Melly Barajas, “la reina del tequila” que empezó de cero una exitosa destilería sin saber cómo hacer licores
Apenas el 8% de los fabricantes de tequila son mujeres. Melly Barajas es una de ellas. Y solo contrata a mujeres. BBC Mundo habló con esta empresaria de Jalisco sobre cómo es trabajar en un sector dominado por hombres.
Su nombre es Melly Barajas Cárdenas, pero, gracias a varios reportajes internacionales, muchos la llaman ahora la “reina del tequila”.
Esta mexicana natural de Guadalajara, Jalisco, lleva más de dos décadas dedicándose a la elaboración y venta de la bebida milenaria tan típica de su tierra, fruto del agave azul.
Es una de las pocas mujeres en una industria dominada por hombres, que abarcan más del 90% de su elaboración.
Pero Barajas empezó su camino en este sector casi por casualidad. De hecho, abrió desde cero su propia destilería sin apenas saber nada del negocio.
Todo nació de un deseo de su padre durante unas vacaciones familiares. “Mi papá, casi sin quererlo, me dio un regalo de vida”, asegura.
Te contamos más sobre la historia de la maestra tequilera en esta conversación que mantuvo con BBC Mundo.
¿Qué opinas de que te llamen la “reina del tequila”?
¡Se han reído de mí como no te puedes imaginar! (Se ríe). Y a mí también me causa risa ese sobrenombre. Pero, en cualquier caso, es totalmente un halago.
Antes de ser maestra tequilera fuiste diseñadora de moda. No parece que estos dos mundos tengan mucho que ver…
¡Para nada! Son dos sectores totalmente diferentes.
Yo era diseñadora de moda en las tardes y en las mañanas era educadora, trabajaba como maestra en una guardería. Realmente, estaba muy cómoda y contenta con esos dos trabajos. Me encantan los niños y hacer ropa.
Pero mi papá, quien era lo máximo para mí, un día estando en la casita de campo que tenemos acá en México, en Mazamitla, me enseñó una revista en la que se leía que Europa nos había otorgado (a México) la denominación de origen del tequila.
Él amaba Europa y viajaba allá cada vez que podía, así que esa noticia le puso muy contento. Entonces se le ocurrió decir que a él le gustaría tener un tequila con su nombre. Y así comenzó la odisea.
Era algo totalmente nuevo para ti. ¿Qué fue lo más difícil de todo?
Empecé a buscar qué se necesitaba. Primero teníamos que registrar un nombre. Yo quería que se llamara como mi papá (“Don Antonio”) pero no se pudo. [Al final se llamó Vinos y Licores Azteca, aunque solo produce tequila].
Yo pensé que iba a ser como un regalito de unos poquitos miles de pesos para hacerle sus botellas y que las pudiera tomar con sus amigos, pero se convirtió en algo más… y empecé a encontrar muchísimas trabas.
No era nada más ir a una tequilería y decirle: “¡Oye! Quiero que me hagas tantas botellas”. Empecé a ver que realmente era muy complicado.
Tenía que hacer un registro de marca, un convenio de corresponsabilidad (acuerdo entre asociaciones de trabajadores), seguir normas, reglamentaciones y, como ya tenemos una denominación de origen, había que seguir todo al pie de la letra.
Lo más difícil de todo fue empezar de cero.
Al ratito ya tenía demasiado tiempo en eso, empecé a invertirle más y más, cerré mi fabriquita donde hacía ropa, renuncié donde estaba dando clases a los niños y me tuve que poner cien por ciento en el tequila.
El sector del tequila está dominado por hombres, que tienen más del 90% de las casas tequileras. Tú no solo eres maestra tequilera sino que, además, no contratas a hombres en tu empresa. ¿Fue una declaración de principios?
Bueno, no exactamente… Tuvimos que aprender a hacer todo el proceso puras mujeres, no porque yo lo quisiera, sino porque realmente llegaron solo mujeres cuando pusimos nuestros anuncios para buscar personal para la fábrica.
Aquí, en los pueblos de México, muchos hombres emigran a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades. Entonces, la mayoría de quienes se quedan son mujeres.
Al principio, eso me asustaba porque algunos procesos del trabajo son muy duros. Por ejemplo, las piñas -el agave partido- que hay que moler pesan unos 20 o 22 kilos. Y yo decía: “¡Ay, caray! ¿Vamos a poder?”
Y sí, sí se pudo.
Yo les digo siempre que podemos hacer todo lo que los hombres hacen. Simplemente, tenemos que buscar la manera de hacerlo.
Los hombres son obviamente más fuertes, pero las mujeres somos también muy inteligentes para ver que si no podemos cargar una caja, pues le hablo a la amiga que venga y me ayude o agarro un patín.
Después pude contratar hombres, pero opté por seguir empleando a puras mujeres, ya lo tomé como norma hace años.
Ahora tengo 21 personas a mi cargo. Son chicas del pueblo, de Valle de Guadalupe, y de otro que está como a media hora. Hay chicas muy jovencitas y señoras grandes, pero están acostumbradas a hacer trabajos duros, como ordeñar.
¿Cómo es trabajar solamente con mujeres?
Trabajar con puras mujeres es increíble, es otra cosa. Las mujeres tenemos cierto tacto para hacer las cosas, cierta magia, cierta energía diferente.
Los hombres checan todo y, rápidamente, arrojan más agua caliente si es necesario y se van. En cambio, las mujeres van, les cantan y platican a los agaves… la energía femenina es muy importante.
El resultado es lo que yo llamo un tequila “con aroma de mujer”.
¿Cuál fue la reacción de los hombres del sector tequilero? ¿Te criticaron o te recibieron positivamente?
Hubo muchas críticas porque, además de ser mujer, empecé muy joven -tenía unos 22 años- y no sabía nada del tequila. A mucha gente le parecía medio raro.
Al principio, me veían como alguien que no iba a destacar. Decían que en dos o tres años tendría que cerrar las puertas.
Pero también hubo tequileros de las grandes empresas a quienes les llamaba la atención, y se acercaban, me ayudaban y me daban consejos. Me decían: “A ver, creo que estás haciendo mal esto” o “Puedes comprar tus barricas en tal lugar”.
Realmente, aunque es un mundo de hombres, hay todo tipo de hombres. Algunos son un poquito celosos y sí me pusieron muchas piedras, muchas… Pero otros me ayudaron muchísimo.
Después empezamos a ganar premios, a vender en lugares donde otras personas no vendían y a hacer botellas diferentes. Y así fue como nos empezaron a voltear a ver.
Han pasado 20 años desde que inauguraste tu empresa en 1999. Ahora produces tequila blanco, reposado, añejo y extra añejo para tus tres marcas propias y para otras que te contratan. ¿Cómo lograste crecer tanto?
Empezamos en un mundo donde ya había demasiados tequileros de muchísimos años, abolengos, de siglos completos, entre familias y demás.
Si queríamos destacar, teníamos que hacer todo lo mejor posible. No digo que mejor que otras personas, pero sí lo mejor que se puede hacer. Y lo que hace diferente a nuestro tequila es que es cien por ciento artesanal y no usamos químicos. Es como el que tomaban nuestros abuelos.
También nos va bien porque exportamos casi todo el tequila que elaboramos, sobre todo a California. ¡Aquí en México ya hay demasiado!
Comenzamos con 300 litros diarios. Ahorita hacemos 3.000 litros cada día.
¿Qué es lo que más te gusta de ser una maestra tequilera?
¡Es un mundo tan fascinante, tan lleno de retos y pruebas…! Por eso lo dejé todo para seguir en el ramo tequilero.
En el tequila encontré cosas muy padres. Los tiempos de fermentación del agave y el clima le dan al tequila notas diferentes. A mí me gusta mucho crear y me gustan los retos. Y en el tequila hay muchos.
Empiezas a ver cómo puedes jugar con la naturaleza y a hacer tequilas especiales con ciertas notas. Todo eso la verdad es que me llamó muchísimo la atención.
Y, sin querer, me di cuenta de que ya estaba dentro.
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