Editorial: Trump, Ucrania y una decisión inevitable
Los demócratas no pueden dejar que el rival republicano pida ayuda electoral a un gobierno extranjero.
Está mal que el presidente de Estados Unidos pida ayuda a un líder extranjero para perjudicar a un rival electoral. Donald Trump actúa con una impunidad total que es imposible no iniciar un proceso de destitución. Es una obligación constitucional.
Esto no significa que la acción iniciada en la Cámara de Representantes vaya a tener éxito. Este es un Congreso dividido con una mayoría republicana en el Senado que por afinidad o temor, tolera los numerosos conflictos de interés, el torrente de mentiras, los desplantes y el caos de Trump. Ellos se negarán a ser el fiscal en el juicio para destituir a Trump.
Por lo menos que sirva para llegar a los detalles de una maniobra política impensable. De un presidente que presiona a un gobierno extranjero para que le busque los trapos sucios de su rival político. De una nación cuya política exterior es usada como extorsión contra otro gobierno para hacerlo cómplice de una maniobra electoral.
Hay que ser muy inocente para creer que Ucrania pueda negarse a los favores que pida Trump cuando tiene en un puño la ayuda militar necesaria para defender su territorio de una ofensiva rusa. Mucho menos el presidente Volodymir Zelensky, querrá hacer enojar al estadounidense desviándose de la línea oficial.
Parece una burla que Trump pidió la ayuda al líder de Ucrania, al día siguiente que se cierra el caso de sobre la interferencia rusa a su favor en la elección pasada. La transcripción de la conversación entre ambos presidentes dada a conocer por la Casa Blanca muestra lo incorrecto que fue Trump.
Zelensky le habla al estadounidense sobre la importancia de la ayuda militar a Ucrania, que está congelada por orden directa de la Casa Blanca. Trump le responde pidiéndole favores.
Primero, la información sobre el server del Comité Nacional Demócrata que fue penetrado en 2016 para desprestigiar a los demócratas.
Luego, le pide reabrir una investigación de una compañía en la que estuvo Hunter Biden, hijo del ex vicepresidente Joe Biden. Biden fue la cara de una alianza internacional para destituir funcionarios corruptos en Ucrania. Uno de ellos fue fiscal que investigaba la empresa en que estaba su hijo. El caso ya concluyó sin haberse encontrado algún delito.
Trump dice querer ayudar a Ucrania en la lucha contra la corrupción. Sugiere investigar si Biden presionó para cerrar la investigación en la compañía en donde estaba su hijo. Con ese fin le ofreció a Zelensky los servicios de su abogado personal, Rudolph Giuliani, y del secretario de Justicia, William Barr.
No es creíble la repentina preocupación de Trump por combatir la corrupción. Su gobierno es una colección de conflictos de interés. Nunca dijo nada sobre paraísos de la corrupción como Rusia.
Trump pone como contacto con Zelenzky a su abogado personal y al secretario de Justicia. Guiliani hace el trabajo sucio de Trump, William Barr es el principal funcionario del gobierno a cargo de hacer cumplir las leyes. El Mandatario los utiliza de la misma manera. Ellos sirven de igual manera al presidente-candidato-individuo como si fueran lo mismo.
Si de corrupción se habla, la situación entera es un abuso de autoridad de la autoridad presidencial.
Los demócratas no pueden dejar que el rival republicano pida ayuda electoral a un gobierno extranjero. Los estadounidenses no podemos permitir que se use el poder de la presidencia como algo personal. Se discutirá si técnicamente si es un delito lo que hizo Trump. Más allá de lo que se afirme, lo que dijo Trump en la llamada es indiscutible e inaceptable por donde se lo mire.