“Revienta” organización Deportados Unidos en la Lucha en México

Uno de los fundadores, Eleazar Hernández, lo resume como una lucha de poder, de dinero y del rumbo de DUL que también creó la empresa de serigrafía Deportados Brand

Eleazar Hernández, deportado de Wisconsin.

Eleazar Hernández, deportado de Wisconsin. Crédito: Gardenia Mendoza

MEXICO.- Deportados Unidos en Lucha, una de las primeras organizaciones que se fundaron en medio de la crisis de retornados durante la Era de Donald Trump, está en crisis: dividida en dos partes y lejos de las primeras ilusiones que tenían cuando el exjefe de Gobierno, Miguel Angel Mancera,  les dio las llaves de la Ciudad de México.

De un lado, Eleazar Hernandez, Adán Jácome, Efren González, Salvador Díaz, Armando Bolaños y Jorge Sanchez, algunos de los 15 fundadores de la organización que en febrero de 2017 peleaban palmo a palmo con los vagabundos del parque Franz Mayer por un sitio de reunión; del otro, Ana Laura López y Gustavo Lavariega, también iniciadores.

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Las razones son múltiples. Eleazar Hernández lo resume como una lucha de poder, de dinero y del rumbo de DUL que también creó la empresa de serigrafía Deportados Brand. “Sacamos un crédito del gobierno para todos y finalmente Ana Laura se quedó  con toda la maquinaria”, acusa sin rencor: “No importa, se la dejamos pero no es el camino que queríamos para ayudar a los migrates deportados: queríamos que fuera una ONG sin fines de lucro”.

Pero la gota que derramó el vaso, detalla, fue hace dos meses, cuando los echaron de las oficinas que les prestaba una persona afín al Partido Morena quien se molestó por la visita de Ricardo Anaya, entonces candidato a la presidencia de la República del Partido Acción Nacional. Así es en México: todo se politiza.

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De ahora en adelante, esta fracción de DUL formará otra organización: Estado 33 Aztlán que operará como una Asociación Civil que continuará apoyando a deportados de manera altruista. “Queremos ayudar, no hacer dinero”.

Del otro lado de la moneda, Ana Laura López, matiza el problema. Afirma que a DUL no lo hacen miembros específicos sino fluctuantes dadas las condiciones de los migrantes de retorno (algunos se quedan en la CDMX, otros no o toman su propio camino) y, por tanto, “la organización no depende de sus integrantes porque es una plataforma de empoderamiento y liderazgo”.

“Estamos muy orgullosos de que los compañeros (de Estado Aztlán) formen su propia organización”, replica.

En medio de ambos bandos, Diego Miguel María, otro de los fundadores, prefirió mantenerse al margen y hoy busca también integrar su taller de serigrafía independiente mientras lucha por ver a sus hijos que no ve desde hace dos años. “Prefiero enfocarme en resolver este problema primero: esa es la urgencia”.

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