No se frenará esfuerzo de hacer frente a calentamiento global
Kevin de León, presidente del Senado de California, deja claro el rol del Estado Dorado en políticas de medio ambiente
El mes pasado lideré la delegación estatal de California a Marrakech, Marruecos, en la cumbre de la 22ª Conferencia de las Partes de la ONU, comprometida en abordar el cambio climático. Los líderes mundiales expresaron sus temores de que, bajo una administración de Donald Trump, Estados Unidos pueda abandonar el acuerdo de París y dañar el ímpetu internacional.
Estos temores se han justificado. El gabinete seleccionado por el presidente electo está repleto de personas que niegan el cambio climático, quienes tienen claros vínculos financieros o políticos con la industria de los combustibles fósiles.
La selección del presidente y principal jefe ejecutivo (CEO) de Exxon, Rex Tillerson, como Secretario de Estado, indica obviamente que la nueva administración tiene planes de servir a los intereses de las energías contaminantes, a expensas de nuestra salud y medio ambiente.
Pero, la selección del Procurador General de Oklahoma, Scott Pruitt, para liderar la Agencia de Protección Medioambiental podría ser, de momento, la nominación más cínica. Pruitt cree que esa agencia debe ser abolida, y se ha asociado con cabilderos de las industrias del petróleo y el gas para debilitar, a futuro, las protecciones para una atmósfera limpia.
Estas nominaciones no deben ser sorpresivas, teniendo en cuenta las opiniones retrógradas de Trump sobre la ciencia del clima: él ha dicho que el cambio climático creado por el hombre es una farsa, ideada por China, para que las manufacturaciones estadounidenses no sean competitivas.
Tomando este irresponsable camino, Trump ha puesto los intereses de la industria de los combustibles fósiles de sus amigos, donantes y socios comerciales—incluyendo al presidente ruso Vladimir Putin, por encima de los intereses del pueblo estadounidense. También está arriesgando la credibilidad de Estados Unidos como líder mundial, al renunciar a nuestro compromiso para reducir las emisiones contaminantes. Hasta ahora, sólo Siria, Nicaragua y Uzbekistán han rezachado el acuerdo.
Pero, como uno de los líderes políticos del estado más poblado del país -y su principal economía – puedo decir con confianza que no tenemos planes de aminorar o frenar nuestros esfuerzos para hacer frente a la amenaza del calentamiento global. Las energías limpias son un pilar de nuestra economía, y cualquier esfuerzo de la administración Trump para frenar nuestro progreso resultaría en la destrucción de empleos, así de simple.
En este estado, respetamos los hechos y la ciencia; creemos que respirar aire puro es un derecho; y sabemos que el cambio climático es una amenaza urgente. Estamos perfectamente preparados para llenar el vacío de liderazgo, si el presidente electo Trump decide meter su cabeza en la arena.
Continuaremos usando nuestras políticas públicas, poder adquisitivo, e innovación del sector privado, para cumplir nuestras metas de emisiones contaminantes y transformar el sector energético estadounidense.