ICE le da ultimátum a exitoso empresario de Santa Ana para que venda todo y se vaya

Desesperado y decepcionado, dice que su único delito es trabajar muy duro y limpiamente por su familia y los trabajadores que dependen de él

Gualterio Santos, un exitoso comerciante de Santa Ana pide una oportunidad al gobierno de Trump para arreglar su estatus migratorio y permanecer al lado de su familia. (Araceli Martínez/La Opinión).

Gualterio Santos, un exitoso comerciante de Santa Ana pide una oportunidad al gobierno de Trump para arreglar su estatus migratorio y permanecer al lado de su familia. (Araceli Martínez/La Opinión). Crédito: Araceli Martinez | La Opinión.

A Gualterio Santos, un exitoso empresario de flores de la ciudad de Santa Ana, que da empleo a más de 20 familias, el Servicio de Migración y Aduanas (ICE) le dio un ultimátum: “te damos tres meses para vender todo, y regresar a México”.

“Me siento decepcionado, sin saber qué hacer. El presidente Trump dijo que iba a sacar a delincuentes y vendedores de drogas. Yo no soy ninguno de esos. Mi delito es trabajar duro para dar sustento a mi familia y a las de mis trabajadores. Soy una persona que en los 26 años que llevo en este país, he trabajado por mi cuenta y nunca he solicitado empleos, los he creado”, exclama.

Santos de 47 años, casado y padre de siete hijos, todos nacidos en los Estados Unidos, fue arrestado por agentes del ICE el viernes 19 de octubre, y liberado el martes 23 de octubre.

Gualterio Santos lleva 15 años vendiendo flores en Santa Ana. (Araceli Martínez/La Opinión).
Gualterio Santos lleva 15 años vendiendo flores en Santa Ana. (Araceli Martínez/La Opinión).

Todo comenzó cuando hace un año, Santos buscó a un abogado de migración para tratar de arreglar su estatus migratorio. Desconocedor de las leyes, el inmigrante originario de Oaxaca, México, se confió cuando su supuesto defensor, le dijo que aunque los mexicanos no calificaban para el asilo político, lo solicitaría para él, y cuando se lo negaran, haría una petición por el tiempo.

De acuerdo a Santos, el abogado le dijo que ganaría su caso, apelando a los muchos años que ya llevaba en el país.

“Te garantizo que tienes un 99.9% de probabilidades de arreglar tu caso”, recuerda Santos que le dijo su abogado.

Las cosas se complicaron cuando en una audiencia en la corte, la juez le dijo que tenía una orden de deportación emitida en Detroit, Michigan en el año 2000. “El abogado me miró enojado, y me cuestionó delante de la juez. Por qué no me dijiste que tenías una orden de deportación. Porque no sabía”.

La orden de la deportación le salió a Santos a partir de un incidente ocurrido en 1999.

Uno de sus hermanos, le pidió que le hiciera el favor de comprarle un carro en Chicago, y que se lo llevara  Nueva York. “Lo que sucedió en el camino, es que como no existía el GPS, me perdí y en lugar de irme hacia Nueva York, entré a Canadá. Ahí en el cruce me agarraron los oficiales de ICE. Les dije que me había perdido. Ellos me explicaron qué carretera tomar para irme a Nueva York. Antes de dejarme ir, hicieron copias de todos mis documentos”.

Uno de los certificados de reconocimiento que Santos ha recibido. (foto suministrada).

Santos dice que se enteró en esa entrevista con la jueza de Santa Ana, que tenía una orden de deportación dada en ausencia ya que le mandaron un citatorio a su domicilio en la costa este para que se presentara, y como no lo recibió, no acudió. “Semanas después de ese incidente en Canadá, me vine a vivir a Santa Ana”, expresa.

Después de la solicitud de asilo, en el último año, ICE empezó a citar a Santos a sus oficinas en Santa Ana cada dos meses. Fue el viernes 19 de octubre cuando acudió a la cita habitual acompañado de su abogado, que lo detuvieron.

“El oficial me dijo, no te preocupes, va a ser algo rápido, vas a pagar una fianza, y en un ratito sales”. Dicho eso, Santos se quedó medio confiado. Aunque sus expectativas se derrumbaron cuando encadenado de cintura a manos, el mismo 19 de octubre, fue trasladado a Los Ángeles. De ahí lo subieron a un vehículo Van con otros 10 inmigrantes rumbo a la frontera sur.

“Me sentía muy triste, iba llorando, más cuando pasamos por Santa Ana”, narra Santos, enjugándose las lágrimas.

Gualterio Santos se siente decepcionado por el trato que ha recibido de parte de ICE que quiere deportarlo. (Araceli Martínez/La Opinión)
Gualterio Santos se siente decepcionado por el trato que ha recibido de parte de ICE que quiere deportarlo. (Araceli Martínez/La Opinión)

Al llegar a San Isidro, uno de los oficiales lo apartó del grupo. “Tú te esperas acá”, me dijo mientras Santos miraba como los otros inmigrantes eran sacados del país.

“Cuando terminó de despachar a todos, se me acercó y me dijo, te tengo una gran sorpresa, vas de regreso a Los Ángeles, y me subieron a bordo de la Van otra vez. A la mitad del camino, me compraron una hamburguesa en un Burger King que me la comí con las manos encadenadas”, menciona.

Llegaron a Los Ángeles a las 10 de la noche, y otro día lo trasladaron al Centro de Detención Theo Lacy del condado de Orange.

Fue cuando finalmente pudo hablar con su esposa. “Ella fue quién me dijo, y dónde están todos tus amigos políticos. Pero ellos qué pueden hacer, le pregunté”.

Cuando el martes 23 de octubre, a Santos le volvieron a anunciar que se lo iban a llevar a Tijuana para deportarlo, el mundo se le vino encima de nueva cuenta. Sin embargo, de último momento, le avisaron que saldría libre.

Gualterio Santos recibió un reconocimiento de la Asamblea de California. (Araceli Martínez/La Opinión).
Gualterio Santos recibió un reconocimiento de la Asamblea de California. (Araceli Martínez/La Opinión).

“Una persona muy poderosa habló con el jefe de la oficina de campo de ICE, y nos han pedido que te dejemos libres”, recuerda Santos que le dijo un oficial de migración.

Pero el agente migratorio volteó a verlo con una expresion muy severa, y le advirtió: “Pero ni te creas que te vas a salir con la tuya, no te vas a quedar aquí. Tienes tres meses para que vendas todas tus propiedades, y te vayas a México“.

Santos dice que sus sentimientos eran encontrados. Por un lado, sentía una gran felicidad por recuperar su libertad, volver a ver a su familia y regresar a sus negocios. Pero a la vez, una gran desesperación porque tiene el tiempo encima y no ha podido encontrar un abogado que lo ayude.

“La verdad que fue un congresista quien me ayudó a salir libre, pero él ya no puede hacer más. Me ha dicho que tengo que buscar un abogado. He platicado con varios, pero ninguno me ha ayudado. Uno me dijo, que me refugie en una Iglesia, y que de ahí no salga; otro que huya, pero yo no puedo andar a salto de mata; y un abogado más, me dio una recomendación que es una locura. Me dijo que me compré un reloj muy reluciente, muy fino, y me vaya al centro de Los Ángeles a la medianoche, hasta me dio el nombre de las calles, para que me asalten, y me convierta en víctima de crimen, y así me den la visa U”.

Santos dice que ninguna de esas recomendaciones es una opción para él.Gualterio Santos es un ejemplo del tesón y perseverancia del inmigrante mexicano que no se rinde ante los desafíos. (Araceli Martínez/La Opinión).

Gualterio Santos es un ejemplo del tesón y perseverancia del inmigrante mexicano que no se rinde ante los desafíos. (Araceli Martínez/La Opinión).

Un modelo a seguir

Santos tenía 16 años cuando emigró a los Estados Unidos. “Vine a este país para ayudar a mis papás. Yo veía como sufrían en el pueblo para que les alcanzara, y quería ayudarlos. Tenía unos primos en Nueva York que me animaron a irme para allá”.

Recuerda que sus primos se dedicaban a la venta de flores, y a él lo mandaron a vender a las calles de Manhattan.

“Pero cómo le voy a hacer, si yo no sé hablar inglés, les dije. Ahí hay puro blanco. Tú nomás aprende a decir, 5 dollars, abre la mano y enseña tus cinco dedos”.

El inmigrante dice que se puso a estudiar inglés, y siempre tuvo mucho ángel para la venta de flores. “Yo le buscaba, me movía de un lugar a otro con mi cubo de flores”, dice.

Gualterio Santos en la inauguración de un negocio con el congresista Lou Correa y el alcalde de Santa Ana, Miguel Pulido. (Fotos suministrada).

Un pariente lo convenció  de venir a vivir a Santa Ana. “Me dijo que en esta ciudad, el 80% eran mexicanos. Ya para entonces vivía en Chicago, y decidí mudarme hace 18 años”.

Escogió como lugar para vender sus flores, las afueras del supermercado El Toro. “Me fije que iba mucha gente. Uno de los dueños me dio permiso de vender, pero al otro día se arrepintió. Me dijo que no, porque al rato, iban a llegar vendedores de todo tipo. Yo no le hice caso, y al día siguiente me planteé a vender. Cuando me vio, me dijo, si que eres terco, ándale pues, quédate”.

Pero con el tiempo la Ciudad le empezó a dar cuantiosas multas por vender sin permiso. Y aunque las pagaba y lograba siempre esquivar a los inspectores, tuvo que retirarse cuando al supermercado le dieron una enorme multa por dejarlo vender.

Gualterio Santos con el ex asambleísta José Solorio. (Foto suministrada)
Gualterio Santos con el ex asambleísta José Solorio. (Foto suministrada)

Lo que parecía una desgracia, resultó una bendición porque eso lo motivó a abrir su propio negocio, que de inicio fue un pequeño lugar que se fue ampliando por la demanda de sus flores. “Llegó un momento en que ya no me daba abasto, y tuve que irme a un lugar más espacioso donde ahora estoy, y donde nos va muy bien”, explica.

Santos tiene un negocio de flores en Santa Ana, y otro en Las Vegas. Es distribuidor de flores para más de 150 supermercados. Su espíritu emprendedor lo ha hecho recibir infinidad de reconocimientos. Algunos del condado de Orange, la Asamblea de California y hasta del Congreso.

Para el 4 de noviembre, la comunidad de Santa Ana, tiene planeado llevar a cabo una manifestación pacífica en la plaza Santa Ana a las 12:00 p.m. para presionar a ICE para que pare su deportación.

Santos urgió a los políticos latinos que lo han apapachado y se han enorgullecido de sus logros, a hacer algo por los inmigrantes y apoyarlos en casos como el suyo. “Dicen que Santa Ana es Ciudad Santuario y que aquí estamos protegidos, pero eso es una mentira. En el Centro de Detención Theo Lacy, donde yo estuve, hay mucha gente que están deteniendo y deportando”, señala.

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