“Por qué decidí donar un riñón a una amiga”
Hay gente que, consciente de que encontrar un donante puede ser muy difícil, deciden echarle valor para mejorar la calidad de vida de un ser querido
Sibylle tiene más de 50 años. Es psicóloga residente en Suiza, casada con dos hijos universitarios.
Lleva una vida activa con bastantes responsabilidades, pero ahora ha aceptado una que para muchos sería impensable.
Va a donar un riñón a una vieja amiga de la escuela.
En Suiza, goza de uno de los estándares de vida más altos del mundo. También tiene uno de los sistemas de salud más completos a nivel global.
Pero cuando se trata de la donación de órganos, unas cien personas mueren cada año esperando un trasplante.
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Y es que el sistema de donación en el país alpino requiere un consentimiento explícito del donante mientras todavía está vivo.
Una tasa de donación muy baja
El año pasado, apenas hubo 158 donantes. Más de 1,400 personas se quedaron en la lista de espera.
Quienes no consiguen un órgano se enfrentan a, en el mejor de los casos, años de mala salud y la imposibilidad de trabajar antes de recibir finalmente un trasplante.
Una razón clave de la escasez es que la mitad de todos los familiares de los fallecidos simplemente no sabían cuál era la voluntad de sus seres queridos, asegura la fundación nacional de donación de órganos Swisstransplant.
“Debido a eso, las solicitudes de donación de órganos se rechazaron en el 60% de los casos”, le dice a la BBC Franziska Beyeler, representante de la asociación de trasplantes suiza.
Ahora hay una campaña en marcha para intentar cambiar las cosas. Y es que comparado con sus vecinos europeos, Suiza tiene una de las tasas más bajas de donación de órganos, con solo 18 donantes por cada millón de fallecidos.
España, por ejemplo, tiene una tasa de 47 donantes por cada millón de muertes. Es la mayor del continente europeo.
Y otro ejemplo que ilustra lo restrictivo del sistema suizo. Mientras el país alpino tiene una tasa del 60% de familiares que rechazan la donación del órgano de un familiar fallecido, en Francia es de apenas el 25%, según datos aportados por Swisstransplant.
Además, la mayoría de los países europeos ahora tienen un sistema de “consentimiento asumido“ para la donación de órganos de donantes fallecidos. Suiza no.
Los expertos médicos dicen que la coordinación y la infraestructura que implica un buen sistema de donación de órganos son un factor clave en una tasa de donantes alta.
El año pasado, Swisstransplant elaboró un registro de donantes por internet con la esperanza de animar a más gente y para que así, tanto médicos como familias tuvieran la opción de verificar cuáles eran los deseos de su familiar fallecido.
Pero faltan años para que se pueda convocar un referéndum pidiendo un cambio legal y por eso hay personas que optan por un camino más radical.
Es lo que hizo Sibylle.
¿Por qué ayudar?
Sibylle y su amiga se conocen desde la escuela secundaria. Se hicieron íntimas durante las seis semanas de inmersión que todo escolar suizo debe realizar al inicio del curso.
Siempre supo que su amiga tenía una enfermedad renal que haría que su salud se deteriorase a medida que fuese creciendo.
Pero nunca supo lo grave que era hasta que, hace un par de años, cuando estaban de excursión, su amiga le confió que su médico le había dicho que era hora de ir a la lista de espera de trasplantes.
Sin hermanos, hijos, sobrinas o sobrinos, no tenía ninguna posibilidad de tener un donante dentro de la familia.
Sibylle pasó la noche despierta y, a la mañana siguiente, le dijo a su amiga que estaba dispuesta a ser su donante.
Pero primero tenía que averiguar si era compatible. Tuvo que someterse a un sin fin de pruebas.
“Tuve que dar por lo menos 25 muestras de sangre diferentes”, rememora.
Las exploraciones y los exámenes médicos duraron meses. Finalmente le dijeron que su riñón podía salvar la vida a su amiga.
Pero faltaba algo más: decírselo a su familia.
La reacción no fue del todo positiva.
Su suegra le recordó que tenía responsabilidades con sus hijos, que a su vez, al igual que su marido, le advirtieron de las consecuencias futuras que tendría para su salud.
Al final han aceptado su voluntad, pero están preocupados por lo que podrá pasar a largo plazo.
La decisión del donante
La historia de Sibylle sigue siendo un caso extraño, aunque debido a la escasez de órganos donados y disponibles para trasplante, los médicos suizos están viendo un aumento de casos de donantes que no son familiares del paciente.
Un compañero de trabajo de Sibylle también está a punto de donar un riñón a un hombre con el que trabajó y cuya mala salud lo obligó a jubilarse de forma anticipada.
Es un proceso de toma de decisiones muy delicado y el personal sanitario sabe que tiene que abordarlo con cautela.
El consentimiento explícito y continuo del donante es esencial.
A Sibylle se le ha preguntado repetidamente, y de varias maneras, si está absolutamente segura de su decisión. Le han dicho que puede cambiar de opinión en cualquier momento, incluso el mismo día de la operación.
Ella y su amiga tuvieron que someterse a terapia. Los médicos han advertido a Sibylle que puede sufrir depresión y que la relación con su amiga puede cambiar y deteriorarse.
“Creo que esto es solo algo que puedes hacer si te sientes realmente positiva y confiada”, sostiene ella. “Tengo plena confianza en los médicos, así que no tengo miedo, en absoluto”, le dice a la BBC.
“Lo principal es que yo tengo la capacidad de devolverle a alguien su calidad de vida y quiero hacerlo”, concluye.
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