Progresistas necesitan nuevo partido, no otro presidente del DNC

Para aquellos progresistas que están listos para dar el salto para otro partido, hay varias opciones a considerar

Keith Ellison y Tom Pérez se la juegan por la directiva del Comité.

Keith Ellison y Tom Pérez se la juegan por la directiva del Comité. Crédito: Getty Images

Los próximos días podrían ser un importante punto de inflexión para los progresistas en EEUU. Durante su reunión de invierno que se celebra en Atlanta, el Comité Nacional Demócrata (DNC) tiene programado elegir a un nuevo presidente. Los resultados podrían ayudar a muchos activistas inclinados a la izquierda a decidir si realmente es posible reformar el partido demócrata, o si es tiempo de buscar otras alternativas.

Uno de los principales contendientes con justa oposición de la mayoría de los progresistas es Tom Pérez, el exsecretario del trabajo en la administración Obama y leal a los cánones democráticos. Si él gana, podría apresurar la salida de los partidarios frustrados de Sanders del Partido Demócrata. Bien podría ser la gota que derrama el vaso para muchos demócratas progresistas en general – tras la represión de Sanders por los cánones del partido en la primaria de 2016, su fuerte respaldo a la fatalmente imperfecta Hillary Clinton, y después la victoria de Trump y los republicanos.

Por otro lado, el otro principal contendiente por la presidencia del DNC es el Congresista de Minneapolis Keith Ellison, el candidato apoyado por los líderes progresistas. Ellos lo han pintado como un defensor de la justicia social y económica, que luchará por abrir al Partido Demócrata a su base del movimiento social. Sin embargo, hay otra cara en la historia de Ellison, y los progresistas ordinarios deben estar conscientes de ella.

Las propias declaraciones de Ellison plantean serias dudas sobre cuán agente de cambio realmente sería. Por ejemplo, le ha restado importancia al maltrato del partido a su base progresista en 2016; él, junto con otros candidatos a la presidencia del DNC, ha negado que las elecciones primarias del partido demócrata estuvieron arregladas. Sin embargo está claro que la distorsión y manipulación de las elecciones si sucedió. Exhibió el uso de los súper delegados para denegar la voluntad de la mayoría electoral, la supresión significativa del voto y fraude, y una absoluta colusión con la campaña Clinton. Si Ellison no admite que esto ocurrió, probablemente no promoverá fuertemente los cambios en las normas que impedirían que esto volviera a suceder.

De hecho, Ellison se ha abstenido explícitamente de apoyar la eliminación de los súper delegados. Asimismo, ha dicho que si es elegido como presidente, él no ordenaría una prohibición sobre las donaciones provenientes de cabilderos (realizadas principalmente a nombre de corporaciones para los demócratas en el poder). En vez de esto, lo pondría a votación entre los miembros del DNC— ¡aún y cuando muchos de ellos están involucrados en el cabildeo! A la luz de esta negativa de desafiar agresivamente como usualmente se hacen las cosas en el partido demócrata, no debería ser una sorpresa que incluso demócratas de Wall Street como Chuck Schumer han apoyado a Ellison.

Límites del Partido para la Reforma

Por supuesto que Keith Ellison no es la causa de su propia timidez política. Es la gran parte del Partido Demócrata del cual forma parte y a la cual debe apelar como candidato a la presidencia del DNC. La mayoría de los funcionarios del partido que votarán para la presidencia son parte de una arraigada maquinaria del partido. Sus carreras dependen de servir a los cánones demócratas y a sus aliados, incluyendo donantes pudientes. Y eso requiere oponerse a cualquiera que seriamente empujaría por reformas sustanciales al partido.

Por lo tanto, independientemente de quien gane esta contienda para la presidencia del DNC, los profundos intereses del partido demócrata continuarán chocando con los objetivos básicos progresistas. Como resultado, se puede presentar un sólido argumento de que las personas que se inclinan a la izquierda deben separarse del partido demócrata si quieren lograr sus objetivos. Incluso aquellos que todavía tienen la esperanza de persuadir al partido lo podrían hacer mejor estando fuera, donde podrían presentar una mejor amenaza partidista para ejercer una influencia real.

Alternativas a los Demócratas

Para aquellos progresistas que están listos para dar el salto para otro partido, hay varias opciones a considerar. Para empezar, hay partidos de la izquierda que existían antes del 2016, incluyendo pero no estando limitado al Partido Progresista de Vermont, el Partido Verde, la Alternativa Socialista, y el Partido de Justicia. La mayoría de estos grupos han demostrado que son capaces de ganar elecciones, bajo las condiciones correctas y con candidatos lo suficientemente fuertes. Todos parecen haber conseguido un impulso de la energía generada por la campaña de Sanders.

También existen un par de nuevos y audaces intentos por los seguidores de Sanders (Bernie) para fundar su propio partido, que puede apelar más directamente a la enorme base de Bernie. Uno de ellos es el Progressive Independent Party; que quiere crear una coalición de terceros partidos y grupos afines de izquierda. El otro es el movimiento de Draft Bernie for a People’s Party, el cual busca realmente reclutar a Bernie Sanders para fundar un nuevo partido populista progresista.

Posiblemente, la alternativa más fascinante de las arriba mencionadas es Draft Bernie—que fue lanzada a principios de este mes. Si una figura popular de la izquierda como Sanders realmente estuviera de acuerdo en formar un nuevo partido, podría sacudir el actual sistema de partidos hasta su médula y finalmente darles a los progresistas una voz prominente en la política estadounidense. Muchas personas podrían ser atraídas con dicho proyecto, tal y como lo demuestran las encuestas, la mayoría de los estadounidenses quieren la opción de un tercer partido viable y apoyan una amplia gama de políticas progresistas.

Mientras que reclutar a Sanders para un “partido de la gente” pudiera sonar como un esfuerzo difícil, sus propias declaraciones indican que él sigue abierto a políticas de un tercer partido, y pudiera seguir ese camino si su trabajo para reformar a los demócratas falla. Sin embargo, si Bernie no hace esto eventualmente, el movimiento por un nuevo partido pudiera seguir adelante sin él.

De cualquier manera, la elección del DNC y los eventos subsecuentes deben de desafiar tanto a los progresistas influyentes y a los ordinarios a preguntarse a sí mismos cuanto tiempo continuarán navegando en el U.S.S. Democrat. Ese barco no se dirige hacia el destino deseado, ni siquiera está diseñado para llegar ahí. Además, en la estela de las elecciones de 2016, es un barco que parece estar pudriéndose, a la deriva y hundiéndose lentamente. ¿Por qué no brincar a bordo de otro barco diferente, uno que realmente tenga el potencial de llevarnos a donde urgentemente necesitamos ir?


*Jonathan es Profesor de Sociología de la Universidad Estatal de Framingham y autor del libro “Empowering Progressive Third Parties in the United States” (Routledge 2016).

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