegría.
Galarza es parte de un grupo de 35 jóvenes indocumentados “Dreamers” —beneficiarios de la Acción Diferida (DACA)— que se encuentran en México desde el 26 de julio bajo un programa de verano de reintegración cultural.
El curso organizado por el centro de estudios California-México de la Universidad Estatal de California, Long Beach (CSULB) y otras entidades permite a beneficiarios de DACA estudiar la cultura e historia mexicana, así como reencontrarse con sus raíces al compartir tiempo con sus familiares.
El programa que fue creado en el 2014 por el catedrático de CSULB Armando Vázquez Rámos ha dado la oportunidad a docenas de jóvenes indocumentados de viajar a México bajo un amparo especial temporal expedido por el servicio de inmigración y ciudadanía de Estados Unidos conocido como Advance Parole (libertad condicional anticipada) que les permite salir y regresar al país.
Los beneficiarios de DACA pueden obtener el Advance Parole bajo tres razones: humanitarias, educativas o relacionadas con empleo, explicó el Dr. Alfredo Carlos, profesor de estudios chicanos de CSULB y profesor en el curso de verano.
Este programa para “soñadores” aprovecha la oportunidad educativa, dijo el Dr. Carlos.
“El programa [de tres semanas] tiene instrucción cultural, historia, política económica y también de instrucción en español”, agregó.
Los jóvenes llegaron a la ciudad de México y recorrieron sitios históricos y culturales como Tlatelolco, la Basílica de Guadalupe y las pirámides de Teotihuacán. Al cabo de tres días viajaron a sus pueblos natales donde reaizaron una investigación de la historia de sus familias y de sus lugares de origen.
Un retorno agridulce
José Luis Salazar, de 27 años de edad, vivió un momento agridulce cuando regresó a su natal Ciudad Obregón, Sonora después de 18 años. Su abuelo, a quien él recuerda como el roble de la familia, falleció en el 2011 y Salazar no pudo asistir a su funeral debido a su estatus migratorio.
Él llegó al panteón con una botella de tequila y una de mezcal para su abuelo.
Derramando el licor sobre la tumba donde yacen sus restos, le pidió perdón por no haber llegado a tiempo y platicó con él.
“Estuve ahí como dos horas y lloré mucho, pero eso me ayudó a sentirme mejor,” dijo Salazar.
Por su parte, Galarza fue al Estado de México, donde aun con la pequeña duda si debía hacerlo o no, vistió su toga y birrete y con su certificado de licenciatura en mano se presentó ante su familia.
Con caras de asombro su familia la veía y su tía le preguntó qué estaba haciendo.
“Traje mi título para tomarme una foto con ustedes ya que no pudieron ir a mi graduación”, contestó Galarza quien se graduó de CSULB en la primavera.
Compone el tejido social
Carlos explicó que este tipo de experiencias son las que forman la parte central del programa, puesto que los jóvenes soñadores tienen la oportunidad de reconectarse con sus familias de las cuales fueron separados por razones políticas y/o económicas.
“Esta es la parte humana que ayuda a componer el tejido social que se quiebra con la migración por necesidad”, dijo el profesor.
Esta semana ya de regreso en la ciudad de Cuernavaca, Morelos, en el Centro Tlahuica de Lenguas e Intercambio Cultural (CETLALIC), los estudiantes compartieron su experiencia de estancia en sus lugares de origen y sus momentos inolvidables.
Varios tuvieron la oportunidad de regresar a las casas donde vivieron durante su niñez y dijeron que lo que antes se veía grande, ahora es muy pequeño. La mayoría concordó que también pudieron compartir con sus padres indocumentados la dicha de vivir momentos de calidad con sus familiares en México.
“Amo a México sin conocer México gracias a mi padre”, dijo Rubí Martínez, 28, quien salió de Taxco, Guerrero a los seis años de edad, pero nunca se olvidó de sus raíces.
“Reconectar a familias separadas y quebradas al mismo tiempo que implementamos un curso académico es algo completamente lindo y único,” dijo Carlos.
Los estudiantes tienen pautado su regreso a Estados Unidos el 16 de agosto. Una vez en el país, ellos tienen la responsabilidad de promover el programa para que otros soñadores se beneficien, explicó Vázquez Ramos, quien también es director del centro de estudios California-México.