En este país las elecciones son cuestión de “vida o muerte”

Este martes Corea del Sur define su futuro político y de paso la balanza de la crisis nuclear en la región

Moon Jae-in es el candidato favorito quien a su vez quiere mejorar las relaciones con Corea del Norte

Moon Jae-in es el candidato favorito quien a su vez quiere mejorar las relaciones con Corea del Norte Crédito: BBC

En una habitación en la Asamblea Nacional en Seúl, un grupo de desertores de Corea del Norte hacía el miércoles pasado un apasionado ruego a los electores: no voten por el hombre que encabeza las encuestas para la elección presidencial.

Creen que el candidato favorito, Moon Jae-in, podría poner en riesgo sus vidas si llega a ganar los comicios de este martes.

Ellos argumentan que Moon tuvo una gran implicación en un anterior gobierno de centro izquierda, que tejió lazos estrechos con Pyongyang durante la aplicación de la llamada “política del sol”.

En una declaración conjunta, los desertores dijeron que ellos habían “escapado de una vida como la de los esclavos” bajo el régimen de Corea del Norte y que el restablecimiento de un mayor contacto con el país vecino podría significar la reinstauración de una mayor libertad de circulación entre las dos mitades de la península con funestas consecuencias para ellos.

“Si el candidato Moon Jae-in es electo, un equipo de asesinos norcoreanos podría venir con frecuencia a Corea del Sur para secuestrar y asesinar a los desertores . Es un asunto de vida o muerte para nosotros”, dijeron en el comunicado.

Su miedo demuestra que en la elección de este 9 de mayo está en juego mucho más que asuntos mundanos relacionados con la política económica, que son los que usualmente dominan la agenda electoral en los países democráticos.

En Corea del Sur, las elecciones tienen que ver con cosas básicas como el empleo y la economía, pero también con la vida y la muerte; así como con la guerra y la paz.

Además, se enmarcan en un escenario global mucho más amplio que tiene consecuencias mucho más allá de la dividida península

Un enfoque pragmático

Para muchos surcoreanos, la economía sigue siendo el tema principal, pero fuera del país las relaciones (o la falta de relaciones) con Corea del Norte son el asunto dominante, particularmente en este momento en el que el programa nuclear de Pyongyang se encuentra avanzado y hay un nuevo e impulsivo presidente en Estados Unidos: Donald Trump.

Pero Moon no ha dicho que quiere vínculos más próximos con Pyongyang.

Al contrario, ha dado muestras de querer mayor cercanía con Washington.

“Creo que el presidente Trump es más razonable de lo que en general se piensa . Él usa un discurso fuerte en relación con Corea del Norte, pero durante la campaña electoral dijo que podría conversar comiéndose una hamburguesa con Kim Jong-un. Yo soy partidario de ese tipo de enfoque pragmático para resolver el tema del programa nuclear norcoreano”, dijo Moon recientemente.

Es poco probable que de llegar a la presidencia Moon establezca conversaciones directas con Kim Jong-un, pero podría querer un papel fuerte e igualitario en la definición de una política hacia Corea del Norte, en lugar de dejar que sea Washington quien decida.

De igual modo, tendería más a favorecer el establecimiento de contactos con Corea del Norte en lugar de la ruptura de relaciones decidida por el anterior gobierno surcoreano.

Su antecesora Park Geun-hye, por ejemplo, cerró un complejo industrial dentro de Corea del Norte en el que empresas surcoreanas empleaban a trabajadores norcoreanos. Siendo presidente, Moon podría reabrirlo.

“Sabemos bastante bien lo que Moon Jae-in haría. A él le apoya gente que cree que Corea del Sur debe acercarse a Pyongyang y trabajar activamente en mejorar las relaciones intercoreanas”, dijo a la BBC John Delury, profesor de la Escuela de Posgrado de Estudios Internacionales de la Universidad Yonsei, en Seúl.

Si Moon gana esta elección, Corea del Sur se convertirá en un nuevo interlocutor y podría de forma contundente convertirse en parte del problema o de la solución de lo que ocurre en Corea del Norte”, apuntó.

Es más difícil deducir lo que haría en caso de ganar Ahn Cheol-soo, candidato del Partido Popular, quien aparece como segundo en las encuestas.

Es probable que tenga un tono más conciliatorio hacia Pyongyang que el que tuvo el gobierno de Park, aunque recientemente ha hecho duras declaraciones, probablemente destinadas a lograr el apoyo de los conservadores.

De acuerdo con Delury, cualquiera de los dos crearía un dilema para Washington porque ambos desean mejorar las relaciones entre Seúl y Pyongyang.

Eso es un problema para lo que Estados Unidos está intentando lograr en este momento , que es buscar más sanciones, más presión y lograr que China se distancie de Corea del Norte. Así que potencialmente allí hay un choque de trenes”, comentó el académico.

“Tienes al gobierno de Trump diciendo ‘presión, presión, presión’ y, de repente, tienes un nuevo presidente en Corea del Sur diciendo ‘eso no va a solucionar el problema, necesitamos hablar con ellos, necesitamos mejorar las relaciones'”, explicó.

Pese a ello, no parece probable que ningún candidato -y mucho menos el aspirante más conservador Hong Joon-pyo- vaya a decirle a Estados Unidos que recoja su recién instalados sistema antimisiles y se lo lleve de vuelta a casa.

El sistema de Defensa de Área de Alta Altitud Terminal (Thaad, por sus siglas en inglés) apenas acaba de ser desplegado en un campo de golf al sur del país.

Moon ha expresado su desacuerdo con su instalación, pero es dudoso que vaya a eliminarlo en caso de llegar a la presidencia.

También se oponen a él los habitantes de la zona donde fue instalado, porque consideran que ahora se encuentran en la línea de fuego si Corea del Norte decide atacar el sistema ; y los votantes de izquierda que rechazan la línea dura asumida por Seúl en sus relaciones con Pyongyang.

“Más inseguro”

Existe una brecha generacional en la política en Corea del Sur. Los más jóvenes no tienen en su mente el recuerdo de la guerra de Corea, lo que resulta lógico pues el conflicto concluyó en 1953, pero se preocupan por la incertidumbre económica.

Lee Chae-rin, estudiante en la Universidad de Yonsei, le dijo a la BBC: “Aunque los extranjeros siempre nos preguntan si sentimos la amenaza de Corea del Norte, la generación más joven realmente no la percibe tanto en comparación con las generaciones anteriores”.

Para estos jóvenes, las preocupaciones económicas son fuertes.

Corea del Sur se ha vuelto mucho más rica ahora, pero la sensación de inseguridad es distinta de la que sufrieron nuestros abuelos . Antes el problema era si ellos podían comer y eso se solucionó con el crecimiento económico, pero ahora estamos en una situación de estancamiento económico y eso nos hace sentir mucho más inseguros”, dijo Kim Tae-yeon, otro estudiante.

“Nuestro problema no es si podemos comer sino si perderemos nuestra función en la sociedad por no poder conseguir un empleo”, añadió.

Hay cierta indignación en Corea del Sur, particularmente ahora cuando la ex-presidenta del país y el jefe de Samsung, una de las mayores empresas del país, están siendo juzgados por supuesta corrupción.

“La gente solo quiere a alguien que le dé una patada a la mesa como hizo Trump en Washington. Muchos de estos políticos y líderes empresariales lo que buscan es su propio beneficio. Por eso, los jóvenes quieren alguien que sacuda las cosas”, dijo Song Seung-hyun, otro estudiante.

Quizá ellos también puedan querer un descongelamiento de relaciones con Pyongyang.

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