Padres inmigrantes reciben la visa U, después de que una bala perdida les arrebató a su hijo
Ya pueden vivir sin miedo a la deportación y en tres años podrán hacer un ajuste migratorio que los convertirá en residentes permanentes
Hace más de dos décadas, una bala perdida que vino de un enfrentamiento entre pandillas arrebató la vida de Erick, quien estaba a pocos meses de cumplir tres años de edad. Sus padres nunca imaginaron que esa irreparable pérdida les abriría la puerta para obtener una visa U que el gobierno de Estados Unidos otorga a las víctimas del crimen.
Eran alrededor de las 11:30 de la noche del 25 de julio de 1997 cuando Oralia Porcayo y su esposo Rodolfo Jiménez caminaban con sus dos hijos, Erick y Kimberly, de 2 años, por las calles de Inglewood.
“Ese día era el día de mi cumpleaños. Salimos a comer con los niños. Cenamos y ya veníamos de regreso, cuando de repente se agarraron las dos pandillas, o no sé cuántas fueron. Ahí fue cuando desgraciadamente le pegó una bala perdida al niño”, recuerda la madre con gran pesar.
Con la voz entrecortada, Jiménez dice que iban atravesando la Calle 102 cuando empezaron los balazos. Su esposa y su hija venían unos pasos atrás. Les gritó que se apuraran.
“Yo llevaba a Erick cargado en los hombros. De repente sentí un jalón fuerte. Bajé al niño para ver qué había pasado. Miré que su cuerpo se había vencido por el impacto de bala. Ni siquiera lloró”, recuerda el padre.
En cuestión de segundos apareció una patrulla por la Calle 101. “Ellos miraron todo y llamaron a la ambulancia”, dice el padre. Erick fue trasladado al hospital. Pero murió después de la una de la mañana del 26 de julio de 1997.
“Fue algo muy feo y triste. Nunca se me va a olvidar. Era mi hijo”, clama Oralia, a punto de las lágrimas.
Indocumentados
Ella y su esposo son inmigrantes mexicanos. Cuando murió Erick, eran indocumentados. Cada uno por su lado, emigraron en 1993 a Los Ángeles. Se conocieron en un baile y más tarde se casaron.
Al dolor de haber perdido a su hijo, se le añadía la constante preocupación de saberse sin esperanza alguna de arreglar su estatus migratorio.
Años después de la pérdida de su hijo Erick, tuvieron la fortuna de tener un tercer hijo al que llamaron como su hijo fallecido.
Fue en el año 2013, cuando Oralia oyó hablar de la visa U que se da a las víctimas de crimen.
“Ella escuchó que había posibilidades de arreglar nuestro estatus con esa visa. Fuimos a ver al abogado en migración Eric Price”, dice el padre.
“Él nos pidió buscar el reporte de la policía, los del detective y de la terapia que habíamos recibido como familia después de perder a Erick”, completa.
En el 2015 iniciaron el proceso formal para obtener la visa U. “El abogado nos dio muchas esperanzas y nos dijo que sí calificaríamos. La policía cooperó mucho con nosotros para darnos la certificación”, explica.
En mayo de 2017 le llegó a Oralia su visa U. Pero el padre tuvo que esperar casi un año más para recibirla. “A mi me llegó este lunes (9 de abril de 2018). No sabemos por qué se tardó más”, dice.
Tristeza y felicidad
La visa U ha despertado sentimientos encontrados en los Jiménez. “Yo me siento contenta, pero a la vez triste porque sé que la obtuvimos por mi hijo. Qué más quisiera que él estuviera aquí con nosotros. Solo Dios sabe por qué pasan las cosas. Doy gracias a Dios por esta visa. Estamos muy felices”, confiesa Oralia.
Jiménez dice que como su visa U se tardó casi un año temía que no se la fueran a dar. “Íbamos a misa a pedirle a Dios. Habíamos tratado de llevar la vida en regla, sin meternos en problemas. Yo ascendí en mi trabajo de landscaping (construcción de jardines) pero seguíamos sin papeles”, dice.
Cuando finalmente recibió la visa U dice que no le queda duda de que es un regaló que les mandó su hijo Erick. “Ahora voy a poder viajar a México. Mi madre falleció hace dos años y no pude ir. Ahora podré ir a verla a su tumba”, comenta.
A Oralia no le cabe duda de que por su hijo Erick, ella y su esposo ya tienen un estatus migratorio en Estados Unidos, después de 25 años de vivir en las sombras. “Nuestro hijos Kimberly, ahora de 22 años, y Erick de 17 años están muy contentos de ver que ya estamos bien y podemos salir con seguridad a la calle”.
Si Erick viviera, tendría casi 23 años. Una rápida movilización policiaca llevó a la detención casi inmediata de los responsables, dos miembros de pandillas que hoy están cumpliendo cadena perpetua en prisión.
Abre la puerta para la residencia
El abogado en migración Eric Price reconoce que el proceso para conseguirles la visa U a los Jiménez fue tranquilo. “En estos casos de lo que se trata es de identificar que han sido víctimas de un crimen calificado, un crimen violento en su contra y de que participaron con la policía en la investigación”, afirma.
Los esposos Jiménez vivieron un incidente trágico y horrible. Por eso cuando llegaron a su oficina y le contaron su historia, no dudó en que iban a obtener la visa U.
La visa U es para personas que han sido víctimas de crímenes violentos como violencia doméstica, un robo, tiroteos, entre otros, pero no para cuando fuiste víctima de choque por parte de un individuo que maneja ebrio, o cuando alguien entró a tu casa a robar.
¿Por qué le llegó a la esposa primero la visa U y se tomó más tiempo para que le llegará al esposo? Price explica que se debe a que son casos diferentes que llegan a escritorios y personas diferentes en la oficina de migración.
Una vez con la visa U, el abogado sostiene que esta pareja podrá solicitar su residencia permanente en un periodo de tres años. Con la visa U, obtienen autorización legal para permanecer en el país y un permiso de trabajo.
Debido a que cada año se otorga un número limitado de visas U, una solicitud se tarda un promedio de cuatro a cinco años en ser aceptada.
Y lo extraordinario, explica el experto en migración, es que la visa U puede perdonar casi cualquier cosa del pasado. El beneficiario no tiene que salir a Ciudad Juárez, ni pedir un perdón por haber entrado indocumentado al país, puntualiza.
“El propósito de la visa U es incentivar a participar con la policía para limpiar el crimen. Así que mi mensaje para los inmigrantes que han sido víctimas de crímenes violentos es que no tengan miedo. El crimen del que fueron víctimas no tiene que ser tan extraordinario como el que sufrieron estos padres”, subraya.