Trump anuncia recorte de ayuda a Centroamérica para castigar caravana

Trump ha dejado de lado la reforma tributaria o el cuidado de salud para enfocarse en la inmigración ilegal como tema de campaña para ayudar a candidatos republicanos

Al menos 2,000 migrantes lograroon cruzar hacia México camino a EEUU.

Al menos 2,000 migrantes lograroon cruzar hacia México camino a EEUU. Crédito: EFE/María de la Luz Ascencio

WASHINGTON — En cuenta regresiva para los comicios legislativos, el presidente Donald Trump anunció este lunes el inicio de la suspensión o recorte significativo de la asistencia extranjera que da EEUU a Centroamérica, en represalia por no frenar la caravana de miles de migrantes rumbo a este país.

“Guatemala, Honduras, y El Salvador no pudieron hacer la labor de impedir que la gente saliera de su país y viniera ilegalmente a EEUU. Nosotros ahora comenzaremos a cortar, o reducir sustancialmente, la masiva ayuda exterior que les damos”, prometió Trump en su cuenta en Twitter.

Consultada por este diario, la Casa Blanca aún no ha emitido una explicación sobre la nueva andanada de ataques de Trump contra los migrantes centroamericanos, ni el cronograma para cumplir su amenaza de recortar la ayuda a Guatemala, El Salvador y Honduras.

Para el año fiscal 2019, la ayuda exterior a esos tres países es de poco más de $180.8 millones -un descenso sobre años anteriores-, pero no está claro que Trump pueda cortarla de forma unilateral sin la venia del Congreso.  De este total, unos $69.4 millones estaría destinados a Guatemala, seguidos por unos $65.7 millones para Honduras, y $45.7 millones para El Salvador, según la página web “foreignassistance.gov”.

A sólo 15 días de los comicios que definirán el control del Congreso, Trump ha utilizado desde la semana pasada el movimiento de una caravana iniciada en Honduras como herramienta política y electoral, además de culpar a los demócratas por el maltrecho sistema migratorio.

Las imágenes de hasta 7,000 migrantes centroamericanos rumbo a la frontera sur de EEUU se han convertido en una especie de “sorpresa de octubre” para Trump y los republicanos, que han encontrado en la inmigración ilegal un fácil tema de campaña.

Aunque la mayoría de los migrantes asegura que la violencia de las pandillas, la inestabilidad y la falta de oportunidades de empleo los empujan hacia el Norte,  sus reclamos de asilo han caído en oídos sordos en la Administración, que ha pedido acciones más contundentes por parte de México.

Es que ni la polémica reforma tributaria –con millonarios recortes de impuestos para los ricos y corporaciones- ni los esfuerzos por anular “Obamacare”, que fueron dos promesas electorales de Trump, habían logrado azuzar a la base conservadora tanto como una temida “invasión” de inmigrantes indocumentados,  según observadores.

“Cada vez que vean una Caravana, o gente viniendo ilegalmente, o intentando venir, a nuestro país ilegalmente, piensen en los demócratas y échenles la culpa por no darnos los votos para cambiar nuestras patéticas leyes de inmigración! Recuerden (las elecciones de) medio término! Es muy injusto para los que viene legalmente”, se quejó Trump.

“Emergencia nacional”

En el pasado, Trump ha expresado disposición para trabajar con el entrante gobierno del presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), pero ahora ha destinado parte de su ira hacia las instituciones policiales y militares de ese país por no frenar la caravana.

En ese sentido, Trump dijo hoy, sin ofrecer pruebas, que “criminales” y personas desconocidas de Medio Oriente vienen mezclados con los migrantes de la caravana, y por ello ha alertado a la Patrulla Fronteriza y al Ejército de que se trata, a su juicio, de “una emergencia nacional”.

Trump volvió a insistir en la necesidad de reformar las leyes de inmigración pero omitió explicar que su Administración, con la ayuda de sus aliados republicanos en el Congreso, también han tomado medidas para restringir el proceso de asilo y para reducir drásticamente la inmigración legal.

En todo caso, el Congreso, bajo control republicano, no ha aprobado la totalidad de cerca de $25,000 millones que requiere la construcción del muro fronterizo, pese a las insistencias de Trump.

Los ataques de Trump contra los migrantes centroamericanos representan una escalada similar a la que mantuvo en abril pasado, cuando otra caravana se aproximaba a la frontera sur de EEUU.

En esa ocasión, las autoridades mexicanas lograron dispersar a decenas de migrantes, y muchos de los que sí llegaron hasta la frontera sur de EEUU se toparon con trabas burocráticas, arrestos, deportación, y separación de familias, según activistas sobre el terreno.

El domingo, el secretario de Estado, Mike Pompeo, acusó a los organizadores de la caravana de provocar actos de violencia por motivaciones políticas, pero tampoco ofreció pruebas.  Asimismo, Pompeo reiteró el compromiso de EEUU de ayudar a México  a responder a la crisis de refugiados y migrantes en la región, “incluyendo el flujo de personas que están llegando” a sus fronteras.

Conscientes de que los demócratas podrían recuperar el control de al menos la Cámara de Representantes el próximo 6 de noviembre, Trump y varios miembros de su Administración hablan desde un mismo guion, pintando un panorama sombrío y alertando de que los inmigrantes indocumentados son un peligro para la soberanía y seguridad nacional.

La secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, dijo el domingo que el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) está vigilando de cerca la “crisis de la caravana”, y recordó que organizaciones transnacionales del crimen organizado aprovechan “las vulnerabilidades” de estos migrantes.

“Trabajaremos con nuestros socios en la región para investigar y enjuiciar con todo el peso de la ley a quienes alientan y se lucran de la migración irregular. Apoyamos plenamente los esfuerzos de Guatemala, Honduras y México, mientras responden a esta situación crítica y garantizan una región más segura”, dijo Nielsen.

La Administración también ha hallado respaldo en grupos ultraconservadores que, fieles a la retórica de Trump, durante meses han llevado a cabo una intensa campaña publicitaria sobre la urgencia de frenar a los demócratas, a quienes tachan de ser “débiles” contra el crimen y de promover “fronteras abiertas”.

Por lo general, los demócratas han evitado contestar directamente a los ataques de Trump, aunque han señalado que éstos son parte de una estrategia para desviar la atención de los votantes de los asuntos más acuciantes para el país, y para hacer creer a sus seguidores de que el país está “bajo ataque” por culpa de los demócratas.

Los principales líderes demócratas del Congreso, Nancy Pelosi en la Cámara Baja, y Chuck Schumer, en el Senado, afirmaron el domingo que Trump está “desesperado por cambiar de tema, del cuidado de salud, a inmigración”.

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