Dodgers regresaron de la muerte y la Serie Mundial da un giro de 180 grados
Al fallarle una apuesta clave al manager Cora (y aparecerse un fantasma de 1986) Boston puede quedar en terreno peligroso
Los Ángeles.- Si la historia sirve de algo en los deportes es para entender esos pequeños grandes momentos que cambian el rumbo de las batallas y marcan el destino de los campeonatos.
La noche del viernes –y la mañana del sábado– los Dodgers de Los Ángeles tuvieron potencialmente dos de esos momentos. En el cierre del 18º inning del juego 3 de la Serie Mundial, Max Muncy conectó un jonrón para dejar tendidos a los Medias Rojas de Boston con una victoria épica de 3-2 en el partido más largo de todos los tiempos en Clásicos de Otoño.
El cuadrangular de Muncy se une a la lista de batazos memorables de la pelota de octubre; se produjo cuanto la batalla entre Dodgers y Medias Rojas alcanzaba ya las 7 horas y 20 minutos.
Pero el verdadero momento de “hechizo” del juego había ocurrido una hora y media antes, en el inning 13 y con el reloj indicando cerca de las 11 pm horas locales.
Abajo en la pizarra 2-1 y colgados de su último out de vida en el juego y, con toda seguridad en la serie, los Dodgers recibieron ayuda de los llamados Dioses del béisbol. Con el corredor Muncy en segunda base, Yasiel Puig bateó una rola fuerte por la intermedia que el camarero Ian Kinsler, corriendo hacia su derecha, levantó apenas afuera del abanico de tierra que es parte del diamante.
Kinsler, uno de los guantes más confiables que uno pueda imaginar en dicha posición, se resbaló un poco al hacer el fildeo y perdió el balance cuando preparaba su tiro a primera para ponerle final al encuentro. Kinsler, quien decidió no plantarse en la jugada, tiró en plena carrera y su lanzamiento se fue muy desviado a la derecha del inicialista Christian Vázquez y hacia la barda protectora del dugout visitante. Puig llegó quieto y Muncy anotó desde segunda el 2-2.
“Corrí de más al hacer el fildeo y entonces cuando planté el pie para girar y tirar el césped se desprendió durante el acto de lanzar y el tiro se fue desviado”, explicó a los reporteros Kinsler, finalista para el Guante de Oro. “Tenía el out final en mi guante y no pude lograrlo. Fue difícil de tragármelo”.
El recuerdo de Bill Buckner
Para los aficionados de Boston la jugada realmente debe traerles malos augurios. Este es el equipo que dentro de su eterna sequía de 86 años sin ganar una Serie Mundial, la cual se acabó en 2004, vivió el drama de dejar escapar dramáticamente el título de 1986 contra los Mets de Nueva York por un famoso error defensivo.
Los Medias Rojas necesitaban un out para coronarse en el Estadio Shea, pero los Mets empataron en la parte baja del décimo inning al hilvanar tres hits y aprovechar un wild pitch. Luego, Mookie Wilson sacó una rola no muy fuerte por la línea de la primera base que se le fue entre las piernas al veterano inicialista Bill Buckner. Nueva York se robó el triunfo y al día siguiente se coronó.
Papeles invertidos
Más allá de la anécdota histórica, la victoria de los Dodgers los mete en la pelea y, de hecho, los coloca en una situación ventajosa previo al juego 4 la noche del sábado. Al Intentar liquidar a los Dodgers, el manager Alex Cora puso a relevar desde el inning 12 a Nathan Eovaldi, el derrotado tras recibir el cuadrangular de Muncy en su lanzamiento 97 del partido.
Eovaldi, quien puede lanzar rectas de arriba de 100 millas por hora, estaba originalmente programado para ser el abridor del juego 4. La apuesta le salió mal a Cora, quien se fue a dormir sin decidir a su abridor o al menos sin darlo a conocer, pero por haber utilizado casi a todos sus lanzadores y no tener un claro candidato a iniciar, los Dodgers posiblemente serán favoritos ya sea con el zurdo Rich Hill en la loma o incluso con algún cambio (el equipo dijo ya tarde que Hill no necesariamente iniciaría el sábado).
Por la manera en que ha estado lanzando, Eovaldi (6 innings, 3 hits, 2 carreras, 1 sucia, 5 ponches y 1 base en el juego 3) les iba a dar a los Medias Rojas una buena posibilidad de ganar en el cuarto partido. Eso obviamente no sucederá y queda la sensación de que la derrota en 18 innings fue doble para Boston y no por la cantidad de entradas jugadas que equivalen a dos partidos de nueve innings.
Por cierto, Clayton Kershaw está contemplado, salvo alguna sorpresa más en esta serie de mucha estrategia, para iniciar el juego 5 el domingo. El panorama se ha alumbrado bastante para Los Ángeles.
Buehler y Bellinger
Los Dodgers, a su vez, tuvieron su cuota de infortunios en el partido. La carrera con la que Boston se fue arriba 2-1 en la 13ª entrada fue manufacturada sin que sus bateadores sacaran la pelota del cuadro: una base por bolas, un robo de base y un error del pitcher Scott Alexander al lanzar a la primera base tras una floja rola de Eduardo Núñez para que anotara desde segunda Brock Holt.
Antes, en la octava , el cerrador Kenley Jansen falló a cuatro outs de la victoria de su equipo al recibir un cuadrangular de Jackie Bradley Jr., haciendo recordar que Jansen, aunque considerado por muchos el mejor taponero de los últimos años en la Gran Carpa, se ha vuelto propenso al jonrón. Hace un año, Marwin González le conectó uno en la novena entrada que envió el juego 2 de la Serie Mundial a extrainnings. Los Astros de Houston ganaron ese juego y días después la serie.
La longitud del “Maratón de L.A.” y todo el drama que rodeó esos innings finales al filo de la media noche hacen olvidar un poco la brillante labor de Walker Buehler, el pitcher abridor de los Dodgers, que en 7 entradas mantuvo a raya a los poderosos Red Sox, que apenas pudieron pegarle dos hits. El novato retiró a los últimos 14 bateadores que enfrentó. Ha nacido una estrella.
El otro héroe de los Dodgers fue Cody Bellinger, que en la décima entrada impidió a Boston irse arriba y posiblemente ganar el juego al completar una espectacular doble matanza con su tiro de aire desde la pradera central al home, cuando Kinsler intentaba anotar en pisa y corre tras el fly de Núñez.
En síntesis, fue un juego que no se olvidará pronto, sobre todo si los Dodgers, motivados, emprenden la embestida ahora que las cosas parecen sonreírles. Así es el béisbol.