Trump se reúne con el presidente chino para limar asperezas
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, se reunen por primera vez en EEUU
WASHINGTON.- En medio de fuertes tensiones, el presidente Donald Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, iniciaron este jueves su primer cara a cara con miras a limar asperezas en torno a asuntos como la política comercial y la amenaza nuclear de Corea del Norte.
El encuentro entre ambos presidentes, a realizarse a puerta cerrada en la casa de descanso de Trump en Mar-a-Lago, en Florida, se produce en unos momentos de alta tensión entre Washington y Pekín, porque EEUU registra un déficit comercial con China de poco más de $300,000 millones al año.
Xi goza de una gran influencia tanto en China como en el resto de su vecindario geográfico, mientras que Trump registra un bajo nivel de popularidad y su política de nacionalismo económico –como quedó plasmado con la salida de EEUU del Acuerdo Transpacífico (TPP)- no cuenta con amplio apoyo en el Congreso.
No está claro que el gobierno de Trump pueda frenar las ambiciones geopolíticas de China, que ya ejerce gran presencia e influencia en las islas que pueblan el mar del Sur de China, y si el asunto surgirá de forma prominente.
Desacuerdos comerciales
No será una reunión fácil ni con resultados inmediatos ya que, según observadores, ambos mandatarios difieren enormemente en cuanto a temperamento, experiencia y visión política.
En Pekín, por ejemplo, la clase política no olvida la retórica incendiaria que usó Trump contra China durante la contienda presidencial, en particular por sus acusaciones de que ese país manipula su divisa para sacar ventaja a EEUU en el comercio internacional.
Trump también ha culpado a China por la pérdida de empleos en este país, y la semana pasada firmó sendas órdenes ejecutivas para evaluar los déficits comerciales de EEUU, y posibles medidas correctivas.
La amenaza norcoreana
Según dijo a la prensa la subsecretaria de Estado interina para Asia y el Pacífico, Susan Thornton, la meta de Trump en el encuentro con Xi es “conseguir ayuda de China para aumentar las presiones” y lograr que el gobierno norcoreano para que abandone sus ambiciones nucleares.
Trump ha dejado entrever que podría tomar medidas de presión contra China, aunque no ha ofrecido detalles. Es, en todo caso, una crisis que data de 1995, cuando EEUU y Corea del Norte suscribieron un acuerdo para eliminar sus reactores nucleares, pero el gobierno de Pyongyang violó las medidas pensadas para desmantelar su programa nuclear.
Cada presidente estadounidense de turno ha intentado infructuosamente resolver esta crisis.
Su mayor preocupación, por ahora, es la serie de cinco pruebas nucleares que Corea del Norte ha realizado como parte de sus esfuerzos por crear un misil balístico intercontinental, cargado con un arma nuclear, y capaz de alcanzar suelo estadounidense.
Trump quiere que China aproveche su “gran influencia” sobre Corea del Norte –especialmente en el área comercial-, y considera que si lo logra sería un éxito para el gobierno de Xi y para todo el mundo.
La Administración Trump no descarta recurrir al uso de la fuerza contra Corea del Norte si fracasan los esfuerzos diplomáticos.
Ablandamiento de retórica
Pese a su retórica electoral, Trump no ha cumplido su promesa de declarar a China como un país “manipulador” de su divisa en el primer día de su gobierno- y, en señal de concesión, también ha reconocido la política exterior de EEUU de “una sola China”, en vez de perseguir vínculos con Taiwán, territorio que Pekín quiere recuperar.
Trump también llevará a esta “cumbre” su consabida queja de que China está tomando ventaja de EEUU en la arena comercial, y arriesga posibles tarifas a sus exportaciones, aún si eso desata una posible guerra comercial.
La semana pasada, Trump reconoció en Twitter que le esperaba una reunión “muy difícil” con Xi, aunque insistió en que EEUU no puede permitir un déficit comercial “masivo” con China.
A 76 días en el poder, Trump lidera una presidencia a la defensiva, objeto de investigaciones sobre la presunta injerencia de Rusia en las elecciones de EEUU y sobre posibles nexos entre su campaña y el gobierno de Moscú.
De cara a sus votantes, ambos mandatarios necesitan mostrar resultados positivos del encuentro en Mar-a-Lago, pero nadie se atreve a predecir si lo lograrán.