La brecha salarial es un fracaso social
Las mujeres cobran menos que los hombres. Esta es la lamentable realidad que se conmemoró ayer en el día de la Igualdad de Salarios. Se trata de la fecha en la que se calcula que las mujeres llegan a ganar lo mismo que sus compañeros varones en todo 2018. Es decir, que tienen que trabajar tres meses más que ellos.
Si tuvieramos que recordar este día en el contexto de distintas comunidades, sepan que las latinas tendríamos que esperar hasta entrado el verano porque las cifras son incluso peores.
Según el Economic Policy Institute, el año pasado las mujeres cobraron un 22.6% menos que los hombres pero en el caso de las latinas la diferencia es del 34.3%.
Y ocurre en general en todas las ocupaciones. Incluso en los trabajos en los que hay más mujeres que hombres, estos suelen ganar más que sus compañeras. Las mujeres con estudios ganan menos que hombres con cualificaciones más bajas. La maternidad penaliza a las mujeres mientras la paternidad premia a los hombres.
Y nada de esto es noticia para quienes están mínimamente conectados a la realidad. Ha sido así, es así y seguirá siendo así durante varias décadas dada la lentitud de los avances con medidas insuficientes, inaplicadas o inexistentes como una licencia obligatoria pagada para padres y madres.
Hablaremos esta semana de ello por ser la fecha que es pero nos hemos acostumbrado y resignado a esta realidad. De tan repetidos, los porcentajes suenan fríos y no al fracaso social que son.
Estamos acabando la segunda década del siglo XXI y la brecha está tan normalizada como no lo está la mujer en el mercado laboral. Ninguna mujer paga menos por su café de la mañana, se va dos horas y media antes del trabajo a su casa todos los días o empieza el finde semana el jueves. Recordar esta desigualdad impuesta es cada vez más frustrante.