“Ángeles” de los indocumentados en HBO
A fuerza de talento y compasión, la organización Puentes de Salud están llevando esperanza y dignidad a los inmigrantes indocumentados
Nueva York-. Eso que llamamos la mayoría silenciosa —esa masa que puede decapitar tiranos y cambiar el rumbo de la historia, pero que la mayoría del tiempo se la pasa intentando resolver sus propios problemas—, vive apretada en pinza entre dos universos paralelos. Uno inalcanzable, pero inspiracional, reservado para para ciudadanos de primera clase que disfrutan del lujo y el éxito; y otro, una especie de cloaca social, donde lanzamos a los fracasados y los parias, y a donde evitamos mirar porque nos devuelve de rebote el amenazante reflejo de nuestro propio fracaso y vulnerabilidad.
Vivimos en un mundo sin redes de protección. Nadie está a salvo de la caída. En este edificio social, los vecinos ricos van en elevadores directos al penthouse, viven a un ritmo al que muchos ni por accidente accederemos, mientras otros son discretamente conducidos directamente al sótano o a la cocina. Separados de estos mundos por muros invisibles, tenemos de un lado la obscena realidad de que la fortuna de tres hombres —Bill Gates, Jeff Bezos y Warren Buffet—, supere los ingresos de más de 161 millones de estadounidenes —lo que equivale a casi la mitad de la población del país—. Mientras del otro lado, entre otros males casi 12 millones de seres viven en condiciones infrahumanas, invisibilizados, haciendo malabares en el borde de la ilegalidad, explotados, abusados, condenados a vivir en la más horrible precariedad.
Clínica de Migrantes, conmovedor documental de HBO, dirigido por Maxim Pozdorovkin, cuenta la historia de una de las pocas iniciativas nacionales que se ha propuesto romper esa barrera y asistir a una comunidad constantemente satanizada. El documental sigue la actividad diaria de Puentes de Salud, una clínica para indocumentados creada en el sur de Filadelfia “bajo los principios sociales determinantes de salud y justicia social para todos”, por un dúo de doctores bastante disparejo: Steven Larson, una especie de jesucristo superstar, con un impulso más idealista, y Jack Ludmir, un humanista apasionado que se las ingenia para esconder su empatía tras un pragmatismo doctoral. Ambos profesores de medicina de la Universidad de Pensilvania han logrado derrumbar una fracción de ese muro social ofreciendo atención médica gratuita al sector más vulnerable y desprotegido de la población.
“El 90% de nuestros paciente son indocumentados. Casi el 100% viven por debajo del nivel de pobreza. En muchas comunidades son invisibles”, explica el Dr. Steven Larson. “Me di cuenta claramente de que nadie quería atender a esta población”. Larson, quien ya había participado en múltiples misiones médicas solidarias en Latinoamérica, advirtió que no había que irse demasiado lejos de casa para intentar aliviar una tragedia humana indescriptible que ahora mismo sucede en nuestros vecindarios más humildes.
“Preferimos no aceptar siquiera que son seres humanos. Una vez que abres las puertas y admites que son reales, que son seres vivos, y que son parte de tu comunidad, es como pasarle por el lado a un auto accidentado. Puedes detenerte y ayudar o seguir de largo”, dice. El resto quedará para siempre en tu conciencia. La idea de saber que pudiste convertirte en factor de cambio, como es el caso de Puentes de Salud, una iniciativa que debería de recibir el apoyo y extenderse a lo largo de la geografía del país, para hacer algo por la crisis humana hasta que la institución política, que casi nunca llega a tiempo para prevenir las catástrofes sociales, logre una solución permanente y legal para esa población flotante.
“Hay gente poderosa en este estado que increíblemente se opone a lo que estamos haciendo”, comenta el Dr. Jack Ludmir. “No estoy aquí para discutir las circunstancias políticas detrás de esta realidad. De lo que se trata en este caso es simplemente de ofrecer asistencia sanitaria y de cumplir una obigación ética y moral“.
El veterano ginecoobstetra intenta ponerle una nota de humor a la dramática situación que viven miles de embarazadas indocumentadas, algunas de ellas adolescentes, cuando dice que él es el primer beneficiado con Puentes de Salud, porque de otra manera tendrá que atender a esas mismas pacientes cuando llegan de parto al hospital, sin que hayan tenido ninguna atención ni chequeo médico previos. Intenta con humildad restarle importancia a su valiosa misión como Director de los Servicios de Ginecología y Obstetricia en Puentes, pero durante todo el documental se nota su preocupación, siempre alerta de las circunstancias sociales de pobreza, abuso, violencia, al interactuar con sus pacientes embarazadas indocumentadas.
Una de las realidades más conmovedoras del documental es la relación humana, honesta, profesional y compasiva, que se establece con pacientes que han sufrido tanta marginalización que podemos advertir su desconfianza y cautela, porque han sido demasiado utilizados, desechados, rechazados y vilipendiados. El filme, que sigue a los médicos y pacientes a lo largo de varios meses de tratamientos, cuenta con gran eficacia cinematográfica ese vínculo de compasión e identificación que el personal médico establece con sus pacientes. A través de las experiencias diarias de sus protagonistas, podemos vivir los logros y torpiezos de los profesionales empeñados de ofrecer servicios médicos básicos y atención preventiva a esa comunidad de indocumentados que solo recibe tratamiento en condiciones de emergencia médica o cuando ya están practicamente desahuciados.
Habría que destacar también que Clínica de Migrantes “pone rostro a los millones de seres que existen en los margenes de la sociedad: gente desplazada de sus patrias, separadas de sus familias, que enfrentan barreras culturales e idiomáticas, incapaces de obtener seguro médico y aterrorizados por las consecuencias legales que puede tener buscar atención médica”, por lo que solo lo hacen bajo las circunstacias más desesperadas, cuando a menudo sus padecimientos ya no tienen remedioo rozan el absurdo, como un joven que lleva varios años con un bolsa de colostomía.
Particularmente emocionante, desde un punto de vista humano, profesional y dramático, es la relación que se establece entre una paciente centroamericana con cáncer terminal, que ha sido deshuciada por otra clínica, y la Dra. Daphne Owens, voluntaria de Puentes de Salud. Una conmovedora historia que demuestra que la restitución de la dignidad humana es tan importante como la salud de sus pacientes para los voluntarios de la clínica de indocumentados.
El documental de Maxim Pozdorovkin es un poderoso y contagioso canto de esperanza en una sociedad que ha terminado demasiado encerrada en si misma, desconectada de otras aristas de su propia realidad. Una sociedad capaz de una infinita generosidad, pero que en los últimos años se ha empeñado en vilipendiar y responsabilizar de sus males sociales a lo que ha sido hasta hoy el motor de su éxito: el flujo constante y la asimilación de nuevos emigrantes, lo que la ha llevado a ir construyendo anárquicamente castas y parias, como los que existen la más subdesarrollada de las naciones.
Clínica de Migrantes es un poderos antídoto contra la apatía social, y nos obliga a repensar nuestra ilusión de primer mundo a la luz de una frase de Gandhi: “La verdadera naturaleza de cualquier sociedad se revela en como trata a sus miembros más vulnerables”.