Real del Monte: la ciudad de México que tiene costumbres inglesas

Los vínculos de Real del Monte, en el estado mexicano de Hidalgo, con Inglaterra se remontan a más de 200 años

Real del Monte, en México, recuerda a un pueblo de Inglaterra.

Real del Monte, en México, recuerda a un pueblo de Inglaterra. Crédito: Getty Images

Mientras me abría paso entre la multitud, Marion Symonds estaba ocupada sellando uno de los lados de un “paste” (una especie de empanada) de 4,5 metros de largo en la plaza central.

Todas las miradas estaban puestas en esta panadera de Cornualles mientras sostenía la masa aún maleable en las manos, apretando delicadamente los bordes con las yemas de los dedos para sellar la carne, la patata y la cebolla.

Mirando los inclinados tejados rojos y los cuidados jardines que nos rodeaban, parecía que Symonds y yo estábamos en algún lugar de nuestra Inglaterra natal.

Sin embargo, nos encontrábamos en la pequeña ciudad de Real del Monte, en el estado mexicano de Hidalgo, en el centro del país. Al otro lado de la enorme empanada, un chef local la sellaba al estilo mexicano, apretando la masa con el lado de una mano sobre una mesa.

Para entender por qué se estaba cocinando una gigante empanada medio mexicana y medio cornuallesa en un pueblo de aspecto inglés en el centro de México debemos retroceder dos siglos, hasta lo que Bridget Galsworthy Estavillo, de la Sociedad Británica de México, llama “la columna vertebral” de la historia: la llegada de mineros de Cornualles a México.

A principios del siglo XIX, los mineros de estaño de Cornualles eran conocidos en todo el mundo por su equipamiento de última generación y por su experiencia a la hora de usarlo.

La Compañía de Caballeros Aventureros en las Minas de Real del Monte les propuso, a ellos y a su moderna maquinaria, ir a México a trabajar en las minas de plata, me cuenta Galsworthy Estavillo.

Después de desembarcar en Veracruz, en la costa este de México, en 1825, la primera ola de mineros de Cornualles recorrió 400 km rumbo al oeste, hacia la Mesa Central, donde se pusieron a trabajar extrayendo plata.

Mineros de Cornualles en Real del Monte, México

Three Lions/Getty Images
A principios del siglo XIX, los mineros de Cornualles viajaron a Real del Monte, en México, para extraer plata. (Foto: Three Lions / Getty Images).

Simultáneamente, crearon comunidades británicas muy cohesionadas, y fueron llegando nuevas oleadas de migrantes de Cornualles prácticamente cada año hasta 1840.

Galsworthy Estavillo se apresura a señalar que “la primera oleada (de mineros de Cornualles no llegó) por desesperación”, si bien muchas llegadas posteriores sí fueron originadas por la necesidad, como resultado directo del descubrimiento del estaño en Bolivia y Malasia en el siglo XIX.

Esto provocó el cierre de muchas de las minas de estaño de Cornualles y, como consecuencia, se desató una severa depresión económica que no dejó a los mineros otra alternativa que abrirse camino hacia comunidades de la diáspora de Cornualles preestablecidas en el exterior, como México.

A medida que los mineros establecieron enclaves de Cornualles, también comenzaron a cimentar su legado en Hidalgo, introduciendo esos techos inclinados tan ingleses y sus queridas empanadas.

El cementerio donde las tumbas miran hacia Inglaterra

Pero estas no son las únicas muestras de la conexión centenaria de Real del Monte con el Reino Unido. Según Galsworthy Estavillo, “el orgullo de Real del Monte” es el Panteón Inglés, conocido en ese idioma como el Cornish Cemetery (cementerio de Cornualles), ubicado en la cima de una colina que domina la ciudad.

El Cornish Cemetery de Real del Monte

Carlos Enrique López C / Flickr
Todas las tumbas -menos una- del Cornish Cemetery de Real del Monte miran hacia Inglaterra. (Foto: Carlos Enrique López C / Flickr)

El cementerio, en el que todas las tumbas menos una miran al noreste, hacia Inglaterra, es “prácticamente único, es hermoso, conmovedor”, me dice.

La única tumba maltrecha pertenece a un ingeniero de minas nacido en Yorkshire, y que esté destrozada se debe a las raíces de los árboles, me explica Galsworthy Estavillo.

A principios del siglo XX, Hidalgo fue el estado que recibió a la mayoría de migrantes británicos que llegaron a México, y Real del Monte no es la única ciudad donde se puede ver su influencia.

Aproximadamente 14 km hacia el oeste, en la ciudad de Pachuca, la capital de Hidalgo, el banco Bancomer, uno de los varios edificios financiados por el influyente ex minero de Cornualles Francis Rule, tiene representadas a seis banderas Union Jacks en el parapeto.

Este diseño surgió porque unos funcionarios municipales supuestamente prohibieron a Rule que la bandera de verdad ondease en el edificio. Sin embargo, el proyecto más reconocido de Rule es la impactante torre de reloj neoclásica de Pachuca, cuya maquinaria se fabricó en la misma fábrica austríaca que la del Big Ben de Londres.

La cuna del fútbol

Hay algo todavía más duradero que los mexicanos deben agradecer a los mineros de Cornualles: el fútbol. La costumbre local de jugar un partido a las 16.00 probablemente se originó con los mineros a finales del siglo XIX.

La afición por el fútbol llevó al nacimiento del club Pachuca, cuyo equipo original estaba repleto de apellidos comunes de Cornualles, como Pengelly y Bennetts.

Pachuca es ahora conocida como cuna del fútbol y sede del Salón de la Fama del fútbol, que muestra el legado mexicano en ese deporte.

Pero volvamos a Real del Monte y esa enorme empanada de Cornualles, o paste, como se conoce en México. Los migrantes de Cornualles no querían renunciar a su comida favorita, una abundante mezcla de carne y verduras envuelta en un caparazón de masa salada lo suficientemente fuerte como para sobrevivir el viaje hacia los túneles.

Así que sus esposas empezaron a cocinarlas en Hidalgo, y mostraron a los lugareños cómo se hacían. No es de extrañar que cada año, en el estado donde se encuentra el primer museo de pastes del mundo, los cocineros locales salgan a la calle en el marco del Festival Internacional del Paste para celebrar este delicioso legado de la diáspora de Cornualles.

Los entusiastas visitantes, que llegan de todo México para el acontecimiento, se llevan cajas llenas de pastes mientras ondean en el aire Union Jacks y banderas con la cruz blanca y negra de Cornualles.

Incluso estando a 8.000 km del Reino Unido, de alguna manera yo misma me sentía en casa, si no fuera porque estaba sorbiendo una michelada, un cóctel de cerveza mexicano picante hecho a base de jugo de tomate.

Symonds, que vive en Cornualles pero viaja regularmente a México, es conocida en Real del Monte como la “Madre de los Pastes”, un apodo que le puso el “Padre de los Pastes” y fundador del Festival Internacional del Paste, Victor Aladro, gracias a su participación en la organización de una celebración similar en Cornualles.

“La tradición manda que una empanada de Cornualles lleve papa, colinabo, cebolla y carne de res. La masa tiene que ser lo suficientemente firme como para poder sostenerla en la mano, y tiene que llevar mucha pimienta”, me explica.

El paste mexicano sigue siendo bastante similar a su antepasado de Cornualles, a pesar de que hayan pasado 200 años. Las masas son similares, aunque Symonds señala que los mexicanos la trabajan directamente en lugar de dejarla reposar durante un día, como se hace en Cornualles.

En los rellenos es donde la variación regional se nota más. Teniendo en cuenta la preferencia de México por los sabores más picantes y el hecho de que es imposible cultivar colinabo (un ingrediente común en las empanadas de Cornualles), los pastes mexicanos tienen rellenos mexicanos tradicionales como mole (una salsa picante de chocolate y chile) o tinga (carne picada marinada en tomate y salsa de chipotle).

Incluso los pastes clásicos de carne y papa tienen un punto picante gracias a la adición de chiles poblanos o jalapeños.

Actualmente Real del Monte forma parte de “pueblos mágicos”, un programa de promoción turística impulsado por el gobierno mexicano.

Pero independientemente de los pastes rellenos de chile picante que devoraba con el paisaje montañoso de la ciudad como telón de fondo, la sensación que tenía era la de estar vagando por las calles de una pintoresca ciudad inglesa; y es que los techos inclinados, los jardines bien cuidados y las tiendas de pastes no mienten.

La influencia de Cornualles perdura.

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