¿Habrá parón arbitral en el fútbol mexicano?
Sanciones extremadamente débiles e investigaciones inútiles de agresiones obvias podrían motivar un hecho inédito en la Liga MX
El arbitraje mexicano es reflejo de la crisis por la que atraviesa la propia Federación Mexicana de Fútbol. Múltiples voces profesionales en distintos medios se vienen levantando desde hace años para denunciar diversas problemáticas que nunca son atendidas debidamente, en torno a asuntos de pantalón largo, de tribuna y obviamente de cancha.
Las gotas que ayer miércoles derramaron el vaso se dieron en sendos partidos de la Copa MX: el de Toluca contra Morelia, donde el juez Miguel Ángel Flores expulsó a tres jugadores de los Diablos Rojos en la misma jugada, entre ellos el argentino Enrique Triverio; y el de Tijuana – América, donde el colegiado Fernando Hernández fue agredido flagrantemente por el paraguayo Pablo Aguilar y posteriormente increpado por el director deportivo azulcrema Ricardo Peláez en el túnel rumbo a los vestidores.
Este jueves se dio a conocer que la cédula arbitral de Hernández reportó sólo el concepto de ‘conducta violenta’ y no el de ‘agresión arbitral’, que podría representar un castigo infinitamente menor al que merece el paraguayo. De inmediato se encendieron las alarmas que sugieren que dicha decisión podría haber sido impuesta por una ‘instancia’ mayor a la propia Comisión Disciplinaria. Además se supo que el gremio arbitral podría estar preparando un parón en la siguiente jornada de la Liga MX si no hay sanciones ejemplares a los jugadores sudamericanos del Toluca y del América.
Si bien es cierto que el arbitraje mexicano vive horas realmente bajas, también es que sea como sea sigue siendo la única y necesaria figura de autoridad que la Liga MX y el fútbol profesional en México tienen a mano. De tal forma que es menester arreglar lo que sea necesario para superar esta crisis, pero no se logrará si además de falta de voluntad e indolencia sigan existiendo esquemas que garanticen inmunidad en ambos bandos ante comportamientos no sólo cuestionables, sino punibles, en lo que ahora parece una guerra de bandos, que en esencia deben ser complementarios para beneficio del espectáculo y el consumidor: El público, la afición.
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