Hacerle el eclipse a Obama, y a Pilatos

La decisión final de Trump dependerá sobre DACA de lo que consiga a cambio.

Los dreamers pidieron que se aprueben el Dream Act.

Los dreamers pidieron que se aprueben el Dream Act.  Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia

Cualquiera que haya leído los evangelios sabrá a qué me refiero si hablo de “lavarse las manos”. Pilatos, para evitar condenar a Jesús, deja su destino en manos del pueblo, que prefiere liberar a Barrabás y mandar a Jesús a la cruz. Con la derogación de DACA, Trump le pasa la responsabilidad a la cámara legislativa que se ve empujada a redactar una ley bipartidista de urgencia en un periodo máximo de seis meses. A diferencia de Pilatos, él se guarda un as en la manga: firmar otro decreto presidencial a su conveniencia. Trump es un negociante profesional; Pilatos, un modesto representante de Roma.

Pilatos, también llamado Poncio Pilato, no se debe confundir con Pilates, de Joseph Pilates, que ideó una tabla de ejercicios para ponerse en forma. Todos necesitamos estar en forma, pero ha bastado uno para dejar en suspenso a 800.000 personas. El Presidente quiere tomar de rehenes a estos “soñadores americanos”, que lo son de facto aunque no de iure ‘por ley’. Le pueden servir, si le funciona, para asegurarse ampliar el margen de deuda y financiar un muro.

Contemplamos dos escenarios. En el primero, los representantes que bloquearon en la etapa de Obama todo intento de hacer una ley que permitiera regularizar millones de emigrantes, ahora, como ya no está, se ponen de acuerdo y todo será coser y cantar. En el segundo caso, ocurrirá que no se puede poner en marcha ninguna iniciativa parlamentaria para aprobar tal ley, de por sí compleja, porque no hay tiempo material. Se alegará que, entre otras prioridades, antes hay que reunirse para liberar fondos para las víctimas de los huracanes: Harvey, Irma o los que le sigan.

En el primer caso, si hay acuerdo, Trump siempre tendrá la potestad de bloquearlo hasta obtener a cambio fondos para su corralito fronterizo. En el segundo, Trump se asegura buenas cartas para sus siguientes hazañas. Si quiere, tiene la prerrogativa de firmar un nuevo decreto presidencial (DACA 2) con el que se ganaría que se le agradeciera su generosa acción e incluso que se le propusiera para el premio “Lo Nuestro”. Trump llama a esto: “hacerle el eclipse a Obama”.

Se ha dicho que la anulación de DACA es una cobardía porque Trump podría haber contemporizado con los estados que denunciaron DACA hasta que se hubiera aprobado una nueva ley. Pero no, con ello no sacaría ninguna ventaja.

La decisión final de Trump dependerá de lo que consiga a cambio. Con Pilatos, el pueblo, influido por los sacerdotes, tomó la decisión de liberar a Barrabás. Nos queda ver con DACA “quiénes son los sacerdotes”, “quién es el Jesús sacrificado”, y “quién es Barrabás”.

Luis Silva-Villar es profesor de Lengua y Lingüística

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