Carlos González, una estrella en proceso

El romance entre Carlos González y el ballet clásico no fue inmediato. Más bien tuvo que ver con la curiosidad por explorar algo que no fuera el fútbol, una actividad para la que parecían predestinados todos los chicos de su edad en su natal España.

“Comencé porque quería esquivar el fútbol”, dijo. “Así que unos amigos del colegio y yo dijimos, ‘vamos a hacer algo diferente’, y nos metimos a unas clases de danzas españolas; a los tres años mi profesora y mi madre fueron viendo que como que tenía ritmo y mi madre decidió apuntarme a un conservatorio profesional de danza”.

Sin embargo, la renuencia de este bailarín no paró ahí. Cada año, su mamá le preguntaba si estaba seguro de que quería seguir estudiando ballet.

“No pensaba en esto como mi futuro, pero poco a poco fue desarrollándose y cada vez me fue gustando más hasta que decidí que era lo que quería hacer de por vida”, dijo este chico de 22 años en una entrevista telefónica desde Nueva York, su casa desde hace tres años.

Ahora, con las zapatillas bien puestas y con muchos planes en esta profesión, González se perfila como unas de las promesas del American Ballet Theatre, quizá la compañía de danza más influyente de Estados Unidos. Es miembro del cuerpo de baile desde hace un año, aunque desde hace tres fue traído de España para incorporarse primero como becario y después como aprendiz.

González estará por estos días en el sur de California como parte de las funciones que tendrá la compañía el fin de semana en el Segerstrom Center for the Arts de Costa Mesa. Presentará Harlequinade por primera vez en la costa oeste, un ballet nuevo que está inspirado en las notas de archivo del coreógrafo Marius Petipa y que contará con música en vivo interpretada por la Pacific Symphony.

Y aunque no se trata de la primera visita del bailarín a tierras californianas, sí será la primera vez que interpretará un papel principal con esta compañía, algo que lo tiene más que extasiado.

“La verdad es que fue un giro inesperado; no esperaba para nada que un papel principal fuera a llegar tan pronto, sobre todo porque en ABT las cosas no pasan en tan poco tiempo”, reconoció.

Eso no quiere decir que González será ascendido al nivel de una Misty Copland o Isabella Boylston –dos de las luminarias y bailarinas principales de este ballet– de inmediato, pero sí significa un avance importante en su carrera.

“Se podría pensar que puedes subir de categoría, pero es lo último que yo me estoy pensado ahora mismo”, dijo el artista madrileño, cuya prioridad ahora, sostuvo, es lucir sus habilidades en cualquiera de los papeles que interprete.

Él forma parte del bien selecto número de bailarines españoles que se han integrado a la ABT desde hace algunos años. Luego de Ángel Corella, el también madrileño que dejó una huella indeleble en este ballet, otros intérpretes han llegado desde el viejo continente para continuar con ese legado.

En el caso de González, fue gracias al maestro –también español– del ABT, Carlos López, que pudo ingresar a esta compañía. López lo vio en Madrid durante una clase y ensayos en su antigua escuela y lo recomendó con la directora del ABT, quien lo llevó a Nueva York.

Sus planes son continuar en la compañía sin pensar demasiado en si algún día llegará a ser solista o bailarín principal.

“Evidentemente es el sueño de todos”, dijo. “Ahora solo me planteo hacer mi carrera aquí en Estados Unidos; la verdad no aspiraba a algo tan grande; pensé que todo iba a ser como más difícil”.

En detalle

Qué: Harlequinade, con la American Ballet Theatre

Cuándo: jueves y viernes, 7:30 pm; sábado 2 y 7:30 pm, y domingo 1 pm

Dónde: Segerstrom Center for the Arts, 600 Town Center Dr., Costa Mesa

Cómo: boletos $39 a $189

Informes: (714) 556-2787 y scfta.org