Editorial: “El presupuesto en el futuro cercano”

El Presidente se pasó el mes de agosto en medio de controversias y peleándose con los senadores de su partido cuyo respaldo necesita

La mayoría tiene una opinión negativa del presidente Trump.

La mayoría tiene una opinión negativa del presidente Trump. Crédito: Chip Somodevilla/Getty Images

El mes de septiembre es un momento de definición.

La Casa Blanca y el Congreso deben llegar a importantes acuerdos para mantener el gobierno en funciones. No debería haber problemas si se toma en cuenta que todos están bajo control republicano. Pero estas son épocas inusuales para la mayoría gobernante.

La solidaridad ante la catástrofe del huracán Harvey en Texas parece limar las asperezas que asomaban en el horizonte de la extensión de la deuda, que debe ser autorizado por el Congreso.

Era de esperar que, como en años anteriores, el ala más conservadora republicana iba a exigir recortes presupuestales para su aprobación. Lo que eleva la oposición demócrata y amenaza una parálisis que pueda cerrar el gobierno.

La necesidad urgente de aprobar fondos para pagar los primeros gastos causados por Harvey deberían estar ligados a la abono de la deuda. Ambos son dinero ya gastado y tienen que estar fuera del debate presupuestal.

El plan de gastos es la prioridad siguiente que debe aprobarse antes del fin de septiembre. Hay que olvidarse de la alardeada meta de que finalmente habrá un presupuesto organizado, ya que hay un gobierno unificado republicano.

Habrá que estar satisfecho si se logra a tiempo una extensión presupuestal, siempre y cuando que no se estrelle con la muralla de Trump.

La costosa promesa del Presidente de un muro entre Estados Unidos y México se convirtió en una prueba de fuego para el respaldo demócrata. La Casa Blanca dio marcha atrás de su amenaza de vetar el presupuesto, sino se financiaba el muro,  mientras que los republicanos hacen maniobras para satisfacerla.

La colaboración de los demócratas tanto en la deuda como en el presupuesto, facilitará el proceso. Sería lo más lógico un proceso bipartidista, pero eso requiere flexibilidad por parte de la mayoría.

También se necesita un gesto inclusivo por parte de la Casa Blanca. En cambio, la información de que hoy Trump eliminará el programa de DACA envenena cualquier posibilidad de labor conjunta. Esta acción, en la manera que descrita por los reportes, será tremendamente divisiva.

Igualmente esta agenda es complicada si se dejan de lado a los demócratas. El Presidente se pasó el mes de agosto en medio de controversias y peleándose con los senadores de su partido cuyo respaldo necesita.

El senador John McCain dejó una lección sobre la importancia de cada senador para la agenda del presidente cuando le bajó el pulgar a la medida para reemplazar la ley de cobertura médica.

Lo que ocurra con la deuda y el presupuesto dará la pauta para el futuro cercano.

Queda una reforma impositiva cada vez más compleja, a la sombra del fracaso rotundo para eliminar el Obamacare. El proyecto de infraestructura, una prioridad de Trump, ni figura en la agenda del Congreso. Y ahora aparentemente llega la papa caliente de DACA.

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