Opinión: mi experiencia con Miguel Cotto desde el primer día de su carrera profesional
Haber sido parte y testigo del crecimiento de su 'estrella' en Nueva York es algo que jamás olvidaré
En enero de 2001 en mi puesto como director de prensa para medios hispanos de Top Rank, viajé a Puerto Rico por primera vez al acompañar a Bob Arum, fundador y director ejecutivo de dicha empresa boxística. El viaje nos llevaría a tres ciudades: San Juan, la Ciudad de México y Los Ángeles. El objetivo era la firma de boxeadores puertorriqueños y mexicanos participantes de los Juegos Olímpicos del año 2000 en Sydney, Australia.
En el hotel El Condado de San Juan nos reunimos con las familias de los cuatro boxeadores que Top Rank firmaría. Ellos eran Miguel Cotto, Iván Calderón, Rubén Fuchú y Edwin Algarín, y luego al siguiente día se anunciaría la firma en una conferencia de prensa en el mismo hotel.
Arum terminó su discurso diciéndoles: “Si ustedes hacen su trabajo, nosotros vamos hacer el nuestro y todos vamos a tener una relación muy larga y muy exitosa”.
A tan sólo un año en mi puesto con Top Rank, esta fue la primera vez que trabajaría con un grupo de boxeadores desde el inicio de su carrera y sería testigo de cómo trabaja la maquinaria de Top Rank, misma que había llevado a Óscar de la Hoya y Floyd Mayweather Jr. a los más alto del boxeo profesional, convirtiéndolos en figuras y millonarios en el deporte.
En ese momento era difícil pensar que alguno de los mencionados cuatro boricuas tendría el mismo ascenso que Óscar y Floyd, pero todos en la empresa catalogaban a Miguel Cotto como el hombre que podría alcanzar la cima del boxeo. Y así fue.
Resurgimiento del boxeo boricua
Puerto Rico es uno de los países de mayor tradición de boxeo y que más campeones mundiales ha tenido, pero en ese tiempo el boxeo pasaba por un mal momento en la Isla. Las funciones de boxeo que servían como el taller para los nuevos prospectos se habían ausentado, y sería Miguel Cotto el que volvería a darle su lugar al boxeo boricua, reviviendo un deporte que produjo a Wilfredo Gómez, Wilfredo Benítez y Félix “Tito” Trinidad, entre muchos más.
Cotto, que este 2 de diciembre subirá al ring por última vez para enfrentar en Nueva York a Sadam Ali, hizo su debut en los Estados Unidos con dos peleas en Texas, una en Nueva York, y su cuarto combate profesional fue en la Pier 10 Arena, un antro cerca del Viejo San Juan en donde venció por puntos a Martín Ramírez. Con dicha pelea volvió el boxeo a Puerto Rico y la maquinaria de Top Rank comenzaba la proyección de Cotto en su país, además de que sus peleas eran televisadas a nivel nacional en los Estados Unidos.
Top Rank siempre trata de crear atracciones con sus boxeadores, especialmente los que tienen el talento para ganar campeonatos y enfrentar a los mejores rivales posibles, para que su popularidad crezca junto con su desarrollo como pugilistas. Todo comienza con hacerlos figuras en sus países y para Cotto eso significaba pelear en Puerto Rico e ir escalando escenarios cada vez más grandes.
Cotto hizo una pelea más en la Pier 10 Arena, luego pelearía en el Coliseo Héctor Sola Bezares de Caguas en dos ocasiones, y más adelante en el más grande Coliseo Rubén Rodríguez dos ocasiones. Ganaría su primer campeonato mundial en el Nuevo Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot y en su más reciente y última actuación en la Isla, en marzo del 2003, peleó en el Coliseo Roberto Clemente.
Al inicio de su carrera, Cotto fue catalogado como un peleador “inflado”, es decir que sus rivales no eran muy buenos. Sus triunfos no tenían mucho valor para muchos aficionados y prensa de Puerto Rico debido a su personalidad muy seria, por lo que no le daban el crédito de sus éxitos. Le señalaban que no tenía el mismo carisma de un Trinidad.
Todo comenzó a cambiar a través del tiempo, pues mientras continuaba logrando victorias dando espectáculo se fue ganando a la afición y a sus detractores. Desde mi punto de vista, Cotto no se merecía dichas críticas, pues era un boxeador disciplinado que siempre daba lo máximo de sí sobre el ring.
Sus sacrificios
A principios de su carrera se lastimó un hombro en un accidente automovilístico que lo mantuvo alejado del cuadrilátero, tiempo que ocupó para mudarse a Las Vegas para su rehabilitación física y aprender inglés.
Haber sido parte y testigo del crecimiento de la estrella de Cotto en Nueva York es algo que jamás olvidaré. Cada pelea en el Madison Square Garden era más importante que la anterior. La semana de promoción en la Gran Manzana cada vez más ocupada y sus presentaciones en el Desfile Puertorriqueño de Nueva York cada vez más memorables.
Lo vi convivir con su familia y lo importante que era para él estar a su lado. Sin embargo, cuando tuvo que mudarse a otras ciudades, lo hizo. Fue a Orlando para sus concentraciones y en 2013 a Los Ángeles para entrenar con Freddie Roach, sacrificios que hizo para su carrera y para el futuro bienestar de su familia.
A Miguel lo vi perder a su padre, Don Miguel Cotto Carrasco, una inmensa figura en su vida y su carrera, pero siguió adelante y ahora que está listo para decirle adiós al boxeo me deja a mí con un tremendo agradecimiento por haber tenido la oportunidad de ser parte de su entorno.
Ver una trayectoria tan larga y exitosa de principio a fin me da mucho orgullo, porque creo haber aportado un granito de arena en una carrera que merece un lugar en el Salón de la Fama de Canastota.