Excongresista demócrata robó más de $800,000 de fondos para ayudar a estudiantes

Corrine Brown desvió a su cuenta bancaria las donaciones destinadas a One Door for Education-Amy Anderson

En 1993, Corrine Brown, nacida hace 70 años en Jacksonville, Florida, decidió dejar atrás su asiento en la Cámara de Representantes de su estado natal para dar el salto al Congreso nacional, donde juró servir a los ciudadanos estadounidenses con honor y respeto hasta su jubilación, que tuvo lugar hace poco más de cuatro meses.

Sin embargo, la realidad era bien distinta, y bajo esa fachada de funcionaria recta y honesta se escondía una mujer que desvió a su cuenta bancaria los fondos destinados a una organización benéfica que, supuestamente, ayudaba a cientos de miles de jóvenes para que pudieran estudiar en la universidad.

Según el Departamento de Justicia, Brown cometió fraude de 2012 a 2016 al pedir al gobierno más de $800,000 con la excusa de que esa cantidad se destinaría al fondo de becas One Door for Education-Amy Anderson, una iniciativa fraudulenta que debía cubrir el coste de muchas matrículas universitarias y comprar ordenadores para los colegios con pocos recursos.

Pero el dinero nunca llegaba a sus destinatarios, sino que, a excepción de un par de jóvenes que recibieron, entre los dos, $1,200 para pagar parte de sus estudios, el resto se quedaba en las cuentas bancarias de Brown y de sus cómplices, Elias “Ronnie” Simmons, su leal jefe de personal, y Carla Wiley, presidenta de la fraudulenta organización benéfica.

Como resultado de sus delitos, la antigua representante de Florida en el Congreso fue declarada el jueves culpable de 18 cargos de conspiración para cometer fraude, ocultación de información financiera, falsificación de su declaración de impuestos y obstrucción a la justicia.

Pese a que todavía no se ha dictado una condena para Brown, las numerosas pruebas que se presentaron contra ella en el juicio, que tuvo lugar en Jacksonville, Florida, no dejaron duda de la culpabilidad de la antigua congresista y de sus cómplices, Simmons y Wiley, que ya habían confesado su involucración en el fraude hace meses.

Uno de los donantes que destinó dinero al fondo One Door for Education-Amy Anderson explicó en el juicio cómo Brown y sus aliados se aprovechaban de su posición en el Congreso para engañar a individuos y empresas asegurándoles que la organización benéfica era legal y que estaba registrada como una empresa sin ánimo de lucro, lo que era completamente falso.

Las pruebas presentadas ante el juez también demostraron que más de $300,000 del fondo de becas fueron utilizados para pagar eventos organizados por la excongresista o celebrados en su honor, incluyendo, por ejemplo, un torneo de golf en Ponte Vedra, Florida, y una lujosa recepción durante una conferencia anual en Washington, D.C.

“Brown traicionó la confianza de los ciudadanos, el honor de su cargo y la integridad del sistema de gobierno estadounidenses al abusar de su poder para conseguir beneficios personales. Además, su egoísmo impidió que cientos de miles de jóvenes pudieran tener acceso a una buena educación y a un futuro mejor”, afirmó Kenneth A. Blanco, asistente interino del fiscal general.

“El Departamento de Justicia se compromete a continuar luchando contra la corrupción y el fraude en todo el país, y no dudará en investigar a cualquier miembro del gobierno sin importar su poder o influencia”, añadió Blanco.

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