Migración mexicana a Estados Unidos y la memoria histórica

Inmigrantes a su paso por el desierto de Sonora.

Inmigrantes a su paso por el desierto de Sonora. Crédito: Getty Images

Los permanentes movimientos migratorios de México hacia lo que hoy son los Estados Unidos, no pueden entenderse adecuadamente si no se conoce el contexto en el que se han dado a lo largo de la historia.

En este sentido, habría que partir de reconocer que hoy en día existe una profunda ignorancia de parte de la mayor parte de los habitantes de ambas naciones sobre ese tema, situación que contribuye a asumir posiciones sesgadas para entender que la presencia de comunidades de origen mexicano y los flujos migratorios no constituyen actos invasivos o carentes de legitimidad a un territorio que la población estadounidense de origen sajón asume como propio desde siempre.

Por ello resulta no solo pertinente, sino necesario recuperar la memoria histórica de la relación entre ambas naciones; los antecedentes y hechos que han precedido a la situación que se vive en materia de movimientos migratorios entre ambas naciones. Esta debe ser una de las actividades a la que el Consejo Honorario para la Recuperación de la Memoria Histórica que preside Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del Presidente Andrés Manuel López Obrador se avoque

México antes y después a 1948, fecha en que termina la invación norteamericana a México.

Actualmente, de una población total aproximada de 327 millones de personas que viven  en los Estados Unidos, más de 57 millones son hispano latinos (17.4%), y  más del 63% de éstos son de origen mexicano; lo que equivale a 36 millones de personas, o el 11% de la población estadounidense. Se estima que la población afroamericana equivale al 13% del total. Hoy la población hispano latina es ya la primera minoría, y la de origen mexicano, si se contabiliza separadamente, es la segunda después de la afroamericana.

La presencia de población con raíces mexicanas  es en algunas regiones del territorio estadounidense más antigua que la de la población sajona; es el caso de todo el territorio que fue arrebatado a la nación mexicana durante la primera mitad del siglo IXX. Por lo menos en Texas, California, Nuevo México y lo que hoy son Nevada, Utah y Arizona, pobladores con raíces indígena mexicanas, criollas y españolas, ya habitaban esos territorios, cuando los primeros inmigrantes de origen sajón llegaron a asentarse a los mismos.

De manera paulatina, a partir de los actos de fuerza e imposición del gobierno estadounidense  para lograr que esos territorios pasaran a formar parte suya, la inmigración y asentamiento de la población sajona creció de manera masiva y permitida, mientras la de origen mexicano fue cada día más restringida, e incluso bloqueada.

Las restricciones unilaterales del gobierno estadounidense para detener el libre tránsito de mexicanos, y ahora el de grupos de inmigrantes de Centro América y otras naciones que intentan cruzar México con el objetivo de internarse en lo que hoy conforma el territorio estadounidense, está motivado precisamente en la presunción que esos territorios constituyen parte soberana de los Estados Unidos; presunción que ha sido asumida como verdad incuestionable por los gobiernos y el pueblo, no solo de los Estados Unidos, sino también de México y del concierto de las naciones, sin que este estado de cosas haya sido debatido y analizado a profundidad, hasta donde entiendo, en el marco del derecho internacional.

El proceso tramposo, confuso, y plagado de irregularidades, por medio del que se dieron las anexiones de  lo que fue territorio mexicano hasta la primera mitad del siglo XIX como lo describe acuciosamente el Dr. Juan José Mateos Santillán en su libro “Los derechos Históricos de México sobre el Territorio de los Estados Unidos, Génesis de un Imperio Neocolonial”  es desconocido para la inmensa mayoría de los mexicanos, y desde luego de los estadounidenses.

Estados norteamericanos que eran parte de México previo a 1948.

La ignorancia de esa historia, lleva a unos  a asumir de manera prepotente, y a los otros a aceptar sumisamente, que todo el territorio ocupado por los estadounidenses de origen sajón les ha pertenecido desde siempre, y que los habitantes de otros orígenes raciales, son invasores o inmigrantes, en el mejor de los casos tolerados por los primeros.

Es importante señalar, sin embargo, que el discurso del presidente estadounidense y sus seguidores en contra de los inmigrantes es parcial y selectivo. La esposa de Trump es una inmigrante reciente, pero es de raza blanca, proviene de una nación europea; además es bella y ahora rica. La discriminación y rechazo a los inmigrantes se centra en el color de la piel, en su origen racial, y sobre todo en su calidad de pobres;  como lo señala la filósofa española Adela Cortina, “no se rechaza al extranjero, sino al extranjero pobre”.

Esta situación queda manifiesta con las manifestaciones genofóbicas que se suceden cada dia de manera más frecuente en los Estados Unidos. Como lo señala el padre Miguel Concha en un artículo publicado en el diario La Jornada ( La Jornada Sin Fronteras, 7 de septiembre de 2019): “Impedir la invasión de mexicanos a Estados Unidos fue el objetivo confeso de Patrick Wood Crusius al llevar a cabo en San Antonio (sic) (siendo realmente en Laredo) Texas el 3 de agosto el acto terrorista en que mató a 22 personas, 19 de ellas con apellido hispano y nueve de nacionalidad mexicana, e hirió a 26”.

De la misma manera, como lo dio a conocer en su reciente edición del 1º de octubre el diario estadounidense The New York Times , resultan aberrantes, reprobables e inaceptables, las declaraciones que hiciera el presidente estadounidense Donald Trump, en las que propuso en un encuentro sostenido en sus oficinas de la Casa Blanca en noviembre pasado, disparar a los migrantes en las piernas para detenerlos, sugiriendo además reforzar el muro fronterizo con una fosa llena de serpientes o cocodrilos, o cerrar la frontera completa en menos de un día. La reunión, realizada en la Oficina Oval, buscaba revisar el tema del creciente flujo de migrantes que llegaban a la frontera sur de Estados Unidos.

El reporte del Times se basa en entrevistas con más de una decena de funcionarios de la administración Trump y es una adaptación de un libro de los periodistas Michael D. Shear y Julie Hirschfeld Davis: Border Wars: Inside Trump’s Assault on Immigration (Guerras Fronterizas: Al interior del Ataque de Trump contra la Migración), que será publicado el 8 de octubre.

Es obvio que la conducta y declaraciones xenofóbicas frecuentes del presidente Trump, además de hacerse fuera del contexto de la realidad actual e histórica, desinforman a los ciudadnos estadounidenses y estimulan entre la población de su país una conducta de odio en contra de la población de origen mexicana, e hispano americana en general.

Siguiendo con la argumentación presentada por  Miguel Concha, quien cita el análisis histórico, del  teólogo colombiano, Edgar Beltrán, denominado: Estados Unidos: a matar mexicanos,  en el que pone en claro la mentira y de una supuesta invasión hispano-latina en Estados Unidos, “… ya que la presencia hispano latina en ese país es muy anterior a la de habla inglesa. Nada tiene de cierto eso de la invasión hispana, pues quienes hablan español llegaron a territorio estadunidense más de un siglo antes que los de habla inglesa.

“Ponce de León llegó en 1515 a Florida el día de la Resurrección. De ahí su nombre. Los famosos pilgrims (peregrinos) llegaron a Plymouth Rock 107 años después, ¡en 1620! Y por ello, en Estados Unidos se habló español más de 100 años antes que el inglés.

“Además, muy pocos años después del descubrimiento de Colón se atravesó ese territorio. Hernando de Soto y su gente, por ejemplo, partieron de Florida en 1539 para cruzar lo que hoy es Georgia, Carolina Norte y Sur, Alabama, Louisiana, y descubrió el río Mississippi, cerca del cual murió.

“En tanto, Francisco Vásquez de Coronado y su gente penetraron en 1540 el suroeste por Arizona, Nuevo México, Oklahoma y Kansas, mientras Fray Juan de Padilla llegó a Kansas en 1542, donde lo martirizaron; fue el primer mártir en esas tierras. También dieron su vida en 1549, en Florida, en lo que hoy es Tampa, los dominicos Luis de Cáncer, Diego de Peñalosa y el hermano Tortosa. Unos años después, en 1566, fue también martirizado en Florida el jesuita Pedro Martínez.

“En esta misma época Juan Rodríguez atraviesa California de sur a norte. La famosa ciudad de San Agustín, al norte de Florida, primera ciudad, como tal en Estados Unidos, fundada por Pedro Menéndez en 1565, 55 años antes de los Pilgrims.

“… La misión de El Paso fue fundada en 1659. Por todo lo cual, se demuestra que los hispanos estaban en los territorio que hoy ocupan los Estados Unidos, “500 años antes (1515-2019) de quienes ahora los quieren expulsar o matar.

“Cuando les dicen que se vayan a su país, los hispanos contestan con nobleza, en español y en inglés: este es nuestro país, bienvenido tú, querido recién llegado. Y añade que la invasión fue de Estados Unidos a México. A mediados del siglo XIX, recuerda, en 1841, el águila estadunidense se anexó más de la mitad del territorio mexicano, del Río Grande hacia el norte, casi llegando a Canadá por el Pacífico y muchos estados del centro del país.

“A la población la cambiaron de país sin moverse, los invadieron. Y precisa que de manera extraordinaria fue una invasión militar, aunque no suficiente, pues dominaron las tierras, pero no a las personas. Estas seguían siendo como lo eran antes, pues gracias a su forma familiar nuclear y extendida, a su lengua y a su cultura, así como a su fe religiosa, conservada sobre todo por las abuelas, no se dejaban invadir.

“Hoy en día, sigue diciendo este teólogo pastoralista, que lleva años entre las comunidades hispanas de Estados Unidos, el pueblo hispano latino continúa haciendo historia. Su población pasa de 60 millones, siendo ya la mayor minoría en ese país. Ya es incluso mayoría en algunos estados. Su población es además la más joven de la nación. Su lengua, el español, hace que Estados Unidos sea ya, por población, el segundo país del mundo que habla español, después de México, con 126 millones, y antes que Colombia, con 48; España, con 46, y Argentina, con 43 millones.

“El español, recuerda, no es una lengua extranjera en Estados Unidos. Como final de la invasión armada, el 2 de febrero de 1848, en el tratado Guadalupe Hidalgo el gobierno admitió al español como idioma oficial, a la par que el inglés…”

Desde el punto de vista jurídico la anexión a los Estados Unidos, por la vía de la fuerza y la presión, de los territorios que fueran mexicanos hasta la la primera mitad del siglo XIX, no son temas resueltos a la luz del derecho internacional. Aunque en estos tiempos se dé por descontado que los territorios ocupados  no volverán a ser parte  de México, debe ser una prioridad el impulsar un análisis jurídico objetivo y neutral de la legalidad de los procesos de anexión, que sirva para restaurar  la memoria histórica de manera objetiva y apegada a los principios jurídicos y éticos universales. Así mismo se debe asumir como prioridad, que la memoria histórica apegada a los hechos sea profusamente compartida entre los habitantes de las dos naciones: México y Estados Unidos, para que de entrada se reconozca el derecho de la población de origen mexicana que habita en ese territorio a vivir libremente, garantizándoseles el respeto absoluto a sus derechos humanos y las misma oportunidades a que tienen acceso los ciudadanos anglosajones.

(*) Enrique Bautista Villegas es licenciado en economía y tiene un doctorado en Estudios de desarrollo; además ha sido servidor público en Michoacán y artículista en diferentes medios de comunicación, principalmente mexicanos.

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