Residente del Valle Central toma el cuidado de la salud en sus propias manos
Judit García, que no califica para recibir Medi-Cal y tampoco puede pagar por un seguro privado, decidió realizar cambios en su estilo de vida como manera de controlar su prediabetes. No obstante, los profesionales de la salud señalan que recibir cuidados médicos de manera sostenida no tiene sustituto.
RAISIN CITY, CA
Judit García sujeta su cabello con una bandana roja al tiempo que aparecen notorias manchas de transpiración en su camiseta color rosa.
Tiene el rostro y los brazos sudados, además de verse cansada. Sin embargo, no está dispuesta a darse por vencida.
Casi una hora después de haber comenzado con su rutina de ejercicio, esta residente de Raisin City de 42 años sigue adelante con todos los pasos de la clase de zumba, que se ofrece en la localidad rural cercana de Caruthers, en el condado de Fresno. No ayuda que se trata de una noche muy calurosa en el Valle Central y que el aire acondicionado no logra mantener fresco el pequeño salón pintado en un fuerte color verde.
“Me hace sentir bien”, dice al finalizar la clase. “Nunca había probado una clase de zumba”.
Hace casi dos años, a García le diagnosticaron prediabetes, además de ya tener un nivel alto de colesterol. Desde entonces, perdió su cobertura de Medi-Cal y no tuvo la posibilidad de consultar con un médico hasta hace poco, cuando viajó a México.
Sin embargo, García decidió tomar el asunto en sus propias manos a fin de evitar o postergar todo lo posible la diabetes tipo 2. Por lo tanto, comenzó a hacer ejercicio y decidió hacer cambios importantes en su dieta.
En 2017, cerca de 2.800.000 californianos como García no contaban con cobertura médica, según el estudio California Health Interview Survey de UCLA. A pesar de los esfuerzos de García por mantenerse saludable mediante cambios a su estilo de vida, los profesionales de la salud advierten que estas medidas no pueden sustituir la atención de salud sostenida ni la orientación de un médico para manejar una enfermedad crónica o que potencialmente puede poner en riesgo la vida.
Aproximadamente 13 millones de residentes, o casi la mitad de los adultos de California, sufren prediabetes al igual que García o ya tienen diabetes sin estar diagnosticados, según un estudio de 2016 realizado por el Centro de Investigación sobre Políticas de la Salud de UCLA.
Las personas que sufren prediabetes corren un riesgo mayor de padecer diabetes tipo 2, problemas cardíacos y accidentes cardiovasculares, según el Centro para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC).
Solo los casos de accidentes cardiovasculares tienen un costo aproximado de 34,000 millones de dólares anuales en todo el país, según el CDC.
“Es algo muy difícil y me preocupa mucho”, dice García sobre la falta de seguro de salud para su familia. Se preocupa especialmente por su esposo ya que también sufre problemas de salud.
Cuando no se cumple con los requisitos para recibir Medi-Cal
No hay otras viviendas en las inmediaciones de la familia García, a excepción de la casa ubicada detrás de la propia, donde vive el hijo ya adulto de los García con su propia familia.
El resto del área está rodeada de campos de cultivo.
Dentro de la pequeña y antigua vivienda, el único lujo es una TV plasma en la sala. Hace calor en en el lugar, a pesar del zumbido que emite el sistema de aire acondicionado que intenta refrescar el ambiente.
La familia de García tiene una condición migratoria mixta. Ella logró hace poco obtener la residencia permanente, pero su esposo —con quien lleva cuatro años de matrimonio— es indocumentado, por este motivo, no cumple con los requisitos para recibir Medi-Cal ni ninguna otra cobertura patrocinada por el gobierno.
Los ingresos brutos conjuntos de García y su esposo 2018 ascendieron a 47,239 dólares, según indican los registros impositivos de la pareja. Una sobrina de 17 años, ciudadana de Estados Unidos, vive con ellos.
El ingreso en conjunto de la pareja sitúa a García en el límite para recibir Medi-Cal, la versión estatal del programa de seguro de salud federal para personas de bajos ingresos. De hecho, la última vez que García solicitó inscribirse en Medi-Cal, el ingreso bruto en conjunto de la pareja era levemente superior, alcanzando los 53,882 dólares, según indican los registros.
En una situación como la de García, “el ingreso del esposo cuenta a la hora de determinar si cumple o no con los requisitos para recibir Medi-Cal, sin importar la situación migratoria del individuo, dada la relación formal de la pareja”, señala Anthony Cava, portavoz del Departamento de Servicios y Cuidados de la Salud de California.
“Nos mantenemos trabajando siempre, y aunque digan que es mucho dinero, no es suficiente”, afirma García.
Señala que no puede pagar un seguro privado de salud para ella y su sobrina. García trabaja principalmente haciendo limpiezas en casas de familia durante el día y su marido trabaja en establecimientos agrícolas. Ninguno de sus empleadores ofrece seguro médico.
García buscó información para lograr cobertura a través de Kaiser Permanente, y según la cotización que obtuvo por teléfono, el costo estimado para ella y su sobrina era de 500 a 600 dólares por mes.
García afirma que también llamó a Covered California, el mercado de seguros médicos del estado creado bajo la Ley de Salud Asequible (ACA), pero le informaron que en ese momento no estaban aceptando solicitudes ya que se encontraba fuera del plazo de inscripciones. De todas maneras, García piensa continuar buscando cobertura a través de Covered California ahora que el período de inscripciones volvió a abrirse.
No obstante, García todavía no tiene claro qué tipo de plan le gustaría obtener.
Solo sabe que está dispuesta a pagar hasta 200 dólares al mes por cobertura para ella y su sobrina. Eso significa que, incluso recibiendo subsidios del gobierno, la cobertura de salud puede seguir estando fuera de su alcance.
Según un cálculo en línea de Covered California, su sobrina podría calificar para recibir Medi-Cal. El plan de Covered California con la prima mensual más asequible para García sería el plan bronce de Blue Shield para el año 2020, por el que pagaría una prima mensual de 149 dólares, contando con subsidios y un deducible anual de 13.800 dólares. El costo anual estimado que correría por cuenta de García sería de 3,966 dólares, por un nivel medio de visitas al médico.
Los planes de salud que no tienen un deducible anual tienden a cobrar primas mensuales más altas e incluyen otros costos.
“Es casi como pagar un alquiler”, dice Garcia. “Los seguros son muy caros. No hay ningún seguro en este momento que tenga un precio asequible”.
Si bien la ley ACA ha ayudado a reducir la cantidad de personas sin seguro del estado, muchos continúan afirmando que el costo de la cobertura es el motivo principal por continuar sin este servicio, según datos obtenidos del estudio California Health Interview Survey.
“No creo que eso haya cambiado”, dice Nadereh Pourat, profesora residente de la Facultad Fielding de Salud Pública de UCLA, que se especializa en el acceso a los cuidados de salud.
Antes de que se promulgara la ley ACA, el 50.6 por ciento, o casi 2.700.000 personas de las 5.400.000 sin cobertura de California en aquel momento, señalaron que el costo era el motivo principal por no contar con cobertura en 2009, según el estudio realizado por UCLA.
Casi el 36 por ciento de los californianos encuestados en 2017 afirmaron que el costo continuaba siendo el factor principal que les impedía acceder a la cobertura de salud. Este porcentaje es equivalente a un poco más de un millón de personas de los estimados 2.800.000 individuos sin cobertura.
Las familias que no califican para recibir Medi-Cal quizás no estén plenamente al tanto de que existen subsidios a través de Covered California, o los subsidios que reciben no son los adecuados, por lo tanto, optan por comprar productos de necesidad básica en vez de seguro de salud, afirma Pourat.
Asimismo, si bien el precio de la cobertura continúa aumentando, “los salarios no lo hacen a la par”, señala. “Hay muchas personas que no pueden mantenerse a flote”.
Hay menos probabilidad de recibir cuidados preventivos cuando las personas no tienen cobertura, dice Pourat. Como resultado, las afecciones que podrían tratarse fácilmente si se detectaran de manera temprana, pasan desapercibidas.
“Terminamos con una población que no es saludable y podría serlo, y pagamos más por esto”, afirma Pourat.
El esposo de García, que sufre de presión alta, paga las visitas al médico de su propio bolsillo. Por eso, su única opción es intentar controlar su salud por sí mismo, señala García, que también ha animado a su esposo y sobrina a realizar cambios en su estilo de vida.
“Cuando veo a personas que no califican para recibir Medi-Cal, que están enfermos y no hacen cambios en sus vidas, eso me pone muy triste”, dice. “Desearía poder decirles que deben cambiar cosas, que es posible, que pueden ayudarse a sí mismos”.
Unos minutos más tarde, mientras que sus dos nietos pequeños jugaban en los alrededores, la hija de su esposo colocó un plato con fruta fresca cortada en pequeños trozos.
Cambios realizados para manejar la salud
Entre los cambios que García realizó para manejar su prediabetes fue disponerse a llevar una vida física más activa, aunque ha sido uno de los cambios más difíciles para ella.
“Hacer ejercicio fue lo que más me costó ya que es cansador”, dice, agregando que convertirlo en un hábito no fue una tarea sencilla.
Pero en la actualidad, García asiste a una clase de zumba entre tres y cuatro veces por semana. Y su sobrina también la acompaña.
Si no va a zumba, realiza largas caminatas, a menos que vaya a trabajar en los campos de cultivo o en los viñedos algunas horas por la noche.
Durante una noche de verano, ella, su esposo, su sobrina y un amigo se dirigieron a un viñedo en las afueras de Raisin City con el objetivo de ganar un poco de dinero adicional y también por el beneficio de la actividad física.
Con una camisa de manga larga y una gorra de béisbol, García trabajó en una larga hilera del viñedo cortando las viñas para que las futuras pasas puedan secarse en los enrejados.
“Es como hacer ejercicio”, explica García. “Hoy no tengo que ir a zumba, aunque me gusta más la clase de zumba que esto”.
García señala que solía tener sobrepeso y que pudo bajar de 190 a 154 libras durante los tres meses del verano.
Sin información acerca de su estado prediabético
García no pudo determinar durante buena parte del verano si había tenido éxito o no en prevenir o retrasar su probabilidad de sufrir diabetes tipo 2.
No pudo asistir a una clínica gratis sobre la diabetes que se ofreció el 22 de junio organizada por varias asociaciones de la comunidad, como el Centro La Familia, el Departamento de Salud Pública del Condado Fresno y los Centros Médicos Comunitarios del Centro Médico Regional Comunitario.
“Me iban a hacer un análisis de glucosa y de diabetes, pero me olvidé y no fui”, dice, a pesar de que había guardado un panfleto sobre la clínica como recordatorio.
Susan Hopper, enfermera titulada y educadora sobre la diabetes en el Centro Médico Saint Agnes de Fresno, afirma que las personas en la situación de García realmente necesitan consultar con el médico para que los ayude a manejar su afección. El médico puede determinar si el paciente está mejor, peor o si se mantiene sin cambios.
“Los pacientes no pueden hacerlo por sí mismos”, dice.
Pero García insiste en que también está comiendo mucho más sano y que está tomando mucha más agua para evitar convertirse en diabética. A mediados de agosto cumplió cinco meses sin tomar refrescos carbonados.
Fue difícil dejar las hamburguesas grasosas, la comida rápida de McDonald’s y el café azucarado de Starbucks y con mucha cafeína, señala.
Antes de irse a su clase de zumba una tarde de julio, se puso a preparar tortillas de avena.
Hirvió el agua en una olla pequeña, colocó harina de avena en un recipiente y luego le agregó dos cucharadas de agua hirviendo. A continuación, agregó un poco de agua fría antes de mezclar todos los ingredientes.
Luego esparció una gota de aceite en un plato y ablandó la bola de avena sobre la superficie.
Con la ayuda de una prensa de hierro preparó las tortillas antes de cocinarlas en un sartén plano.
García cuenta que en julio se decidió a preparar las tortillas con avena. Tenía dificultad para reducir la cantidad de tortillas de maíz y comer alimentos más saludables ya que sentía que no le daban saciedad.
“Pasaba mucha hambre”, dice. “No estaba acostumbrada, ya que solía comer ocho tortillas” al día.
Unas semanas antes, el refrigerador de García estaba lleno de verduras y frutas principalmente, además de un paquete de tortillas que ahora lo sustituyó por su versión más saludable de tortillas de avena.
“Estoy 80 por ciento segura de que podré evitar la diabetes”, dijo en agosto.
Pero no tendrá seguridad hasta que consulte con un médico.
Si bien es muy bueno que los pacientes hagan cambios en su estilo de vida, dice Hopper, no siempre es tan sencillo como parece.
Las personas pueden pensar que la solución está en abandonar los postres con azúcar y consumir más frutas en vez. Pero hay límites establecidos para la cantidad de carbohidratos y el tamaño de las porciones.
Por ejemplo, alguien puede estar comiendo manzanas grandes y debería comer otras más pequeñas, señala Hopper.
“Necesitan que un médico los guíe, y aunque cambiar la dieta siempre es algo bueno, la persona necesita saber lo que deben cambiar y cómo hacerlo”, agrega.
Aquellos que hacen el análisis de azúcar en sangre en su propio hogar también necesitan entender lo que significan esos valores. Un médico puede ayudar a interpretar qué quieren decir esos valores, señala.
“Si no contamos con esos valores, entonces estamos bastante perdidos”, dice Hopper.
A veces, a los pacientes prediabéticos se les receta un medicamento para retrasar la diabetes tipo 2.
Un paciente como García podría sufrir insuficiencia renal, tener problemas de visión o experimentar entumecimiento en los pies o las manos, pero no sabría lo que le está ocurriendo si no cuenta con un médico que analice los valores de sus análisis, señala Hopper.
“Podría también sufrir un accidente cardiovascular, y todo vuelve a relacionarse con los valores”, dice Hopper.
García dice que solía sufrir entumecimiento en los brazos por las noches y no podía dormir, pero que no ha padecido más de estos síntomas desde los cambios que implementó en su dieta.
El Centro Médico Saint Agnes ofrece una clase gratis sobre prediabetes de un año de duración, que Hopper recomienda para las personas en situación semejante a la de García.
“Tanto en el caso de la prediabetes como la diabetes, hay muchas cosas que las personas deben saber”, dice.
García viajó a México por primera vez en 20 años. Allí se hizo un examen médico y también consultó con un dentista, aprovechando que allí la atención de salud es mucho más asequible. Su nivel de colesterol fue normal y había logrado evitar la diabetes, contó García en octubre, luego de regresar de México.
“Los cambios que hice en casa fueron los que me ayudaron”, dice. “No me queda ninguna duda”.