DACA le permite abrirse campo en la investigación científica
Sin este programa, hubiera sido muy difícil para ella regresar a la universidad y graduarse
Cuidadosamente, Nallely Ruiz Dominguez vierte un líquido desde una varilla a un tubo de ensayo. Su trabajo es sumamente preciso y requiere de alta concentración y algun día podría llevar a descubrir la cura para el cáncer, la diabetes o alguna de las decenas de enfermedades que azotan nuestra sociedad.
Esta tarea la realiza a diario una joven dreamer que encontró entre las gradillas, microscopios y avanzados equipos de investigación su propósito en la vida.
Y lo consiguió gracias al programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) que le dio a Nallely Ruiz Domíngue, la suficiente confianza e inspiración para ir a la universidad, graduarse y lograr un trabajo en el campo de las investigaciones científicas.
“Con el DACA dejé de tener miedo y sentirme sin esperanza sobre mi futuro. Sentí que un peso se me quito de encima”, dice Ruiz Dominguez, quien trabaja como asistente de investigadora en el área de células madres en el laboratorio del Instituto de Investigación LA BioMed.
“Me siento muy contenta con mi trabajo. DACA ha permitido que yo realice mis sueños y quiero ayudar a otras personas a realizar sus sueños de vivir una vida normal a través de buscar cura o tratamientos a las enfermedades”, señala.
Ruiz Domínguez tiene 30 años. Nació en la ciudad de México. Sus padres la trajeron a vivir a Estados Unidos en 1989 cuando solo tenía 18 meses de edad. Creció entre Culver City y West Los Ángeles. Su padre trabajaba en el diseño de jardines hasta que decidió regresar a México. Los cuatro hijos se quedaron a cargo de la madre, quien trabaja en la limpieza.
A la joven dreamer siempre le gustó la escuela. “Mi materia favorita eran las matemáticas. Aunque también biología”, recuerda.
Ella siempre supo que había nacido en México pero fue en la secundaria, cuando se preparaba para ir a la Universidad, que se dio cuenta que no tenía papeles. “Por esa época, un tío solicitó la residencia para mi mamá y ella nos incluyó en la petición a sus tres hijos. Pensé que sería algo rápido, pero el proceso tomaría más de 20 años. Ya había cumplido la mayoría de edad y por esa razón ya no califiqué como beneficiaria en el caso de mi mamá”.
Sus estudios
Ruiz Domínguez se inscribió en el Colegio Comunitario de Santa Mónica. “Aproveché la ley AB 540 que me permitía pagar la colegiatura al precio de los estudiantes domésticos”, comenta. Aún así dice que se encontraba dividida entre transferirse a una universidad o dejar los estudios porque al final no iba a poder hacer nada con su título.
“Mi sueño era estudiar medicina, pero ninguna escuela me aceptaría por no tener papeles”, dice.
Fue en el Colegio Comunitario cuando tomó la clase de química orgánica que se dio cuenta que le gustaban los laboratorios y la investigación.
Pero ante la falta de papeles, dejó la escuela por alrededor de un año. “Me sentía triste, sin esperanza”, reconoce. Sin embargo, cuando se aprobó el DACA se puso feliz. “Decidí solicitar mi ingreso a Cal State Dominguez Hills para estudiar biología”, cuenta.
Ya con el DACA podía estudiar y trabajar al mismo tiempo. Uno de los empleos que la ayudó a tener experiencia antes de graduarse fue un laboratorio veterinario donde aprendió sobre histología, la disciplina relacionada con el estudio de los tejidos.
Logró graduarse con honores y empezó como voluntaria en un laboratorio de investigación científica en Torrance. “A los nueves meses me contrataron de tiempo completo para hacer investigaciones científicas. He aprendido muchísimo y he encontrado una faceta de mi que no sabía que estaba ahí”.
Lo mejor de todo, reconoce, es que ha aprendido a conquistar el miedo.
Ruíz Domínguez no quiere quedarse solo con su título universitario de biología. “En noviembre voy a aplicar para hacer mi PhD (doctorado) en ciencias en alguna universidad de California. Eso me va a llevar cinco años. Mi sueño de ser médico ha quedado atrás porque lo que quiero es convertirme en una investigadora”, dice.
Y comenta que hay muchos jóvenes, entre ellos algunos DACA, que han incursionado en la investigación científica, pero lo hacen de manera temporal como un paso previo antes de ir a la escuela de medicina, no para quedarse a trabajar en esta área. “Me siento como parte de una doble minoría: por ser latina, pero también porque hay muy pocos latinos y con DACA que trabajan en la investigación científica”.
“Últimamente el gobierno federal ha dado dinero a los colegios comunitarios para que impulsen las carreras de ciencias y atraigan latinos. Yo lo que les digo es que sigan su corazón. La investigación científica es una carrera muy satisfactoria. Me siento muy orgullosa”, dice.
DACA en limbo
En septiembre pasado, el presidente Donald Trump canceló DACA y su futuro se encuentra en manos de las cortes. Desde 2012, DACA ha permitido a más de 800,000 jóvenes llegados en la infancia como Nallely Ruíz Domínguez, diferir su deportación y obtener un permiso para trabajar en el país, renovable cada dos años.
“De primero sí me preocupaba. Tenía mucha ansiedad hasta que después de reflexionar y procesarlo, pensé que con la preparación que este país me ha dado, yo estoy lista para trabajar en cualquier parte del mundo“, dice.
De acuerdo a un perfil sobre las ocupaciones de los DACA revelado por el Instituto de Políticas de Migración de 2017, el 10% de los 108,900 jóvenes con empleo en California, trabajan en servicios administrativos, profesionales y científicos.