¿Por qué el sismo de Pinotepa Nacional no fue tan destructivo como el de septiembre pasado?
Ambos tuvieron una intensidad similar,. El reconocido sismólogo Víctor Cruz-Atienza explica las razones principales
El sismo del viernes pasado estuvo muy lejos de ser tan destructivo en la Ciudad de México como el del pasado 19 de septiembre de 2017, a pesar de que los dos tuvieron magnitudes similares.
El terremoto más reciente, que sacudió el centro y sur del país el pasado viernes 16 de febrero, fue de magnitud 7.2 y no causó ninguna víctima mortal directa, si bien la caída de un helicóptero que inspeccionaba los daños causó al menos 13 muertos.
Tampoco derrumbó edificios en la capital mexicana.
Todo en contraste con el sismo del 19 de septiembre de 2017, de magnitud 7,1, que provocó más de 200 muertos sólo en Ciudad de México, el derrumbe de decenas de edificaciones y daños en miles.
¿A qué se debe la gran diferencia en destrozos que causaron ambos sismos?
Para averiguarlo, BBC Mundo conversó con Víctor Cruz-Atienza, jefe del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Y según el científico mexicano, quien fue incluido en la lista de las 10 personalidades que marcaron el 2017 por la revista científica Nature, hay dos razones principales.
Distancias diferentes
La coincidencia en magnitud significa que “la cantidad de energía liberada por los sismos en forma de onda es comprable en ambos casos”, explica Cruz-Atienza.
“Sin embargo los epicentros fueron a distancias muy diferentes“, destaca.
El de hace cuatro meses tuvo como epicentro a Axochiapan, Morelos, a unos 113 kilómetros de la capital.
Mientras que el más reciente tuvo su epicentro cerca de Pinotepa Nacional, Oaxaca, a más de 400 kilómetros de distancia.
Eso significa que al llegar a Ciudad de México “la energía que traían esas ondas, que viajaron un largo trayecto, eran menor que las que incidieron en septiembre”, explica Cruz-Atienza.
El sismólogo también destaca que la Ciudad de México es un “caso paradigmático” a nivel mundial porque el tipo de suelo es muy particular: está compuesto de arcilla, que proviene de depósitos de antiguos lagos y está saturado en agua.
“Cuando los sismos vienen de donde han ocurrido y entran en la cuenca, las ondas sísmicas se amplifican. Y esto es lo que ocurrió en septiembre de 1985, en septiembre de 2017 y febrero de 2018”, apunta.
El tipo de sismo
La segunda causa de la diferencia en daños tiene que ver con el tipo de sismo.
El ocurrido el pasado viernes fue un sismo interplaca, mientras que el de septiembre fue intraplaca, una diferencia que determina su efecto.
El temblor más reciente “ocurrió en el contacto de las placas, la de Cocos y la de Norteamérica a una profundidad de 12 kilómetros. Una se deslizó con respecto a la otra”, detalla el sismólogo.
Mientras que el de septiembre “se produjo por debajo de la placa continental de Cocos, a unos 57 kilómetros de profundidad”, por lo que fue la misma placa la que se rompió, comenta el experto.
Los sismos de intraplaca de profundidad intermedia, como el septiembre, “permiten articular una cantidad significativa de ondas de alta frecuencia que son las que producen aceleraciones más grandes en el suelo”, añade Cruz-Atienza.
¿Oscilatorio vs. trepidatorio?
Por lo demás, cuando la tierra dejó de moverse el pasado 16 de febrero, la gente en la Ciudad de México comentaba que el terremoto había sido oscilatorio, es decir que el movimiento se sentía más horizontal.
Decían que el de septiembre, en cambio, había sido más trepidatorio, es decir, más vertical.
Pero Cruz-Atienza explica que “oscilatorio y trepidatorio son los términos coloquiales que la gente usa para describir como se movió el suelo”, pero que no son formas científicas de describir los terremotos.
“Seguro que en la capital el movimiento del último terremoto fue más horizontal, pero en Pinotepa debió ser más vertical y fue el mismo sismo. Depende donde uno esté parado va a sentirse diferente”, apunta.
En los epicentros
¿Qué pasó entonces más allá de Ciudad de México, particularmente en las zonas más cercanas a los epicentros?
Si los sismos de febrero y septiembre tuvieron magnitudes similares, por ejemplo, ¿se sintieron igual de fuertes en Pinotepa y Axochiapan?
Cruz-Atienza dice que eso se tiene que confirmar más adelante comparando los sismogramas de ambos terremotos.
Pero su expectativa teórica es que en el de febrero en Pinotepa “el movimiento no fue tan grande en la zona epicentral como el del 19 de septiembre en Axochiapan”, ya que los sismos intraplaca suelen tener mayor intensidad.