Meade, el economista sin partido que el PRI quiere en la presidencia
El exsecretario de Hacienda deja fuera de la contienda priísta a Miguel Ángel Osorio Chong, uno de los "hombres fuertes" de Peña Nieto
MEXICO – Algunas tardes de entre semana, se puede ver a José Antonio Meade, el hombre que en las últimas horas se perfila a ser el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia de este país, en un restaurante tailandés de Plaza de las Estrellas, un centro comercial de clase media en la capital mexicana.
Se sienta en un rincón medio en penumbra, detrás de unos bambúes y así, en solitario, mira pasar en el exterior a gente vestida de manera informal entre tiendas de ropa y chucherías de marcas mexicanas poco conocidas mientras come tallarines y pollo picante en uno de los días que puede escaparse de la oficina como cualquier burócrata.
Porque el ex canciller, ex secretario de Energía, Desarrollo Social y encargado hasta hoy de administrar los impuestos en el país es, ante todo, un “godínez’’ (como llaman en México a los oficinistas en México) de alto perfil, un funcionario que se lee de punta a punta los informes que colocan sobre su escritorio y se los toma muy en serio.
Así se explica que José Antonio Meade (Ciudad de México, 1969), doctor en Finanzas Públicas y Economía por la Universidad de Yale, coleccionista de pintura (sobre todo del oaxaqueño Francisco Toledo) y escultura (de Rodrigo de la Sierra), haya ocupado por igual puestos de secretario de Estado con Felipe Calderón, del PAN, y con Enrique Peña Nieto, del PRI, quién ahora es su principal impulsor para sucederle en el cargo.
Esta apuesta, dicen, habría sido milimétricamente cuidada, todo un cálculo político para quitar al PRI el sambenito de ladrón y corrupto tallado con ímpetu por diversos gobernadores y otros funcionarios de sus filas que hicieron mala sombra a aspirantes como el actual secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong, quien declinó de ir a la contienda, o el secretario de Educación Publica, Aurelio Nuño, ex jefe campaña de Peña en 2012, quien hace poco lleno de elogios al ex canciller tales como “el más preparado‘‘.
Para Rubén Cortés, analista político y director del diario La Razón en la Ciudad de México, Meade “es un candidato ideal para la clase media porque no despierta miedos y da certezas“, dijo. “Un candidato siempre tiene que demostrar que ha hecho algo y él lo ha hecho en todos los puestos’’.
El ex canciller ni siquiera está afiliado al partido por lo que sería, en los hechos, un candidato ciudadano, sin cola que le pisen, casado con tres hijos, abiertamente católico cuyo único pecado confeso es comer “gansitos’’, unos pastelillos de vainilla cubiertos de chocolate rellenos de merengue y mermelada de fresa, amén de que es muy querido entre la gente que trabaja o ha estado cerca de él.
Cuando encabezaba Desarrollo Social, Meade trazó uno de los primeros mapas técnicos de medición de la pobreza para buscar estrategias más allá de las dádivas con base en análisis de fondo y visita a las comunidades de mayor marginación.
De esos paseos, regresaba a la oficina con regalos de productos regionales, pastes, flores, amaranto en dulce conocido como alegría. Entonces iba de puerta en puerta para repartir las cosas y contar los pormenores de cómo le había ido en sus visitas al campo siempre con su reloj Casio con calculadora integrada en la muñeca.
“Siempre era muy atento, una persona muy humana -observa Mauricio Palomares uno de sus ex colaboradores. “Lo que no me gusta es que cuando saluda no le aprieta fuerte la mano’’.