Hombre de Azusa regala bocados de bondad, ¿entérate cómo?
Latino emplea su restaurante como vía para sostenerse y dar alimento a los desamparados
El rostro marchito por las arrugas de “Chuy” Chávez, un mexicano sin hogar de 61 años se ilumina cuando su amigo José Maldonado Jr., de 29, le ofrece un platillo con dos tacos de carne asada, frituras de maíz y salsa.
De pie, “Chuy” da tremendas mordidas a sus tacos. Es evidente que el hombre tiene hambre, aunque opta por guardar una torta de jamón en su carrito de mercado
donde lleva amarradas sus colchonetas para dormir en el piso —a un costado de la Universidad Azusa Pacific.
“Conozco de hace años a este muchacho; tiene un buen corazón”, dice “Chuy”. “Que Dios lo bendiga siempre porque le da comida a quienes tenemos hambre”.
En los últimos meses, José Maldonado Jr. hizo realidad un pensamiento: administrar el restaurante familiar Taco King —ubicado en la cuadra 246 N. de la avenida Azusa— y sugerir a sus clientes que aparte del pago del consumo se animen a obsequiar tacos y burritos para cualquier persona que tuviera necesidad de alimento.
¿De dónde nació la idea?
Cuenta que lo hizo porque en cierta época de 2018, ni siquiera él mismo tenía dinero para pagar por un helado para su hijo Jayden, de 7 años de edad.
“Le dije que escogiera el helado que quisiera y después tuve que ir a buscar monedas en los cajones o debajo de los cojines del sofá”, declaró.
José reflexionó y llegó a la conclusión que en el futuro no le gustaría ver que nadie tuviera esa amarga experiencia, mucho menos un padre de familia.
“En principio, la idea no fue bienvenida por algunas personas en la ciudad, porque desde que abrieron la estación del Metro ha habido más desamparados y la gente les hace mala cara”, expresó.
“Pero a mí, mi mamá [Patricia] me enseñó a no ser así, y si se puede, echarle la mano a alguien”.
José comenzó la ayuda a los más desvalidos usando su propio dinero —el suficiente para comprar un burrito y cinco tacos. Hoy, a tres meses del programa, ya se han logrado servir casi 100 tacos aparte de entre 60 a 80 burritos gratis.
“Yo les invito la bebida, ya sea un vaso con agua de horchata o de Jamaica”, indicó. “Es un aliviane [ayuda] pequeño y lo hago porque no sé si quizás mañana yo andaré juntando botes en la calle”.
El sistema de donación es simple: José pregunta a su clientela si desearía comprar tacos o burritos para quien sin suficientes recursos.
De hecho, en la ventanilla corrediza del negocio se puede leer: “Compra un taco o un burrito para alguien que tenga necesidad” y a un costado numerosas pegatinas con letreros y mensajes alentadores que fueron escritos por los mismos comensales.
“Ama más, sonríe más”, “Espero que tengas un buen día”, se lee en algunas notas adheridas al vidrio. También: “Llévame, tacos gratis.”, “Burrito y soda gratis” o “Un burrito [de carne] asada gratis”.
‘Barriga llena, corazón contento’
Lisandro Morales, quien es conductor de autobús en la ciudad de Azusa, fue uno de los corazones movidos por la obra de José Maldonado Jr., por saciar el hambre de aquellos que no tienen nada que comer.
“A mí me enseñaron a ayudar al más necesitado”, dijo este hombre de Guatemala.
“Yo pedí cuatro tacos de carne asada y un agua de Jamaica y aparte he donado un burrito para quien lo pida; es una obra de misericordia dar de comer al hambriento”.
Luego de probar un bistec con huevos revueltos, María Galindo —originaria de Durango (México) y quien iba acompañada de su hijo William, decidió comprar tacos para alguien que quizás nunca conocerá.
“Dicen por ahí que con barriga llena, corazón contento, y en lo que podamos ayudar, lo haremos siempre”, dijo. “Yo sé que hay mucha gente que necesita ayuda y carecen de vivienda y comida”.
Por su parte, Vern Baker, residente de la ciudad de Covina y asiduo visitante del restaurante comentó que vale la “Dios va a bendecir mucho a este joven”, dijo a La Opinión. “No hay mucha gente que se solidariza con los extraños”.
En 2017, de las 143 personas indigentes que se identificaron en la ciudad de Azusa, 17 vivían en automóviles; 40 en camionetas o autocaravanas; 8 en refugios improvisados; 7 en carpas y 67 en la calle.
‘Un buen corazón’
José recordó que cuando estaba “chavo” (joven) trabajaba en el restaurante de sus padres como cajero, cocinero, lavaplatos y hasta limpiaba el baño; no obstante ahora que tiene la responsabilidad de administrar el negocio, se ha enfocado en la necesidad de ayudar al prójimo.
“A veces miro con tristeza a los homeless [desamparados] y me motiva a ayudarlos… Por eso quiero ponerme las pilas en mi vida propia, porque la tortilla se puede voltear.
Algún día tu suerte puede cambiar y Dios no quiera quizás sea yo quien mañana ande en busca de comida”.
Por lo anterior, agradece los consejos de su madre y el apoyo incondicional que ella le prodigó desde que se le ocurrió pedirles solidaridad a sus clientes para los necesitados.
“Yo sé lo que es ser pobre, pero siempre he sido bien honrada”, declaró Patricia Maldonado, la madre de José. “Cuando me vine a Estados Unidos, sin papeles y sin hablar inglés me propuse salir adelante y eso es lo que admiro de mi hijo, que aparte de tener un buen corazón, quiere ayudarse a sí mismo, a su hijo, a su familia y a los pobres”.
A la vez que incentiva la obra de su hijo, Patricia recuerda con nostalgia los días en que debía trabajar y dejar a su hijo dormido debajo del mostrador y una que otra lágrima le escurre por el rostro.
“Creo que es una bendición de Dios poder ayudar a los demás”, expresó la mujer.
“Cuando veo a los homeless les pregunto ¿Ya comió? Si me dicen que no, les preparo algo de comida, así como lo está haciendo mi hijo”.
José Maldonado Jr. sonreía por la generosidad de sus clientes. Nadie dudaba que su obra conllevaba un propósito de bien. Mucho menos lo dudaba “Chuy” Chávez, a quien José buscó en varias calles de Azusa para saber si ya había desayunado o no.
“Este señor sí es uno de los mejores amigos que he conocido”, dijo el muchacho al ver al desamparado. “¡Venga, deme un abrazo!”.
Con todo y su aliento alcoholizado, Don “Chuy” Gómez se fundió en un abrazo sincero con su amigo y enseguida pidió permiso para comerse los tacos de carne asada que alguien que no lo conoce había donado a la causa de José Maldonado Jr.