La Opinión te recomienda: Sí a la Proposición 64

Durante décadas, la llamada “guerra contra las drogas” ha gastado miles de millones de dólares en luchar contra la posesión y venta de una sustancia que, según muchos estudios, es menos dañina que el tabaco y tiene múltiples usos medicinales.

Estamos hablando de la marihuana, una yerba que en otros tiempos fue tabú, pero que hoy en día está legalizada en muchos estados del país, incluyendo California, para usos medicinales y para todo uso en dos estados, Colorado y Washington.

Los jóvenes latinos y afroamericanos han sido desproporcionadamente afectados por esa “guerra contra las drogas”, sufriendo arrestos y cárcel en proporciones muy superiores a la población blanca, aún tomando en cuenta tasas similares de uso y posesión de marihuana. Hace apenas tres años, la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) produjo un reporte en el que acusaban de “desperdicio de miles de millones en arrestos con sesgo racial” y señalaba que estas disparidades estaban empeorando, y no al contrario.

Esta es una de las principales razones por las cuales apoyamos la legalización y regulación de la marihuana en el estado de California. No tiene sentido criminalizar a nuestra juventud por una substancia que es menos dañina que el tabaco, y eso es precisamente lo que ha pasado durante décadas.

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La Proposición 64 en la boleta electoral del 8 de noviembre legaliza el uso general de la marihuana por parte de personas mayores de 21 años en California a partir del 1 de enero de 2018, tiempo suficiente para que el estado  establezca las leyes, reglamentos y licencias necesarias para que el sistema funcione.

Desde 1996, la venta de marihuana medicinal ya es permitida en California. Si la 64 gana, los adultos mayores de 21 años podrán tener hasta una onza de marihuana u ocho onzas de concentrados, cultivar hasta seis plantas y sacar una licencia para producir y vender la yerba.

Aparte de regular un negocio que ya es extenso, pero en muchos casos ilegal, California establecerá un impuesto de ventas del 15% y las ciudades y entidades locales tendrán la libertad de imponer sus propias tarifas y reglamentos y de excluir los negocios de marihuana de sus áreas.

El dinero que el estado obtendrá de los impuestos por el cultivo y venta de la marihuana se invertirá en investigaciones sobre sus efectos, evaluar su implementación e invertir en programas juveniles de prevención.

La oposición a la medida, mucha de la cual viene de las agencias de la ley, señala que podría aumentar los peligros del “manejo bajo la influencia”, un argumento que está en duda tras varios estudios científicos al respecto, que hallaron un efecto mucho menor que el del alcohol.

En Colorado, el primer estado en legalizar el uso general de la marihuana, el uso entre los jóvenes prácticamente no se ha incrementado, aunque ya había una tendencia a la normalización del uso antes que ese estado aprobara dicha ley.

Finalmente, creemos que es mejor legalizar y regular, que seguir prohibiendo y creer que esto sirve de algo. El acceso a la marihuana es relativamente sencillo en California, especialmente a partir de 1996, y al legalizar su uso general, el estado puede estudiar y controlar más de cerca su venta, al mismo tiempo que se beneficia económicamente con sus impuestos como cualquier otro negocio.

La ilegalidad de la marihuana funcionó tan poco y mal como la prohibición del alcohol a principios del siglo 20 y su uso es muchísimo menos dañino.