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“Tendremos una red de madres en busca de sus hijos migrantes en todo el mundo“

La Caravana de Madres Centroamericanas quiere reunificar más familias

Al centro, con gafas oscuras, Marta Sánchez, en la caravana de madres 2017.

Al centro, con gafas oscuras, Marta Sánchez, en la caravana de madres 2017. Crédito: Cortesía Marta Sánchez

MEXICO.- Desde que el Movimiento Migrante Mesoamericano (M3), la organización fundada por Marta Sánchez Soler (Francia, 1941), asumió hace una década el control de la Caravana de Madres Centroamericanas que buscan anualmente a sus hijos en México, 279 familias  se reunificaron, pero quieren más.

“Una Red Internacional’’, resume Sánchez en entrevista con este diario mientras hace el almuerzo fuera de casa un tanto  inquieta porque dejó a su esposo, el ex diputado migrante José Jacques, en la oficina con los preparativos del Foro Social Mundial para las Migraciones  que se realizará en la Ciudad de México en noviembre próximo.

El foro es un evento clave para el futuro de las migraciones, y particularmente para M3 porque paralelamente y en las mismas instalaciones se realizará la primera Cumbre Mundial de Madres que buscan a sus hijos migrantes que tendrá mucha tela para cortar.

“Las centroamericanas que vienen de caravana  a México serán las anfitrionas con todas sus experiencias  para compartir y enseñar’’, precisa Marta, autora del proyecto mientras da una cucharada a un platón higos el almíbar.

El proyecto se hace público  en este diario al que la activista da la primicia, pero su gestación, arrancó el año pasado cuando ella viajó a Tunez a un evento migratorio y escuchó testimonios de madres locales cuyos hijos también habían desaparecido después de cruzar el Mediterráneo camino a Europa en busca de una vida mejor.

Escuchó narraciones de que los muchachos habían llegado a la playa, que había testimonios de ello y, sin embargo, no daban noticias de vida o muerte. “Pensamos, entonces, que hacía  falta una cumbre de madres con hijos desaparecidos porque el dolor y la desesperación no tiene fronteras y es un tema del que no se tiene consciencia en todo el mundo, debemos dar a conocer que esas madres tienen esperanzas’’.

Marta Sánchez tiene el tema migrante metido en la piel por muchas vías. Sus padres huyeron de España, durante la Guerra Civil, y antes de  viajar a México, vivieron en Francia, donde ella nació, antes de instalarse en Mexicali, Baja California, donde la activista creció y se familiarizó con los temas de desigualdad y marginación.

Fue catedrática en la Universidad Autónoma de Baja California mientras criaba a sus hijas y hacía activismo contra la desigualdad y la violación a los derechos humanos, contra la falta de derechos de las sexoservidoras, contra la pobreza y la falta de reconocimiento de los cucupás, una etnia indígena que el gobierno local consideraba extinta.

“Les habían quitado sus tierras y no querían reconocerlos para no indeminizarlos entre otras políticas’’, recuerda ya con un café de por medio y sonríe con picardía. “Un día nos atravesamos al presidente Luis Echeverría (en los años 70) que estaba de visita en el estado con un grupo de cucupás, altos, malencarados, con sus paliacates en la cabeza, y le dijimos: aquí están, señor, en Baja California sí hay indígenas’’.

Desde entonces la estrategia es acorralar a los gobiernos, “que no tengan’’ forma de escabullirse. José Jacques, su marido, a quien conoció cuando ella trabajaba en el Instituto Nacional para los Adultos en Mexicali  y él le solicitó material para alfabetizar a inmigrantes en Los Ángeles. En 2006 regresaron juntos a México cuando Jacques logró  una representación como migrante en la legislatura federal.

Desde ahí impulsaron la penalización de 10 años de cárcel que daba México a los indocumentados y crear una ley de migración mientras se organizaban las primeras caravanas de madres que, hasta este tiempo sólo llegaban a Tapachula por falta de dinero, permisos de transito o vigilancia oficial que hoy dan las autoridades mexicanas  sin respingo por la presión de M3 que opera como una organización sin fines de lucro.

“Todo esas experiencias queremos compartirlas en noviembre, es casi seguro que vendrán madres de Tunez, Mauritania, Senegal, Filipinas, también estarán las mexicanas y las que se sumen’’, detalla. “El problema es global y lo que queremos buscar es una solución global’’.

Marta se levanta de la mesa y se encamina hacia la calle. El tiempo apremia: las mejores cosas se cocinan a fuego lento, bien lo saben las madres.

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