Jugó el Mundial con Uruguay, perdió una pierna y ahora es mesero

Darío Silva presume con orgullo su trabajo en una pizzería y revela su verdad

Darío Silva trabaja como mesero en una pizzería en Málaga

Darío Silva trabaja como mesero en una pizzería en Málaga Crédito: Captura Youtube

Darío Silva fue un romperredes, un goleador de los que deseaban tener equipos de todo el mundo y al que no querían enfrentar los defensores de mayor renombre.

El futbolista uruguayo construyó su leyenda a fuerza de goles y coraje. Aquéllos lo acompañaron desde 1991, cuando debutó en Defensor Sporting, en la liga de su país, y lo llevaron a jugar en España, Italia e Inglaterra, además de convertir tantos importantes para la selección, con la que disputó el Mundial de Corea-Japón 2002.

De su temple, Silva ofreció una versión superior a la que tenía en las canchas en septiembre de 2006, cuando resultó herido de gravedad en un accidente con su camioneta en Montevideo, con fractura de cráneo y una amputación de la parte inferior a la rodilla derecha, tras una cirugía de tres horas y media.

Aquel 23 de septiembre, Silva perdió el control del vehículo en la zona de la Rambla de Montevideo, salió disparado e impactó con un poste de luz. El control de alcoholemia dio positivo. Estuvo casi tres semanas internado. Algunos creen que fue eso lo que marcó su retiro del fútbol, pero había sucedido poco antes, cuando tuvo que regresar a Uruguay por una urgencia de su padre y dejó al Portsmouth, el equipo en el que jugaba en la Premier League.

“Mi padre me dijo cara a cara que no sabía si iba a aguantar más de tres meses vivo”, recuerda hoy Darío sobre aquella determinación, mientras toma un mate.

Mientras cuidaba de él sucedió el accidente, por el que se temió por su vida. Ya los 114 goles marcados eran un dato secundario. Y lo son hoy, aunque sean imborrables los recuerdos que ha dejado sobre todo en Peñarol, Espanyol, Málaga y Sevilla, con su calidad con la pelota y la simpatía que nunca perdió. Incluso actualmente, alejado por completo del deporte, se muestra como mesero en una pizzería de Málaga, la ciudad que adoptó hace ya unos años. Allí, lo visitan otros futbolistas y otros comensales le piden autógrafos.

Es la pizza de los goles“, le dice a quienes reciben de sus manos una de jamón crudo lista para compartir. Ya no tiene el pelo platinado ni rapado ni largo, sino enrulado, y describe sus sensaciones ante las cámaras de El Chiringuito de Jugones.

“Mis representantes me manejaron el dinero e hicieron lo que quisieron. Así te terminan robando todo el dinero que hiciste”, explica, para graficar su situación actual, lejos de la bonanza.

Eso parece haber sido más doloroso que el accidente.

“Cometí un error (al volante) y me pasó esto. Me dolió lo que sucedió, pero menos mal que no pasó absolutamente más de lo previsto. Sucedió, y se terminó”, repasa sobre aquella mala decisión de agacharse a buscar comida y perder de vista el camino, además de otros excesos menos costosos cuando jugaba.

“Me iba de copas y ese día no iba a entrenar, o llegaba tarde y no tenía ganas de entrenar, y eso también me dolía”, confiesa.

“La fama y la juventud te inculca a veces ese tipo de cosas. Por eso no cambiaría mi vida de futbolista si pudiera. Lo hecho, ya está. Sabían que yo en los 90 minutos estaba (a pleno)”.

Con la pelota fue un genio díscolo, un superdotado al que no le gustaba el trabajo de la semana. Ahora lo disfruta.

Su gol ante Australia, por el Repechaje al Mundial 2002

Silva se probó en otras actividades. Un tiempo trabajó en la agencia de representación del hermano de Sergio Ramos -fueron compañeros en el Sevilla-, intentó ser remador y se propuso (sin éxito) llegar a los Juegos Olímpicos y hasta exploró en el turf uruguayo como propietario de caballos de carrera.

Hoy, pese a todo, sigue ofreciendo su mejor sonrisa y relativiza el hecho de haberse mostrado en cámara en un restaurante.

“En realidad fui a visitar a un amigo, no es que mi vida sea así”, deslizó en Tirando Paredes, un programa radial, y sí profundizó sus denuncias:

“El Grupo Casal me debe un millón de dólares; se quedaron siempre con el 20% del pase”, dijo, además de dar nombres de quienes lo perjudicaron -“Pablo Boselli, Bruno Fantín”- y fue duro con la actualidad del seleccionado uruguayo.

“No juega a nada. El proceso del Maestro Tabárez ha sido fantástico y me saco el sombrero por él, pero hoy tenemos la mejor delantera y no podemos hacer goles. Entonces, debería dar un paso al costado”.

El gol más rápido de la historia de Málaga, en 2000

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