Cuba: termina la era de los Castro pero permanecen las tensiones

Los cubanos le dicen adiós a la "generación histórica" pero muchos critican el dedazo

Miguel Díaz-Canel. EFE

Miguel Díaz-Canel. EFE Crédito: EFE

WASHINGTON— La “era de los Castro” llega a su fin en Cuba con el previsible traspaso del poder al primer vicepresidente, Miguel Díaz Canel, quien heredará una compleja relación con EEUU y el reto de continuar reformas políticas y económicas en la isla.

Por primera vez en casi 60 años, los cubanos ya no estarán gobernados por los hermanos Castro, que dominaron el paisaje político de Cuba y la palestra internacional durante buena parte del siglo 20.

Fidel Castro llegó al poder en 1959 tras derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista, y falleció a los 90 años en noviembre de 2016,  sobreviviendo, no obstante, a once presidentes estadounidenses.

Su hermano, Raúl, de 86 años, tomó las riendas de forma definitiva en 2008 y negoció con la Administración Obama el inicio del “deshielo” entre ambas naciones y la reapertura de sus respectivas embajadas en Washington y La Habana.

La Administración Trump, sin embargo, ha traído otros planes y en noviembre pasado dio marcha atrás a algunas de las medidas de apertura, incluyendo la flexibilización de viajes y remesas, y restricciones comerciales. También redujo a 40%, a un total de doce, -un nivel esquelético- el personal de la embajada de EEUU en La Habana, en represalia por el supuesto ataque acústico que sufrieron varios de sus diplomáticos.

La Asamblea Nacional de Cuba marcará un hito en su historia al iniciar mañana y durante dos días el proceso de selección formal del sucesor de Raúl Castro, y se prevé que sea Díaz Canel, de 57 años y una figura relativamente joven que no participó en la Revolución cubana.

Ingeniero de profesión, Díaz Canel, procedente de Villa Clara, se ha labrado una reputación de modestia a lo largo de sus tres décadas en el Partido Comunista, y ostenta posturas como el apoyo a los derechos de los homosexuales y la condena de la censura.

En declaraciones a este diario, William LeoGrande, analista político y experto en asuntos de Cuba de American University, afirmó que “la sucesión de Díaz Canel a la presidencia probablemente no producirá cambios dramáticos a corto plazo”, en parte porque Castro es el Primer Secretario del Partido Comunista.

“A largo plazo, esto sí tendrá un gran impacto en cómo se gobierna en Cuba. No creo que habrá cambio en las relaciones con EEUU, simplemente porque la Administración Trump claramente no tiene interés en tener buenas relaciones con Cuba, como ya lo ha demostrado con su retórica y sus acciones”, vaticinó el académico.

Mientras tanto, durante una conferencia telefónica con periodistas, expertos de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA), también coincidieron en que, al menos a corto plazo, no se prevén cambios drásticos en el gobierno de la isla.

Marguerite Jiménez, directora para asuntos de Cuba de WOLA dijo que Díaz Canel afrontará el proceso de reformas “en un contexto de creciente hostilidad con EEUU”.

Por su parte, Geoff Thale, vicepresidente de programas políticos de la entidad, afirmó que ese clima de hostilidad en la relación bilateral complicará el proceso reformista, cuando EEUU debería jugar un papel clave, bajando el volumen a las tensiones, y no dificultándolo al incrementar las hostilidades.

EEUU debe apoyar las reformas en Cuba porque no le conviene tener en sus costillas, a 90 millas del estrecho de la Florida, una economía fallida y disturbios sociales, mientras Rusia y China se abren espacios en la isla, según WOLA.

En todo caso, los expertos anticiparon una “transición ordenada”  aunque cargada de expectativas para los once millones de cubanos en la isla ante el cambio generacional en el liderazgo político.

El grupo “Engage Cuba”, que ha apoyado durante años un proceso de apertura entre EEUU y Cuba,  dijo que si bien se desconoce hasta qué punto Díaz Canel abrazará el proceso de reformas pendientes, lo cierto es que algún tipo de reforma económica es “inevitable”.

Eso se debe en parte a las complicaciones de lidiar con un complejo sistema de doble divisa y múltiples tasas de cambio que han causado distorsiones en el mercado. El Producto Interno Bruto (PIB) de Cuba se encuentra estancado, la producción doméstica se ha ralentizado, y las exportaciones bajaron por más de un  30% en un período de tres años.

Son todos síntomas que aconsejan urgentes reformas económicas, aunque las autoridades cubanas han hecho hincapié en la estabilidad institucional durante el periodo de transición.

Ante lo que se prevé será una gran prueba de fuego para el nuevo rostro del gobierno cubano, las reformas serán graduales, en el mejor de los casos, vaticinó “Engage Cuba”, que en un análisis también advirtió de la creciente influencia de Rusia y China en la isla.


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