Editorial: Todos somos México
Nos unimos en el dolor y en la ayuda a nuestros hermanos mexicanos.
Las dramáticas escenas se repiten a lo largo de la capital mexicana y sus Estados vecinos estremecidos por el terremoto del martes pasado
La alegría y los aplausos con los cuales es recibido cada sobreviviente rescatado contrasta con la angustiosa incertidumbre de quién no sabe el destino de un ser querido y con el llanto ante la confirmación de una muerte.
México está de luto ante la pérdida de sus hijos. México está de pie porque ya sabe bien cómo enfrentar estos momentos.
Ya conoce estos embates de la naturaleza. Su gente tiene la solidaridad de la ayuda urgente, la esperanza que hay vida debajo de las piedras y la fuerza para reconstruir y salir adelante.
El temblor puso a prueba tanto el espíritu de los mexicanos como su preparación para enfrentar estos casos. Parece que los ensayos y las prácticas para actuar de inmediato dieron un resultado positivo.
Para la discusión posterior queda analizar los derrumbes de edificios. Si estos fueron construidos cumpliendo las normas, especialmente los levantados después de 1985. Hay quienes se preguntan por qué no exigir que se apliquen las mismas exigencias a todo los edificios, que a las torres que resisten con firmeza.
Incluso se habla de trasladar los mismos requerimientos antisísmicos a Estados como Chiapas y Oaxaca, que el 7 de septiembre pasado sufrieron un temblor devastador, dañando y destruyendo cerca de 100,000 viviendas.
Eso requiere un compromiso político. Tanto para imponer normas en Estados con la venia de sus autoridades locales, como para entregar la ayuda necesaria a esas dos regiones.
Sería muy fácil dejar abandonado las necesidades mayores en Chiapas y Oaxaca, causadas también por un terremoto, para dar la prioridad a la menos dañada capital mexicana. No hay que repetir olvidos históricos.
Nos unimos en el dolor y en la ayuda a nuestros hermanos mexicanos.
Esta es la hora de ser solidarios y aportar un granito de arena, en la medida que sea posible. Hay que tener cuidado. Precisamente este tipo de tragedias es cuando los estafadores aprovechan la generosidad de la gente para llenarse los bolsillos con el cuento de recaudar fondos para ayudar a México.
Si va a donar dinero, hágalo a una organización de confianza como la Cruz Roja o UNICEF, entre otras, que tienen una reputación conocida.
Para los residentes de Los Angeles esta tragedia tiene que ser un recuerdo de estar preparado para un terremoto. Conocer y seguir las recomendaciones oficiales. Nunca se sabe cuando serán necesarias.
Los acontecimientos como el temblor de México exponen nuestra vulnerabilidad a hechos incontrolables y terribles. Ese es el momento en que lo mejor del ser humano sale a flote, esa es la esperanza de siempre.