Orange, la derrota más significativa para los republicanos

En las últimas dos décadas el condado ha experimentado profundos cambios demográficos y sociales que finalmente se han trasladado a la política

Un cambio de bando significativo.

Un cambio de bando significativo. Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinion

No existe en el país un lugar más representativo de la devastadora derrota que sufrieron los republicanos en las elecciones del pasado 6 de noviembre que el condado de Orange, cuna del conservadurismo en California.

La noticia de que el demócrata Gil Cisneros venció al republicano Young Kim en la última de las contiendas por el Congreso que quedaba por definir en el condado logró lo que parecía imposible: teñir enteramente de azul a la delegación de congresistas de Orange. Esto no ocurría desde 1930.

La pérdida del condado de Orange para los republicanos ha acaparado los titulares a nivel nacional por lo inusual del hecho. Se trata de la tierra que vio a nacer a Richard Nixon, del hogar del legendario John Wayne y del sitio que cobijó e impulsó la carrera de Ronald Reagan, así como de incontables políticos conservadores y movimientos de derecha en el país.

Fue aquí donde nació en 1978 la Iniciativa Briggs para prohibir que los homosexuales y las lesbianas trabajaran en las escuelas públicas. Pero tal vez lo que dejó una huella más profunda fue que aquí surgió la Proposición 187 que buscaba negar todos los servicios públicos a los indocumentados, entre ellos la educación y la salud. Aunque la medida se aprobó en las urnas, una jueza federal la declaró inconstitucional.

Todo esto es ahora parte de la historia. En las últimas dos décadas el condado ha experimentado profundos cambios demográficos y sociales que finalmente se han trasladado a la política.

La llegada de cientos de miles de inmigrantes de diversas partes del mundo empezó a engrosar poco a poco a los registrados dentro del Partido Demócrata. Muchos de los recién llegados son de origen latino o bien altamente educados y liberales.

A este factor se agregó otro decisivo: Donald Trump. La retórica antiinmigrante y xenófoba del presidente, así como sus deseos de recortar programas sociales como el Medicare, el Seguro Social y de cancelar la provisión de Obamacare de ofrecer seguro médico a quienes padecen enfermedades crónicas asustaron a muchos votantes. Otros más se sintieron amenazados por la reforma de impuestos de Trump que podría limitar de manera considerable sus deducciones federales para los impuestos locales y estatales.

Los demócratas no desperdiciaron esta oportunidad de oro. Inundaron las casas con propaganda a favor de sus candidatos y atacaron sin piedad a los republicanos. Fue así como lograron sacar a congresistas que parecían inamovibles como Dana Rohrabacher , del Distrito 48, sospechoso de nexos con el Kremlin.

La lección para los republicanos es obvia. Necesitan entender que con un discurso divisivo y antiinmigrante no llegarán muy lejos. De seguir así, jamás recuperarán Orange y podrían perder incluso la presidencia en el 2020.

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